Para llevarse las manos a la cabeza

Así fue la primera parte de un equipo, de nuevo, apático, sin idea de juego clara, impreciso y que se fue diluyendo con el paso de los minutos. El ahínco inicial acabó dentro de la portería de Juan Carlos, y sí, el nuestro, por si cabía alguna duda. Su tocayo rojiblanco, homólogo también bajo los palos, seguramente se las prometiese muy felices cuando Christian Herrera remachó a la red el primero de la mañana, a los 11 minutos de un partido pasado por agua. Se inauguraba la temporada otoño-invierno del siempre húmedo Carlos Tartiere. Los charcos comenzaban a tomar protagonismo en las bandas del templo azul, pero ni siquiera eso impidió que los visitantes, más líderes aún con el 0-1 por la derrota del Sporting en Reus, rasearan la pelota y realizasen un juego de toque que tranquilizase, por el momento, a los 505 aficionados que se desplazaron desde la provincia vecina. Por el contrario, atronadora pitada del Tartiere para unos jugadores que se dirigían al vestuario con la suerte de ir perdiendo sólo por la mínima.

El descanso, un punto de inflexión

¿El protagonista del partido? Uno de los pocos que no lo jugó. Juan Antonio Anquela. El jiennense, cabreado en todo momento con la actuación de los suyos y enérgico, como siempre, durante toda la primera mitad, consiguió que calase la dosis justa de intensidad que él sabía que el conjunto ovetense necesitaba. La reprimenda perfecta para desmadrar el partido, darle la vuelta en diez minutos y de paso volver loco al estadio de La Ería.

Primero, la transformación de una pena máxima muy bien ejecutada por Saúl Berjón empataba el partido y sumaba el quinto tanto en el casillero del asturiano en lo que va de temporada. Cuatro minutos después, en el 51', Miguel Linares estrenaba su cuenta goleadora para meter al respetable más, si cabe, en el encuentro.

Anquela arenga a sus futbolistas tras la desastrosa primera mitad
Anquela arenga a sus futbolistas tras la desastrosa primera mitad (Imagen: Real Oviedo)

Y en el 61', un analgésico

El partido se había vuelto loco, no era para menos. El líder veía cómo los cuatro amigos que habían saltado al campo en el primer episodio habían crecido tras el paso por la caseta, convirtiéndose en once guerreros que no estaban dispuestos a dejar que ningún forastero conquistase el Tartiere. En Oviedo no se pierde, o para eso parece que se conjuraron los azules después de la derrota ante el Rayo Vallecano, allá por el 20 de agosto, en la primera jornada de liga.

El equipo gallego no se quedó atrás y demostró por qué es el líder de la categoría, y fue en una de esas idas y venidas propias de la montaña rusa que es hoy día la Segunda División, cuando el mediocentro nigeriano, Azeez, envió un balón muerto a la escuadra de la portería de Juan Carlos, otra vez nuestro Juan Carlos. Imparable. Delirio visitante en el segundo anfiteatro del gol sur.

Si te caen cien golpes, levántate cien veces

No paró. El Real Oviedo seguía teniendo muy presente la charla que el técnico andaluz dio durante el descanso y tuvo claro que aquello continuaba. El Lugo ponía la gloria en la balanza y los azules la vida. Las pesas hicieron el resto: 3 a 2. ¿El autor? Un Aarón Ñíguez que no anotaba desde aquel misil a la escuadra ante el Zaragoza, en la misma portería. Hoy fue tras una excelente asistencia de Mossa, que firmó un partido de cine y pidió a gritos la titularidad continuada a un Anquela que reconoció el gran trabajo de sus laterales tras el partido, y no fue para menos, vaya manera de subir y bajar la banda.

Aarón Ñíguez se va al córner para celebrar el gol con la afición. Miguel Linares primero y Ramón Folch después, le siguen.
Aarón Ñíguez se va al córner para celebrar el gol con la afición. Miguel Linares primero y Ramón Folch después, le siguen. (Imagen: Real Oviedo)

Los tres puntos, un balón de oxígeno

Necesitaba de nuevo el Real Oviedo sumar de tres en tres para traerse consigo la segunda victoria consecutiva en casa y compensar así las dos derrotas, también seguidas, lejos del Tartiere. A pesar de haber ganado, este resultado seguramente no tenga mucha repercusión en la clasificación, ya que tan sólo aúpa a los azules a la undécima posición, a falta, además, de que jueguen sus tres perseguidores inmediatos (Cultural Leonesa y Barcelona "B" entre ellos y Real Zaragoza, que hará lo propio en Huesca), estos tres puntos van disipando poco a poco las dudas que, como es comprensible, el aficionado carbayón podría tener, alejando al equipo del descenso, como mínimo en cuatro puntos, que podrían ser cinco si es que el Nàstic no gana su partido. También tratará de evadir la maldición que el equipo arrastra en sus encuentros fuera de casa el próximo domingo 12 de noviembre, precisamente ante el equipo tarraconense, a las 16:00 horas en el Nou Estadi.