John Le Carré y el mundo del espionaje

Y si bien es cierto que Le Carré conoce el mundo del espionaje de primera mano, pues trabajó siendo joven para el MI5 y el MI6 -conocidas agencias de inteligencia del Reino Unido-, él mismo no se define como un espía metido a escritor, sino como un escritor que, siendo joven, pasó una temporada extremadamente formativa en la inteligencia británica.

Su infancia y juventud están principalmente marcadas por el abandono de su madre y un padre que solo se metía en líos y que le llevaron a prisión al menos en una ocasión. En la Universidad de Berna (Suiza) estudia Literatura Alemana durante un año y posteriormente acaba graduándose el primero de su clase en el Lincoln College de Oxford en Lenguas Modernas. Su formación le lleva a dar clases en el prestigioso colegio Eton, por el que han pasado y continúan pasando futuros jefes de estado y políticos de prestigio.

"Espiando y estudiando"

Ya tras su paso por Suiza, antes de ingresar en el Lincoln College, Le Carré se enrola en los cuerpos de inteligencia de la armada británica ubicados en Austria, trabajando como interrogador en alemán de la gente que cruzaba el telón de acero. Este sería su primer contacto con la política de la guerra fría, telón de fondo de sus novelas más destacadas y en especial las de su época de juventud. Cuando regresa a Gran Bretaña para finalizar sus estudios, los compagina con un trabajo en el MI5 para los que investiga a posibles espías soviéticos infiltrados en grupos universitarios ultraizquierdistas. Sin embargo, y a pesar de su trabajo, tras la bancarrota de su padre, tuvo que interrumpir de nuevo sus estudios para trabajar como profesor en una escuela preparatoria, lo que no le impidió regresar un año más tarde y graduarse con honores.

Tras dos años dando clases de francés y alemán en Eton, el MI5 lo asciende a oficial, teniendo a otros agentes bajo su supervisión y conduciendo interrogatorios entre otras varias nuevas responsabilidades. Es por entonces cuando otro espía-escritor, Lord Clanmorris, que escribía bajo el pseudónimo de John Bingham, lo instiga para que escriba su propia novela. Así surgirá en 1961 “Llamada para el muerto” (Call for the Dead), y nacerá el agente que más fama a dado a su obra, George Smiley, inspirado en parte en el hombre que le instó a escribir.

Antes de que su novela viese la luz, es transferido al MI6, la oficina extrajera de inteligencia de Bonn bajo la tapadera de Segundo Secretario de la Embajada Británica. Posteriormente es trasladado a Hamburgo como Cónsul. Allí continúa escribiendo y lo hace bajo pseudónimo puesto que los empleados del Foreing Office tienen prohibido publicar obras bajo su propio nombre.

"Un escritor que, siendo joven, pasó una temporada extremadamente formativa en la inteligencia británica"

Sus tres primeras obras ven la luz bajo su pseudónimo y en 1964, una lista de agentes Británicos queda al descubierto en manos de la KGB, la agencia de inteligencia soviética, a causa de la traición de un agente doble llamado  Kim Philby. Debido a este hecho, David John Moore Cornwell deja de ser un espía y pasa a dedicarse a tiempo completo a ser escritor y, dado que sus fans ya lo conocen como John Le Carré, mantiene su pseudónimo a nivel profesional.

Esta traición de Philby será plasmada por Le Carré en su novela “El topo” (Tinker, Tailor, Soldier, Spy), que no verá la luz hasta diez años después de su salida de la inteligencia británica.

Como conocedor directo de la Guerra Fría es su principal temática, hasta que la caída del Telón de Acero y el final de la misma hacen que tenga que actualizar sus conocimientos en política internacional para renovar con nuevos trasfondos sus intrigas de espionaje.

Para muchos, el hecho de haber sido “espía” hace que las novelas de Le Carré estén recubiertas de un halo de misteriosa realidad. Él sin embargo asegura que no son más que ficción que ha salido enteramente de su imaginación. Recuerda para algunos la famosa frase de Asimov “la mejor mentira es la verdad dicha en el momento oportuno”, tal vez las novelas de Le Carré estén llenas de verdades que envueltas en ficción se venden como mentiras.

En cualquier caso, lo que más llama la atención de sus novelas no es la acción per se, que no abunda precisamente, sino las introspectivas de sus personajes.  Son novelas intimistas, donde lo importante es lo que los personajes piensan más que lo que hacen.

Como no podía ser de otra manera, Le Carré ha sido llevado a la pequeña y a la gran pantalla en numerosas ocasiones. Títulos como “La casa Rusia”, “El sastre de Panamá” o “El jardinero fiel” no han pasado desapercibidos en taquilla como tampoco la adaptación para televisión que la BBC hizo en serie de “La gente de Smiley” que fue emitida en más de medio mundo.

¿Espía o escritor? ¿Verdad o ficción? Que cada uno escoja lo que crea conveniente. Eso si, tras leer su obra.

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