Noche de primeros enfrentamientos la que se vivió en el United Center de Chicago, donde tuvo lugar el partido que abría la Final de la Stanley Cup entre Chicago Blackhawks y Boston Bruins. Primeros enfrentamientos porque por primera vez en la presente temporada, fuertemente marcada por el cierre patronal, un equipo del Oeste jugaba contra uno del Este; porque también por primera vez Hawks y Bruins se veían las caras en una final y porque, además, se trata del primer enfrentamiento entre dos integrantes del denominado Original Six (los seis equipos que formaron la liga durante 25 temporadas, desde 1942 hasta 1967) en la Final desde 1979.

El partido comenzó a la altura de lo que se esperaba. Igualdad máxima y predominio de lo físico por parte de ambos equipos, especialmente del lado de los Blackhawks en los primeros minutos, que entraban bien al choque, ganando buenas ventajas en las barreras protectoras. La seriedad en defensa y una buena presión terminaron de dar el dominio de la pastilla a los de Joel Quenneville durante los primeros compases, pero, para consuelo de Boston, Tuukka Rask mantenía a raya cualquier acercamiento peligroso de los locales. Fue pasado el ecuador del primer periodo cuando Corey Crawford entró en acción en la portería contraria para desbaratar una buena ocasión de los Bruins por mediación de Brad Marchand. La que no pudo salvar fue la siguiente: David Krejci volvía a ser clave para ganar un puck tras la portería de los Hawks, ceder la pastilla a Nathan Horton y éste a Milan Lucic en buena posición para fusilar a Crawford y poner el primero a los 14 minutos. A partir de ahí fue Boston el equipo con más presencia en zona ofensiva hasta el bocinazo de descanso.

El segundo tercio comenzó con Chicago avisando a los pocos segundos sobre la meta de Rask, pero fue Boston el que de nuevo golpeó por mediación de Lucic antes de que se cumpliese el primer minuto de la reanudación. De nuevo Krejci tomaba parte en la jugada, encabezando el ataque desde la zona neutral y asistiendo al canadiense para que batiese con un disparo seco a Crawford. Cúmulo de aprietos para los visitantes después de ampliar la ventaja. Brandon Saad acortaba distancias en el 4’ asistido por Marian Hossa, al beneficiarse éste último de una recuperación sobre Horton tras la meta de Rask. Los Hawks se veían más sueltos e incisivos, a lo que había que sumar la agresividad en su juego desde el inicio del partido. Esto provocó minutos de acoso sobre unos Bruins que aguantaron bien recogidos atrás incluso en inferioridad numérica de 5 a 3 (por exclusiones consecutivas de Zdeno Chara y Shawn Thornton), ayudados por unas más que decepcionantes gestiones de Chicago en superioridad.

Fue en el último periodo del tiempo reglamentario cuando se entró en la fase que acabó gestando la victoria final de Chicago. Un cañonazo de Patrice Bergeron, con los Bruins en superioridad, colocaba el 1-3 a los 7 minutos y hacía presagiar un final de partido relativamente cómodo para los de Claude Julien. Pero, apenas un minuto después, Andrew Shaw se hacía con un regalo de Torey Krug al cruzar la pastilla en un despeje y asistía a Dave Bolland para acercarse en el electrónico. El empate se consumó en el 13’ por mediación de Johnny Oduya, tras conectar un potente disparo desde la línea azul que pegó en el patín del defensor de Boston Andrew Ference.

Se llegó al tiempo extendido y se destapó el mejor Corey Crawford salvando a su equipo con 29 paradas en, prácticamente, dos prórrogas y media, a lo que hubo que sumar un disparo al poste de Chara a falta de 10 segundos para que terminase la segunda prórroga. Finalmente fue Andrew Shaw quien cerró el encuentro, desviando frente a Rask un disparo de muñeca de Michal Rozsival desde la línea azul.

El segundo partido de lo que promete ser una de las mejores finales de los últimos años tendrá lugar en la madrugada del sábado al domingo (2:00, hora peninsular) de nuevo en el United Center.