El Sporting Club de Portugal se impuso en el cuarto partido de la final de la Liga Sportzone de Portugal y certificó el título en casa de la AD Fundão, que una vez más logró llevar el encuentro a la prórroga, pero acusó el excesivo cansancio del día anterior. Los lisboetas ganan su segundo título de Liga consecutivo y dejan a los fundaenses sin doblete -ya ganaron la Taça de Portugal-. El español Noé Pardo marcó el segundo gol para los suyos a falta de un minuto para el final e hizo creer a la afición de Fundão en otro milagro, pero finalmente se quedaron a las puertas.

Ambos equipos llegaban al pabellón desfondados y con muy poco tiempo de respiro. Menos de 24 horas antes estaban decidiendo si debían jugar un día más y los penaltis dictaminaron que sí. Las fuerzas se resintieron y el impresionante despliegue físico del sábado no se repitió el domingo. Era imposible.

Con la gasolina justa

Pero si un equipo notó más la acumulación de kilómetros en las piernas, ese fue el Fundão, que dejó al Sporting el control del partido y con la constante de una marcha más. La igualdad en el marcador se esfumó pronto. Caio puso el primero para los visitantes en el quinto minuto y confirmó lo que se venía temiendo en el Pavilhão Municipal desde el comienzo. Estaban siendo anulados y tenían pocas opciones. Aún menos después del primer gol en contra, que no les hizo reaccionar.

Quién sí aparecía era Sousa, de nuevo salvador para los suyos en más de una ocasión, más de dos y más de tres. Deo y Divanei, como en la jornada anterior, manejaban a su antojo el juego visitante, pero siempre se topaban con el fantástico meta. Alex pudo herir de gravedad al Fundão pero su cirujano, que no era más que su portero, andaba infranqueable. Increíble el estado de forma del “guarda-redes” luso. Reflejo puro.

Y cuando no era Sousa, era la madera. Divanei le dio con fuerza y su balón se estrelló en el poste. Faltaba aún bastante para el descanso y los dos contendientes hicieron un receso. Era necesario para aguantar lo que estaba a punto de venir.

La reacción clave del Fundão

Los últimos minutos de la primera parte se reservaron el grueso del pastel. Llegó todo de golpe, casi sin tiempo para asimilar. En primer lugar, los locales pagaron el riesgo constante de jugar con su portero en el medio del campo. Sousa hizo su único error de la eliminatoria cuando Alex le presionó con éxito. A puerta vacía, el gol era un puñal que se veía venir y fue cantando con anticipo en la grada por los seguidores sportinguistas, que ejercieron de número 6 un día más. El Fundão pudo ir a la lona pero nadie contaba con que llevaba chaleco antibalas. Los beirenses atacaron en el mismo saque de centro y encontraron la pócima adecuada. El Sporting aún celebraba cuando David Moura apareció de la nada y recortó distancias. Las cosas, tal y como estaban diez segundos antes. Diez segundos, sí, ese fue el tiempo de juego transcurrido entre gol y gol.

El gol enrabietó al Fundão, que tuvo alguna más en los últimos dos minutos antes del descanso. Pero en la reanudación todo su ímpetu se vino abajo. Las fuerzas se resentían y el Sporting puso de nuevo la pausa. Locuras, ninguna. No les interesaba que el partido se pusiera así porque el Fundão tenía mucho que ganar y nada que perder. Después de una gran doble ocasión fundaense al inicio de la segunda mitad, la marea se calmó y el cauce regresó a su dominio verdiblanco.

Noé Pardo vuelve a forzar la prórroga pero el Sporting finiquita

Los ataques sportinguistas se hicieron habituales y el gol del empate parecía muy lejano. Al Fundão solo le funcionaban las defensas y ya era bastante. El trabajo de los hombres de Joel Rocha a nivel defensivo fue bestial, sin dejar resquicios en ninguna de las parcelas. El Sporting atacaba, sí, pero se tenía que esforzar al máximo. Los últimos cinco minutos, entre cánticos de “campeones”, iban a tener sorpresa final. Nadie confiaba en el milagro, pero sucedió. Y tenía marca española. Pany alargó un balón colgado impropio del fútbol sala y en el segundo palo esperaba Noé Pardo, pillo para poner el empate a falta de poco más de un minuto para el final.

El encuentro se iba de nuevo, y esta vez contra pronóstico, a la prórroga. Una vez ahí, la magia se fue del pabellón y las energía de los fundaenses se agotó definitivamente. Las reservas también estaban exhaustos y la estrategia de mantener el resultado se frustró a los 40 segundos. Miguel transformó el 2-3 en un rechace dentro del área en el que nadie pudo hacer nada.

El mazazo fue esta vez letal, el Fundão estaba cerca de rendirse y, ya con portero-jugador en los locales, un palo salvó el cuarto. No obstante, a puerta vacía fue como llegó definitivamente la puntilla, a dos minutos del final definitivo. Los instantes finales a la desesperada aún dejaron un gol fundaense sobre la misma bocina para maquillar el resultado. Pero literalmente no había tiempo para más.

La remontada no existió, el Sporting se proclamaba campeón e iba a celebrarlo con su público, ya para entonces desatado. Eran campeones en un partido muy completo donde merecieron la victoria pese a la incesante batalla que planteó el Fundão, que se hizo gigante en estos dos partidos. A los leões solo les quedaba levantar la copa, la “taça”. Benedito lo hizo muy gustosamente. El Sporting de Portugal revalidó su título y, en consecuencia, su reinado en el fútbol portugués.