Con la primera 'a' de su nombre convertida en su ya inseparable número 6, la pancarta 'Todos con M6ría' presidía la tribuna jerezana en el día en el que la joven piloto manchega se había citado con la historia del deporte. Tras los boxes, el camión del Estrella Galicia 0,0 aparecía sumergido bajo una masa de gente que esperaba para hacerse una foto con la de Oropesa.

Poco importaba que, por los caprichos del sistema de calificación de la masificada Moto3, tuviese cuatro pilotos delante en parrilla cuando sólo dos habían mejorado su tiempo del sábado. Los puntos se reparten los domingos y Herrera tenía un plan clarísimo: "Sabía que tenía que estar delante de (Alejandro) Medina". Junto a ella, el piloto del Team Calvo era el único que dependía de sí mismo para hacerse con el título.

Los otros cinco candidatos con opciones matemáticas, con el sorprendente Fabio Quartararo a la cabeza, solo podían esperar los fallos de la primera y el segundo de la general. El francés quería repetir el guión de Cheste, en el que condenó al resto a pelear por la segunda plaza. María no estaba por la labor. Su alma de ganadora le hacía inconcebible la posibilidad de renunciar tan pronto a la victoria. Si Fabio se iba, su margen de error para ser campeona quedaría reducido al mínimo. Ese inconformismo le llevó al asfalto.

"Fabio se ha ido y le quería pillar. De (la curva) 9 a (la) 10, he abierto con más decisión, he metido la marcha más pronto y... se me ha ido". Aunque lo hizo, no era necesario terminar la frase, hay epílogos que la mente humana completa de forma elíptica. En Jerez, el silencio que invadió las gradas fue el grito más alto.

El veredicto del pueblo

Hubo dolor físico, desde luego, pero las lágrimas que brotaban de los ojos de María cuando su padre Antonio se la llevó en el scooter nada tenían que ver con la contusión sufrida en la muñeca. Eran de rabia. Una cascada de pura y transparente rabia por haber despedido así un 2013 en el que se ha ganado el corazón de todos los aficionados españoles. Su único cero del año había llegado en el peor momento.

Jerez era un clamor. Por momentos, el rugido de las bestias fue silenciado por las gargantas de los presentes, que al unísono coreaban "María campeona". Y vaya si lo fue. Con la digestión del fracaso aún a medio hacer, subió a sala de prensa para someterse al tercer grado mediático.

Disipadas las dudas sobre su estado físico y explicados los detalles de su caída, María se deshizo en elogios hacia su equipo antes de reconocer, sin tapujos, el orgullo que sentía al poner en perspectiva el global de su temporada, en la que con sus dos victorias (Aragón y Navarra) ha logrado conservar sus opciones hasta el último momento.

Junto a su compañero, el local Marcos Ramírez -a la postre subcampeón final sólo por detrás de Quartararo-; María fue la gran ganadora en lo que a cariño popular se refiere. Indiscutiblemente, fue la campeona del pueblo.

¿Y 2014? "Ya hablaremos", repuso sonriente. Hablaremos, María. Hablaremos mucho.

(Fotos: @Swinxy)