La carrera de hoy se antojaba emotiva para el piloto madrileño. Tras varios años ligado a Red Bull y tres a los mandos del Toro Rosso, hoy se despedía de los de Faenza. Sin embargo, el gran premio ha terminado antes de lo previsto.

Salía en la última línea de parrilla junto a su compatriota Fernando Alonso. Ninguno de los dos ha arriesgado en los primeros metros, pero en el paso por la primera curva, Carlos ha hecho un trompo. Este ha sido fruto de un pinchazo lento de su neumático trasero derecho, del cual había sido informado minutos antes del inicio de carrera.

Las primeras palabras del piloto madrileño han sido de disculpa hacia el equipo que lo ha visto crecer. “Quería hacer buen trabajo, despedirme de una buena forma, quería arriesgar y al hacer eso, siempre abres la posibilidad a que pase algo así”.

A partir de mañana pasará a formar parte de la escudería francesa. Sin embargo, Carlos se ha mostrado bastante pesimista por culpa del abandono: “Mañana a trabajar con Renault para preparar Austin, pero tampoco creo que sea el día para hablar de futuro. Disculpas al equipo por el error de hoy, no quería, para nada, acabar así”.  

Pero no por un fallo técnico de última hora hay que olvidar tres años de esfuerzo y constancia. Carlos ha sido el encargado de sacar adelante un equipo que no está en sus mejores momentos, siempre a la sombra de Red Bull. Sus técnicos se van a quedar con todo lo que Sainz les ha dado y con la alegría de ese cuarto puesto en Singapore. Esa es la verdadera despedida. Su ingeniero de carrera, Marco Matessa, se despedía de él en las redes con un mensaje emotivo: “Que tengas el viento siempre detrás y el sol te dé de cara. Que las alas de tu destino te lleven a brillar con las estrellas”.

Suzuka quedará en el recuerdo de Carlos como una despedida amarga. Mañana ya será otro día y se vestirá de amarillo. Una nueva aventura que, si va bien, será el impulso que le falta al español para estar arriba.