Tras dos años nefastos para la alianza anglo nipona este año sería el del cambio, y no solo aerodinámico, sino de un motor fiable que además fuese competitivo. Y como cada año no cumplió ni con lo primero ni con lo segundo. Durante la temporada se pudo comprobar como el abandono era la posibilidad más viable para McLaren. Sin embargo, en la parte final de la misma se vio una mejora notable en el rendimiento del monoplaza, en gran parte por el gran trabajo en la parte aerodinámica.

El jefe ejecutivo de la compañía, Zak Brown, recalcó que “la moral nunca descendió” y que “nunca he estado en un sitio en el que para la gente su vida sea McLaren”. Además dijo que no está seguro de que “muchas compañías tengan ese nivel de entusiasmo de sus empleados”.

“Nunca se dieron por vencidos”, afirmó sobre los empleados de la fábrica. También quiso lanzar un dardo a los japoneses. “El coche se hizo más rápido durante el año, más por el chasis que por otra cosa”, aseguró el estadounidense. De la misma forma sentenció que “los niveles de emoción eran bajos porque era competir el siguiente fin de semana sabiendo sabiendo cómo sería el resultado”, el abandono en muchos casos.

De cara al 2018 las cosas pintan mejor gracias a la alianza con Renault, parece que la ilusión ha vuelto de nuevo a Woking. “La moral está bien, la gente trabaja duro, estamos emocionados”, dijo Brown. También aseguró que Eric Boullier le comunicó que está contento con lo que tiene y que no necesita más.

Son tres los años desperdiciados por McLaren por confiar en una unidad de potencia que finalmente no ha dado sus frutos. Renault tendrá la difícil tarea de proporcionar garantías de competitividad a un equipo que no sabe lo que es ganar desde hace más de seis años.