Mar Gabarre, ‘Musgö’
Foto: http://www.dechiclana.com

El concepto de artista va indisolublemente ligado al dinamismo, al vínculo existente entre el proceso de aprendizaje, el del conocimiento y el de creación. Es la inspiración, la locura de las musas por la estética, por la espiritualidad y la expresión exterior de la belleza interior. Es hacer, crear y decir, una maravillosa forma de romper el silencio del ser y comunicar al mundo el sentido de su existencia. Una bella forma de rellenar los silencios, los vacíos existenciales que la alta revelación de la música y su cosmogonía pitagórica lograron completar con voces, sonidos, notas, armonías e instrumentos.

Uno de los instrumentos más antiguos de la humanidad, presente ya en grabados de la cultura sumeria es el arpa. De hecho el famoso "Arpista de Keros", escultura de mármol proveniente del período Egeo, documenta su presencia en la antigua Grecia hacia el año 2000 a.C. Además cuenta la leyenda de aquel, que Amfión fue capaz de levantar los muros que rodeaban la ciudad de Tebas solamente con su sonido mágico. Mar Gabarre desconocía por completo todo esto, lo fue descubriendo con el tiempo, en soledad, en total intimidad, con sus manos de nieve y aquellas cuerdas que le hablaban.

Mar Gabarre, una aparición

He de reconocer que me impresionó cuando la escuché en directo en El Pelicano en Cádiz durante un concierto del no menos ingenioso y, talentoso Víctor Lemes, que tuvo la feliz idea de invitarla a subirse al escenario. Aparentemente tímida pero con un espíritu sencillamente especial, su aura mágica se fundió con las luces rojas y azules de aquel pequeño mundo escénico. Luego con una aplastante naturalidad su voz se hizo dueña de una atmósfera atravesada por una daga que detuvo el corazón de los allí congregados en torno a la música.

Mar posó las manos sobre el teclado, sintió nostalgia de su arpa, la transmitió con su voz a todos los presentes y un haz de luz iluminó toda la estancia. Se bajó sin más, arrancando un aplauso cerrado, aplastante en la intimidad del local y regresó a su anonimato. Apenas un cruce de palabras bastaron tras un instante sin palabras para transmitirle una sincera felicitación y recibir de su parte una inquietante tarjeta con una leyenda: MUSGÖ

MUSGÖ

¿Pero qué demonios es Musgö? ¿Quién está tras él? Dos preguntas que fueron encontrando solución tras una retrospección en los selectos archivos de la memoria. Aquella artista era la misma que cantó, recitó y tocó en la plaza de Mina gaditana en septiembre de 2016 dentro de III edición de Barrunto Arte en la Calle. De entrada ya me ganó porque la calle es el mayor teatro del mundo y esta chica se había ganado el respeto y la admiración del público más exigente que existe. Cada día millones de personas transitan trepidantemente por las aceras y el asfalto prácticamente sin levantar la vista al mundo que les rodea y, si alguien logra extraer a un ser del trayecto de locura cotidiano, para escuchar música, una canción, es porque está sucediendo algo realmente extraordinario.

Harpo y el arpa

Me ganó también por el genio que duerme en el fondo del alma de Bécquer, por la nota que duerme en sus cuerdas, por el pájaro que duerme en las ramas, por las manos de nieve que sabe arrancarla, por el arpa, aquel de Sumeria, Egipto, Grecia… Pues es el arpa el instrumento que más me hizo reír y llorar porque lo recuerdo en las manos de Harpo Marx. El del Harpo real (el falso mudo) que solo interrumpía el silencio durante sus interpretaciones para hacer reír con su bocina o para hacer llorar con el arpa, polvoriento instrumento de su abuela del que se enamoró cuando lo descubrió en el desván de su casa.

Harpo dejó grandes momentos para la historia, pero fue posiblemente durante el rodaje de Una noche en la ópera, cuando plasmó en toda su dimensión las dos caras del enorme artista que fue. En una de las escenas tras el lucimiento de Chico al piano llevando la mano derecha con un solo dedo y rodeado de niños que reían a carcajadas, Harpo se unió a la acción para hacer sus travesuras. Se sentó y comenzó a tocar, pero se cerró la tapa del piano sobre sus manos y cuando el público estaba a punto de estallar de risa, cambió de instrumento se colocó al arpa y empezó a acariciar suavemente sus cuerdas. Al sonar la música se produjo uno de los cambios de tono más conmovedores de la historia del cine. Aquellos niños y una anciana, sentada junto al arpa, lloraron lágrimas absolutamente reales de emoción. Nadie fingió y, la música traspasó las fronteras del cine…

Tras Musgö está aquel arpa, las manos de Mar Gabarre, chiclanera y gaditana de padre pintor y madre fotógrafa. Cuando nació tanto uno como otro se percataron de que un duende se había instalado en el hogar, especialmente cuando aquella niña se enamoró de un extraño instrumento que descubrió a través de Google: el arpa. Elegante, complicado, sinuoso, sutil y olvidado, pero repleto de silencios hablados y cargados de deseos. A ninguno de los dos les extrañó que la pequeña pidiera un arpa, pues identificaron al instante que sería el hilo conductor del halo de creatividad en el que había crecido.

Aunque desde los ocho años estuvo recibiendo clases de piano, Mar vestía los ropajes vaporosos de la improvisación y el don etéreo del oído. De aquella partitura imaginaria nació la artista multidisciplinar anónima que el mundo descubrió gracias a la televisión, la que dejó instantes de magia en el Got Talent Show de Telecinco. La que se esconde tras una tarjeta que con el paso de los días ha ido adquiriendo un aspecto único, como de otro tiempo.

Foto: Mar Gabarre
Foto: Mar Gabarre

Pura originalidad para tiempos complicados en los que tanto cuesta ser diferente. Y el proyecto Musgö es pura diferencia, el de una chica que se formó primero en la Escuela de Arte de Jerez, luego en Bellas Artes en Sevilla y en el teatro del mundo que es la calle. Una joven con enormes inquietudes que interiorizó de tal forma las artes plásticas, las artes escénicas, que hoy día posiblemente no exista nada semejante a lo concebido por Mar Gabarre y su grupo.

Artista multidisciplinar

Nuevos mundos creativos, teatro, poesía, pintura y un concepto diferente de la música en directo, capaz de conectar con lo emocional y la naturaleza sin renunciar en ningún momento a las nuevas tecnologías. Mar desprende retazos de vegetación, un maravilloso mundo secreto que permanece oculto bajo su piel de artista, cubierta de musgo. Su creatividad es como la belleza furtiva que se vuelve encantadora hasta un punto que no es posible expresarlo. Conocedora de la bondad inagotable de nuestra Madre Naturaleza, en su forma de transmitir se identifica al instante su capacidad para compartir y potenciar sus generosos dones. Es capaz de generar una atmósfera sensitiva única con un gran contenido audiovisual. Su sueño es pintar y hacer música a la vez, sin renunciar en ningún momento a la danza, la interpretación y a la poesía.

Musgö Projet lleva su inconfundible sello, es un espectáculo de música, danza y performance para disfrutar, sentir y ver, la puesta en escena del vasto mundo creativo de la artista. Musgö posee su propio escenario y un público fiel, pero el mercado no puede dejar que transcurra un solo día más permitiendo que el resto del mundo se lo pierda. Una guitarra, una lámpara, un atril y un arpa inmensamente sutil, cálida, armónica, elegante y sensual, tanto como la voz de Mar Gabarre.

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