Cuando cae lesionado el quarterback titular de un equipo, el pesimismo se extiende por los fans de dicho conjunto. Si Aaron Rodgers se lesiona, los Packers no son nada, piensan algunos. Cuando Derek Carr tuvo que descansar unas jornadas, los Raiders pasaban de ver el panorama gris a verlo negro. Los aficionados de los Titans sufren cuando ven a Marcus Mariota tambalearse. Los Texans prometían dar mucha guerra hasta que Deshaun Watson se lesionó gravemente en un entrenamiento. Y etcétera.

Lamentablemente, Carson Wentz hizo un mal gesto en una rodilla en  la victoria de Philadelphia contra los Rams y ha dicho adiós a la temporada. Los guarismos que lucía el quarterback de segundo año estaban siendo espectaculares. Sin embargo, la sensación generalizada es que, si bien es verdad que los Eagles ya no parecen asustar tanto, tienen un quarterback suplente con garantías para que el equipo pueda competir sobradamente.

Bienvenido de nuevo, Foles

Estas últimas tres semanas de temporada regular servirán para comprobar en qué nivel se puede situar a unos Eagles comandados por Nick Foles, que será el encargado de suplir a Wentz. Concretamente, a un Wentz  que lideraba la liga en pases de touchdown (33), que había roto el récord de pases de touchdown de la franquicia el mismo día que cayó lesionado y que mediaba un rating de 101.9. ¿Tarea complicada? Obvio. Pero Foles no es un suplente cualquiera.

Hace nada que Foles era el titular de esta franquicia. Fue elegido en el draft de 2012 (tercera ronda) cuando el ahora entrenador de los Chiefs Andy Reid dirigía a Philadelphia. Con Michael Vick titular, las opciones de jugar eran, en realidad, bastantes altas, ya que por unas cosas u otras, Vick siempre podía caer en cualquier momento. Y así fue, entrando en escena en la segunda mitad de su temporada rookie tras una conmoción sufrida por Vick. No fue un año debut fácil para Foles (como a tantos quarterbacks les pasa, dicho sea de paso). Con él, los Eagles ganaron un partido y perdieron seis.

De cero a héroe 

Pasó el largo verano que separa temporada y temporada y Vick seguía como titular. Esta vez aguantaría pocas semanas, y Foles disputó prácticamente todos los partidos. Y ese 2013, bajo el sorprendente e innovador método de Chip Kelly (que así fue hasta que las defensas supieron como jugarle), Foles brilló de forma impresionante. Cifras casi históricas.

El quarterback lanzó para casi 3.000 yardas, 27 touchdowns y… ¡solamente dos intercepciones! El passer rating logrado ese año es el tercer mejor de la historia: 119.2, solo por detrás de Aaron Rodgers en 2011 y de Peyton Manning en 2004. Y la guinda del pastel: consiguió igualar el récord de máximo de pases de touchdown en un solo partido, con sus siete lanzamientos ante los Raiders.

De héroe a cero

Capaz de todo esto, su carrera ha ido decayendo hasta hoy. En 2014, con unos números más humanos pero liderando a los Eagles a un récord de 6-2, se lesionó la clavícula y ya no volvió. Entonces, Philadelphia apostó por Sam Bradford y mandó a nuestro protagonista a los St. Louis Rams.

El ataque no funcionaba (quien lo diría viendo a estos Rams) e incluso fue enviado al banquillo en favor de Case Keenum. Jared Goff entró en escena en la offseason siguiente y Andy Reid lo fichó para los Chiefs (ya se conocían del primer año de Foles en los Eagles).

¿De cero a ...?

Como suplente de Alex Smith, jugó tres partidos luciendo buenas estadísticas. Reincorporado a los Eagles esta temporada, ahora se topa con la oportunidad de reivindicarse, de demostrar que lo de 2013 no fue una casualidad, y de demostrar que sin Wentz, los Eagles siguen siendo grandes.