La temporada en arcilla de Dominic Thiem está siendo para enmarcar. El tenista está desplegando su mejor tenis sobre polvo de ladrillo y está consiguiendo puntos para ascender en el ranking; ranking en el que ocupa el decimoquinto escalón. Su cita precia a Roland Garros decidió que fuese en el país galo y eligió el torneo de la ciudad de Niza, torneo que ganó en la pasada edición y del cual es el vigente campeón. En la ciudad de la Costa Azul quería seguir prolongando su estado de gracia sobre la arcilla. Su primer rival para preparar el segundo Grand Slam de la temporada fue el argentino Leo Mayer. El tenista sudamericano está teniendo unos resultados discretos en los torneos de arcilla y casi ni plantó cara al austriaco.

Es cierto que el partido comenzó de una manera diferente al guión que iba a llevar. Mayer metió presión desde el resto con la potencia que le caracteriza y tuvo dos bolas de break que no pudo aprovechar. Bolas de rotura de las que sin duda se acordaría a lo largo del primer parcial cuando no volvió a encontrar la manera de meter mano al joven austriaco. Thiem comenzó a ser solvente desde el servicio y a Mayer le costó cada vez más imprimir potencia al primer golpe. El juego desde el fondo benefició a Thiem, que llegó con más fuerzas y consiguió una rotura al final de la primera manga que resultó vital para cerrarla.

El segundo set se convirtió en la esperada consagración de Thiem como tenista de tierra batida. El joven tenista no dio ninguna oportunidad a un desesperado Mayer que peleaba como gato panza arriba, pero no le salía nada y a su rival le salía todo. Al final del parcial peleó con más corazón que cabeza el tenista argentino, pero no era su dio y se rindió al estado de gracia de su rival.

Thiem dio una clase de tenis a Mayer en el segundo set y neutralizó el mejor arma de su rival: el servicio. La madurez en el juego del austriaco se nota cada vez y se antoja un tenista a tener en cuenta. El siguiente escollo a superar del cabeza de serie del torneo es el italiano Andreas Seppi.