El año nuevo viene siempre cargado de nuevos propósitos. Mientras muchos en estos días prometen apuntarse al gimnasio o dejar de fumar, Grigor Dimitrov se ha propuesto buscar la regularidad tenística y la estabilidad emocional acordes a descomunal talento.

De la mano de Dani Vallverdú, el búlgaro arrancaba hoy en Brisbane una nueva temporada. Al otro lado de la red, Steve Johnson. El estadounidense, que firmó un gran 2016, se antojaba como un rival complicado para el que era uno de los partidos más atractivos de la primera jornada.

Precisión al resto y solidez desde el fondo

A pesar de la brillantez mostrada en ciertos momentos, la falta de solidez y la irregularidad siempre han penalizado al juego de Grigor. Es por ello que la seguridad desde el fondo de pista es uno de los aspectos en los que Dimitrov ha focalizado su preparación en los últimos tiempos.

Y los resultados comienzan a aparecer. Su buen hacer desde el fondo, preciso al saque e incisivo al resto, fueron las claves de un partido más desigual de lo que cabía esperar. El dominio búlgaro tardó poco en materializarse en un break que rompió los esquemas de Johnson, sacador nato.

 

Fotografía: Brisbane Intenational

La lluvia quiso dar un respiro al tenista yankee cuando Dimitrov servía para poner el 5-2 en el marcador. Pero el remedio fue peor que la enfermedad, y el de Haskovo volvió tras la reanudación más inspirado si cabe, cerrando el primer set con un cómodo 6-2.

Aunque la relajación le costó un break tempranero, Dimitrov supo Dimitrov se enfrentará en segunda ronda a Nicolas Mahutreaccionar de inmediato, y recuperar la rotura en el siguiente juego. La superioridad del número 17 del mundo siguió siendo la tónica dominante en la segunda manga. Un nuevo break fue más que suficiente para que Grigor pudiese cerrar el partido por 6-2 y 6-3 en 1 hora y 17 minutos de partido.

Debut convincente del búlgaro, que en segunda ronda cruzará con el galo Nicolas Mahut.