Pablo Cuevas sigue con su idilio carioca. El uruguayo sumó su tercera corona consecutiva en Sao Paulo en una final interminable que la lluvia aplazó hasta las últimas horas del lunes. El buen hacer de Albert Ramos se vio truncado por un magnífico Cuevas tras la reanudación. Se trata del sexto título en el palmarés del sudamericano, todos ellos sobre polvo de ladrillo.

Sufrimiento y recompensa

El partido comenzó como suelen hacerlo las finales. Fría, con el miedo a fallar encogiendo el brazo de ambos jugadores. A pesar de ser dos tenistas que encajan a la perfección en el patrón de "terrícolas", el primer parcial avanzaba a ritmo de saques.

Sin tomar excesivos riesgos, los dos tenistas parecían estar de acuerdo en mantener la igualdad hasta los momentos finales del set, allí donde siempre se deciden los partidos.

Consciente de esta realidad, Cuevas subió la intensidad al resto. El uruguayo puso en serios apuros el servicio de Ramos, que en el 5-4 concedía la primera oportunidad de rotura, sinónimo de bola de set. Cuevas no pudo aprovechar la ocasión y el español salía airoso del primer momento comprometido del encuentro. La historia se repitió en el siguiente turno de servicio de Albert, pero el de Barcelona se "amarró" perfectamente a la pista, forzando el tie-break.

Albert Ramos (Fotografía: Brasil Open)
Albert Ramos (Fotografía: Brasil Open)

La tendencia se invirtió radicalmente en la muerte súbita. Las oportunidades desperdiciadas nublaron la mente del tenista sudamericano. Ramos aprovechó la situación, asumió riesgos y se apuntó un set que a punto estuvo de perder hasta en dos ocasiones.

Pólvora mojada

Una vez sacudidos los nervios del inicio, el segundo set trajo una batalla a tumba abierta, con ambos tenistas más acertados al resto. Dos roturas, una por cada lado, ponían el 3-3 en el luminoso.

Fue entonces cuando la lluvia adoptó el papel de protagonista inesperado, obligando a interrumpir una final que en aquel momento alcanzaba su cenit. Las precipitaciones no cesaron y la organización se vio forzada a prorrogar el encuentro hasta la jornada del lunes. El amanecer no trajo consigo una mejora meteorológica, y no fue hasta las últimas horas del día cuando la final pudo reanudarse. Y como suele ocurrir en estas ocasiones, el parón invirtió los papeles.

Pablo Cuevas celebra la victoria (Fotografía: Brasil Open)
Pablo Cuevas celebra la victoria (Fotografía: Brasil Open)

Pablo Cuevas hizo valer su condición de favorito, volviendo a la pista mucho más enchufado, ante un Ramos cuya pólvora la lluvia había mojado. Aunque la resistencia del de la Ciudad Condal fue numantina, la superioridad del Uruguayo se tradujo en un nuevo break, suficiente para cerrar el set e igualar el partido.

El parcial decisivo siguió el mismo guión, con un Cuevas que dominaba desde el fondo y un Ramos aguantando el chaparrón, esta vez tenístico. El break definitivo era cuestión de tiempo, y llegó a mitad de set. Mantener el servicio fue suficiente para que Pablo Cuevas, tras dos días y más de tres horas de partido, alzase los brazos al cielo brasileño por tercera vez en tres años.