El cómodo triunfo en sets corridos ante el austríaco Haider-Maurer Andreas, depositó al argentino Diego Schwartzman, de buen presente en la temporada 2017, en los octavos de final del ATP 500 de Hamburgo, un certamen muy prestigioso que ha sido protagonista de extraordinarias batallas tenísticas. Sin embargo, el certamen alemán en la actualidad no atraviesa su pico máximo de esplendor debido a que ningún jugador top 20 ha decidido participar en el mismo.

Ante la ausencia de los mejores tenistas del mundo, las expectativas y las ilusiones de los jugadores con menor renombre crecen exponencialmente. El argentino, que encuentra su mejor versión sobre la superficie de polvo de ladrillo tiene ante sí una gran oportunidad para hacer historia y conseguir su mejor labor en un torneo de tanta relevancia como es Hamburgo. No obstante, no todo sería fácil para el “Peque” quien debió sufrir, pelear y respirar sobrenaturalmente para conseguir el pase a la siguiente fase.

 Por los octavos de final del evento alemán, Schwartzman se encontró del otro lado de la red con el zurdo Cedrik-Marcel Stebe, un jugador poco reconocido que ocupa una lejana posición en el ranking ATP pero que, sin embargo, fue inteligente para dañar el juego del número 38 del mundo provocando en él innumerable cantidad de errores no forzados. Tras un parcial completo de errores y muy pocas virtudes, el argentino pudo cambiar de imagen y terminar coronando una victoria con un gran sabor por la manera en que transcurrió el partido. Luego de dos horas de acción, lo derrotó por 1-6, 6-4 y 6-2.

El primer tramo del encuentro quedó signado por el tenis irreconocible y desordenado que llevó a cabo el nacido en Buenos Aires. Las fallas constantes y la poca solidez en el juego ofensivo hicieron que Stebe pueda  controlar y dominar el mismo sin ningún tipo de sobresalto. Más de 20 errores no forzados fueron demasiados para un tenista como Schwartzman que se caracteriza por ser un jugador parejo, equilibrado y por mantener grandes intercambios de pelotas desde el fondo de la pista. El alemán se mostró sereno, tranquilo y con mucha inteligencia para aprovechar el mal rendimiento de su rival. Con mucha facilidad,  el local se quedó con el primer set por 6-1, evidenciando el flojísimo nivel del argentino.

El panorama era asombrosamente  desalentador, la paciencia lentamente se iba acabando y cada intento de resurrección  se convertía en un nuevo error no forzado. Para seguir con vida en el torneo, la derecha del “Peque” tenía que conseguir mayor precisión, el revés exigía brindarle más seguridad y el servicio (uno de sus grandes déficit) debía presionar y generar mayores complicaciones.

En el segundo parcial, el argentino fue superando cada una de estas falencias y  el encuentro, de a poco, se fue tornando más predecible. Mayores winners, menos equivocaciones y un juego más vistoso le permitieron al sexto preclasificado en Hamburgo, asimilar el partido llevándose el set por 6-4. La perla del día, sin dudas, la aportó el argentino al conseguir un punto fantástico que incluyó aperturas, cambios de dirección y una volea formidable para coronar un punto que quedará guardado como uno de los mejores del certamen.

El tercer y último parcial contó con un Schwartzman muy cambiado: los drops comenzaron a jugar su parte en el asunto, las variantes en los puntos fueron sacando de libreto a Stebe que veía cómo el partido se le escapaba de su dominio. El argentino se reinventó, cambió su retrato y se asemejó mucho más su juego al que venía acostumbrándose en este último año. Con dos quiebres de ventaja y con un parcial de 6-2, avanzó a los cuartos de final del ATP 500 de Hamburgo donde deberá chocar con el excelso tenista alemán Florian Mayer.

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