“Fue mi último Grand Slam, los voy a extrañar mucho”. Estas fueron las palabras que salieron de la boca de un angustiado David Ferrer que, injusta y tristemente, debió abandonar su encuentro de primera ronda ante Rafael Nadal cuando apenas disputaban el segundo parcial. Muchas veces los ciclos no terminan como uno desea ni tampoco como lo merecía una carrera tan llena de éxito como la del español y exnúmero tres del mundo. Sin embargo, Ferrer dio lo máximo, intentó continuar a pesar de que el dolor en el tobillo le imposibilitaba desplazarse en la pista y abandonó el US Open con el reconocimiento hecho aplausos de las 23.000 almas que colmaron el Arthur Ashe.

El número uno del mundo, Rafael Nadal, ganaba el partido por 6-3 y 3-4 cuando Ferrer (confeso amigo suyo) decidió tirar la toalla para dictaminar el pase del balear a la segunda ronda del Abierto de los Estados Unidos, certamen que lo tiene como el campeón defensor (venció a Kevin Anderson en 2017). Sin dudas que la forma en la que avanzó de instancia no lo llena de satisfacción al mallorquín que, durante la hora y media que se mantuvieron en la pista, no encontró un tenis sólido y seguro desde la línea de fondo.

Con este triste desenlace, David Ferrer -que actualmente ocupa la posición número 148 del ranking- decidió ponerle punto y final a su participación en torneos de Grand Slam, una decisión que él venía analizando desde hace un tiempo y que finalmente se hizo realidad. El nacido en Jávea nunca había abandonado un partido de Grand Slam; no obstante, como una trampa del destino, esto ocurrió por primera vez en la edición número 50 del US Open y en su partido de despedida. La garra, el talento, la entrega y fundamental su fabuloso tenis conformarán un gran vacío en los próximos torneos grandes.

Rafael Nadal no alcanzó a meterse de lleno en el partido. Durante el primer parcial, ambos alternaron buenos y malos momentos, cometieron casi la misma cantidad de errores no forzados e igual cantidad de tiros ganadores, pero fue la jerarquía del mejor tenista español de la historia la que marcó la diferencia. Con un quiebre de ventaja, el campeón de 17 Grand Slam, se adjudicó el set por 6-3 y obligó a Ferrer a gestar una heroica para continuar con vida en el complejo Flushing Meadows.

Poco queda para analizar de la segunda manga. Ferrer, con permanentes muecas y muestras de dolor, y Nadal, desatento e irregular. Quizás ello se explique en parte por la imagen de sufrimiento que venía desde el otro lado de la red. El español de 36 años -fiel a su estilo y con mucha dedicación- intentó dar lo máximo y pelear el juego hasta las últimas circunstancias. Pero el dolor se tornó inaguantable cuando el marcador, para colmo, lo adelantaba por 4-3 y servicio.

A pesar de que el resultado le hacía un guiño y lo incentivaba a continuar dando batalla, David Ferrer decidió retirarse del encuentro ya que, en parte por su condición física pero por sobre todas las cosas por ser el mismísimo Rafael Nadal quien estaba del otro lado de la red, parecía prácticamente imposible que pudiese terminar consumando una victoria. De esta forma, Ferrer selló en el US Open (fue semifinalista en 2007 y 2012) su última asistencia en un Majors, mientras que el balear accedió a la segunda ronda del torneo norteamericano, donde se verá la cara con el canadiense Vasek Pospisil.