El contraste que ofreció Serena Williams en el Arthur Ashe frente a Kaia Kanepi fue sublime. De la calma al desenfreno, de la estática al desgaste en movimiento y de la mesura a la explosividad. Cada uno de esos elementos estuvieron presentes en la victoria de la estadounidense sobre la nacida en Estonia, con parciales de 6-0, 4-6 y 6-3 para meterse en los cuartos de final del US Open

Serena y Kaia renunciaron a iniciar el partido en el primer set. Por el contrario, la norteamericana decidió impartir un recital en lo que parecía una obra que trataba de ella sola. La menor de las Williams, ambientada ya en un tutú, fue dueña y señora del primer capítulo del encuentro. La propia Kanepi asumió su rol de espectadora, ante el magnífico nivel que seguía mostrando la ex número uno. 

Se sabía que la jugadora vestida de azul era la ganadora porque el marcador así lo dictaba, pero el lenguaje corporal de ambas competidoras era casi idéntico. Quizás solamente el sudor delataba a Kanepi, producto de la confusión o impotencia de su circunstancia. Por otro lado, Williams lucía bastante serena; en menos de 20 minutos, ya se había adelantado con un 6-0 demoledor. 

La número 44 del mundo decidió reaccionar hasta que se encontró en una inferioridad abrumadora. Se hizo con los primeros dos juegos del segundo set para empezar a tomar distancia, aunque ya parecía demasiado tarde. Serena empezó a perseguirla y comenzó a dejar salir sus primeros rugidos de pasión. Kanepi volvió a quebrar pero la estadounidense prolongó el éxito momentáneo de su rival, frustrando el hecho de que servía para la segunda manga. 

El tercer set point fue el vencido para Kaia, quien acababa de desbloquear un logro personal: arrebatarle un set a Serena Williams. Por otro lado, la ganadora de 23 majors volvió a mostrar una faceta calmada, como si desde ese momento supiera que al final iba a resultar vencedora. 

Williams tuvo problemas al abrir el tercer set. No enfrentó ningún punto de quiebre en contra pero se demoró más de lo esperado, incluso por ella misma. La prueba de que sus sentimientos seguían a flor de piel fue el rugido que atravesó todo el estadio cuando por fin logró el primer juego de la manga. Ambos puños apretados y un grito que iba dirigido a su creadora. 

Kanepi volvió a asumir su rol de vícitima, aunque de vez en cuando se convertía en toda una retadora. La de Estonia siguió de cerca a Serena para ver si trastabillaba y le otorgaba alguna oportunidad para atestar otra sorpresa en el cuadro femenino. Pero Williams estaba en su hábitat natural, y no tenía pensado despedirse de Nueva York antes de la segunda semana de competencia. 

Serena concretó la victoria con un passing formidable, que se ubicó como uno de los tantos tiros de fantasía que la norteamericana realizó durante el partido. El Arthur Ashe se fundió en una ovación que la bailarina correspondía con un giro de 360 grados. La siguiente misión será acercarse cada vez más al trofeo de campeona, ese que ha levantado tantas veces. En frente tendrá a Karolina Pliskova