El último Masters 1000 de la temporada jugado en la capital francesa, París Bercy, y que cuenta con el agregado de definir las plazas que aún están vacantes para el Torneo de Maestros que se va a disputar en Londres y que reúne a los mejores ocho tenistas del año, ya está en marcha. Mientras que Marin Cilic, Dominic Thiem, Kei Nishikori y John Isner pelean por tres lugares en la última gran cita del año, otros tenistas de gran renombre como Milos Raonic y Jo-Wilfried Tsonga afrontaban el certamen parisino con una búsqueda totalmente diferente: retomar la confianza y el tenis que han impuesto a lo largo de sus brillantes carreras. Ambos afrontaron un 2018 con muchas frustraciones, lesiones, vaivenes, y derrotas sorprendentes con jugadores inferiores a su nivel, peculiaridad a cambiar de cara al próximo año.  

Por la primera ronda del torneo y bajo las inmensas gradas del estadio principal, Raonic y Tsonga se enfrentaron en un compromiso donde la vehemencia, la velocidad de los disparos y los puntos cortos se hicieron dueños de la escena. El servicio de los dos fue incesante, penetrante y ninguno pudo hacer pie en los juegos al resto, lo que determinó un partido sin variaciones ni grandes emociones. El resultado era predecible por las características de los jugadores que salieron a jugar en el suelo verde de París: Raonic, salió enfocado en acertar primeros saques y dominar el juego con su derecha, especialmente al revés del francés. Tsonga, por su parte, con mayor movilidad, efectivo con el saque y con el empeño puesto en aguantar los bombazos que venían del otro lado de la red, plan de juego que en largos tramos se vio vencido por méritos propios del canadiense.

El número 21 del mundo, que arrastraba tres derrotas consecutivas frente a Jurgen Melzer, Vasek Pospisil y Mackenzie McDonald, comenzó por debajo en el marcador tras ceder la primera manga por 7-6 (4), en un parcial donde los pequeños detalles y las mínimas ventajas otorgadas debían ser aprovechadas. El francés, expectante y seguro, pegó primero en el tiebreak y se adueñó de una importante ventaja inicial, que luego terminaría desperdiciando en el parcial definitivo. Sin embargo, el pupilo de Goran Ivanisevic no daría el brazo a torcer: casi sin perder puntos con el saque y promediando los 212 kilómetros por hora, puso todo en la cancha para desestimar las posibilidades de quiebre de su rival, equilibrar la pizarra y dictaminar un final vibrante e inseguro, ya que en esta clase de partidos, dos o tres puntos claves determinan el vencedor.

Con muchos errores no forzados pero con mucha decisión y aceleración, el finalista de Wimbledon 2016 sacó una extensa ventaja en el tiebreak del segundo parcial (6-1) y terminó adjudicándoselo en el quinto intento, tras varios intentos de resurrección de Tsonga que con mucho esfuerzo por poner en juego los temibles servicios de Raonic, levantó  cuatro puntos de set. Sin embargo, el set fue 7-6 (5) luego de una hora y dos minutos para el canadiense que desde ese momento, y en todo el tercer parcial, se vio mejor pisado en la pista, con mayores aciertos y con mejores posibilidades a la hora de los juegos al resto.

Con el partido igualado en parciales, el final contaría con un desenlace dramático. En el 3-3, fue el actual 256 del mundo quien puso en aprietes a su adversario y afrontó sus dos primeras chances de quiebre en el partido, pero ambas fueron sorteadas sin problemas por los saques de Raonic. Después fue el momento del canadiense que, a base de fuertes disparos con su derecha y con mayores aciertos en las devoluciones, tuvo a su merced la oportunidad de liquidar el encuentro antes del tiebreak: contó con dos match points pero no pudo concretarlos. La batalla terminó definiéndose como era justo en el tramo final  y Raonic se quedó con un partidazo por 7-6 (5) para meterse en la segunda ronda del torneo, donde lo espera como recompensa el suizo Roger Federer que, después de mucho suspenso, decidió asistir al Másters de París.