El agujero negro, el enorme socavón en el que lleva metida Garbiñe Muguruza desde hace más de un año parece no tener fin. La tenista nacida en Caracas hace 26 años cada vez recuerda menos aquella que logró alcanzar la cima del ránking mundial y coronarse tanto en Roland Garros como en Wimbledon. En este último escenario, el lugar de su coronación hace dos años venciendo a Venus Williams en la gran final, ha tenido lugar el enésimo traspiés de una jugadora que no termina de ver la luz del túnel, de encontrar la salida al laberinto en el que lleva inmersa desde finales de 2017. Esta vez le tocó a la brasileña Beatriz Haddad Maia, número 121 del mundo y procedente de la fase previa, hurgar en la herida de Muguruza, a la que despidió de Wimbledon por la vía rápida (6-4 y 6-4) en apenas hora y media de juego. 

Números casi calcados por parte de ambas: Maia realizó 20 golpes ganadores, siete 'aces' entre ellos, por 26 errores no forzados. Muguruza generó los mismos winners pero cometió un error más

La brasileña, natural de Sao Paulo, sacó partido de su elevada estatura, 1.85 metros, y de su efecto de zurda, tan valioso en una superficie tan rápida como la hierba, para, poco a poco, sacar de quicio a una más que inestable Muguruza. La española comenzó bien, con un 'break' de entrada y llevándose ocho de los primeros nueve puntos del partido (2-0). Pero pronto volvió a aparecer la que se ha acabado convirtiendo en la gran enemiga de la caraqueña: la temida irregularidad. Eso, unido también a su negativo lenguaje corporal, fue quitando la confianza a Muguruza y elevando la de su rival. La brasileña recuperó la desventaja y tras varios juegos en los que supo zafar sus servicios, se presentó su oportunidad con 5-4 arriba. 

La presión de sacar para mantenerse en el set volvió a superar a Muguruza, que otorgó la primera bola de set a Haddad Maia con una doble falta más que inoportuna. Acto seguido, llegó otro error, esta vez con la derecha, y el set se fue a manos de la brasileña, que ponía el 6-4 en el marcador aumentando la inseguridad de la bicampeona de Grand Slam

Muguruza sucumbe a la presión

El segundo y, a la postre, definitivo acto, resultó un quiero y no puedo por parte de Muguruza. Sin un esquema claro y con la sensación de no creer en ningún momento en sí misma, la española caminó sobre el alambre durante todo el segundo set. Pese a ello, también dispuso de su oportunidad para poder cambiar el rumbo del encuentro. Ocurrió con empate a tres en el marcador. Muguruza parecía asentarse, pero con bola de 'break' a su favor, envió fuera una volea de largo recorrido a medio metro de la red. Ese fallo era fiel reflejo de la ansiedad que presidía la cabeza de la hispano-venezolana, que en el siguiente juego se valió de su talento para salvar un 0-40 con su servicio. Sin embargo, ni eso le cambio el ánimo a una jugadora que parecía dispuesta a aceptar su destino, que no era otro que la derrota. Ésta se produciría de forma definitiva un par de juegos más tarde y con otra doble falta, la manera más lógica posible de cerrar un partido que nunca creyó poder ganar. 

De esta manera, Muguruza vuelve a abandonar un gran escenario por la puerta de atrás y lo peor es que, a corto plazo, no parece que esto vaya a cambiar. Lo único positivo es que este deporte siempre te ofrece la oportunidad, cada semana, de poder cambiar las cosas. A eso se tendrá que aferrar la actual número 27 del mundo, que, ahora más que nunca, tendrá que armarse de paciencia y no caer en el desánimo. Haddad Maia, por su parte, se medirá ahora a la británica Harriet Dart, número 182 del mundo e invitada por la organización, que hoy también se deshizo de la estadounidense Christina Mchale en tres sets.