Viajar a diferentes países, arbitrar más de un partido al día y realizar diversas tareas fuera de las pistas. A todo esto se tiene que enfrentar un árbitro profesional, un equilibrio difícil de conseguir que aún se complica más si eres madre. Paula Vieira, primera latinoamericana en lograr la insignia de oro como juez de silla, hace frente a una nueva fase de su carrera al tener que combinar su faceta de madre con su carrera profesional como juez de silla, a la vez que ejerce como mentora de una insignia de bronce y es una de las evaluadora de jóvenes jueces de silla durante los torneos. 

La brasileña que entró en contacto con el tenis a los 10 años, se dió cuenta durante su adolescencia que no se encontraba cómoda empuñando la raqueta, ya que  “a los 16 años, ya sabía que mi talento tenístico se utilizaría mejor en otras áreas, ya que nunca me gustó competir, solo para jugar y disfrutar. Creo que también se debió a mi personalidad. Me gusta ser amable con todos, y cuando salía a la pista como jugadora, fue como, 'Tengo que ganar un partido y la otra persona tiene que perder por eso'. Entonces, eso para mí fue, 'No. ¡No me gusta este sentimiento!". De esta forma, Vieira decidiría seguir vinculada al mundo de la raqueta pero desde otra posición, ya que “vi oportunidades en eventos nacionales, eventos en mi ciudad, y la gente de la federación local que me conocía era como," Paula, ¿te gustaría intentar arbitrar? ”.Su respuesta fue positiva, entonces pensó: “¿Por qué no?", fue así como a los 17 años, la brasileña decidió dejar de jugar para convertirse en árbitro, matriculándose en 1999 en una escuela nacional de tenis en Porto Alegre, su ciudad natal.

En 2004 conseguiría la insignia blanca, lo que la reconocería en su desempeño como árbitro a nivel internacional al participar en diferentes torneos de Sudamérica, además de su Brasil natal, Vieira arbitraría en Argentina y México. A la insignia blanca, le seguiría la bronce obtenida en Sao Paulo y que le ayudaría a entrar como invitada en el programa de desarrollo de la gira en América Latina, territorio que hasta ese momento no contaba con muchas mujeres arbitrando.

Fue en marzo de 2019 cuando la vida de Vieira y su esposo Fabio Souza, quien también arbitra, dio un giro al tener a su primera hija a la que llamaron Bethania. Eso llevó a la brasileña a no poder formar parte de la primera parte de la temporada, viéndose obligada a adaptarse a la nueva situación teniendo que pasar meses sin poder arbitrar, para ella "esta fue la primera vez en mi vida, desde que tenía 20 años, que pasé tanto tiempo en casa. Era un mundo nuevo para mí. Desde que tenía 17, 18, viajaba. Obtuve mi insignia blanca en 2004, y desde ese momento, nunca me detuve.” 

Poco después de tener a la niña, la brasileña se encontraba organizándose para poder volver cuanto antes a las pistas,pues no estaba acostumbrada a pasar tanto tiempo alejada del tenis: “pasé dos meses en casa con ella, y luego estaba haciendo mi calendario, y pensé: Necesito trabajar. Necesito ser yo mismo otra vez . Ella es lo más importante, todavía lo es, pero necesitaba hacer algo por mí misma. Estaba como, necesito esto. Necesito estar en la pista por unas horas. Echo de menos estar en la pista. Creo que es el único lugar al que pertenezco, el lugar donde estuve todo el tiempo, que nunca me perdí menos un mes cada año para estar en casa durante las vacaciones ".

Sería en junio cuando Vieira pudo volver a las pistas, siendo el Nature Valley Open en Nottingham el primer torneo que arbitraría desde su maternidad. Allí, se reencontraría con otras compañeras que compartían su misma situación entrando en el exclusivo grupo de las árbitros que son madres junto a Louise Azemar Engzell y Eva Asderaki-Moore, quienes no dudaron en brindarle su apoyo, pues según dijo la brasileña:“estamos en contacto. Cuando estaba en casa, se acercaron para ver cómo estaba, cómo me sentía. Estaban felices por mí. Me gusta hablar de esto con las otras árbitro. Esta es la vida que estoy viviendo. Estoy en la gira. Nadie dijo: 'Paula, tienes que volver'. Esa fue completamente mi elección. Esta es la vida que conozco, esta es la vida que me gusta, y mi hija tiene que ser parte de esto.”

Vieira cuenta cómo la pequeña Bethania se ha convertido en una fiel compañera de viaje durante el tour, debido a que “ella viajó con nosotros a ocho eventos de la WTA y dos Grand Slams el año pasado. Casi todos los meses de su vida así que lejos, ella está en eventos de tenis. Afortunadamente, es una bebé tranquila y fácil. No llora en absoluto. Se lleva bien con todos.”

Ella sabe que el equilibrio al que tiene que hacer frente cada día cuando se dirige a un nuevo país a arbitrar llevando consigo a su hija es duro, pero está dispuesta a demostrar que se puede compaginar ambas facetas. Pues se muestra positiva diciendo que “hay [mujeres árbitro] que no quieren tener hijos, y esa es completamente su elección, pero hay otras que sí, que sé que les gustaría tener un hijo algún día. No es todo siempre de color de rosa y es agotador...Pero es agradable estar de gira con Bethania semana tras semana para demostrar que es posible. Creo que es completamente posible, pero siendo madre, solo tú sabes lo que puedes hacer. Hay mamás que están haciendo mucho más que yo... Pero para mí, solo quiero demostrar que puedes tener un hijo y continuar esta increíble carrera de ser un árbitro de tenis".