La derrota que sufriría Novak Djokovic en la central de Flushing Meadows inauguraría una trayectoria complicada a partir de la gira asiática, donde el serbio acabaría perdiendo el liderato de la tabla masculina a costa de la perspicacia de Andy Murray.

A las 22:30 (hora peninsular) dos de las principales raquetas del circuito se daban cita en una final apasionante sobre la central de Nueva York. El jugador de Laussana había batido por el camino a figuras relevantes de este deporte como son Fernando Verdasco, Juan Martín del Potro o el nipón Kei Nishikori. No obstante, su situación contrastaba con la del belgradés, muy poco activo en el torneo con apenas tres partidos disputados por completo.

El actual número dos de la ATP se quedó a las puertas de su tercer Abierto de los Estados Unidos y de igualar los catorce Grand Slam de Pete Sampras, algo que podrá intentar a principios de año en Melbourne. Aun así, el suizo está aún muy por debajo del mejor nivel de Nole, posicionándose con cinco victorias frente las 21 del serbio.

Djokovic quizás pecó de soberbia

La comodidad no se alineó en los inicios del encuentro con el lausanés, que en diez minutos ya iba 3-0 abajo. Ante la superioridad de Novak Djokovic el suizo hizo lo que pudo, posicionándose con un 5-2 y el servicio a su favor. Ese momento fue crucial para el curso del encuentro, consiguiendo Wawrinka evitar perder el set con dos bolas de break en contra e igualar el marcador a cinco.

Las dobles faltas de Djokovic y la presión creciente sobre la Arthur Ashe guiaron el desenlace de la primera manga a la muerte súbita, donde Stan Wawrinka cedió por un amplio 7-1 su oportunidad de ir por delante.

El huracán de Lausana

El segundo parcial supuso una revolución, donde Stan Wawrinka ampliaba la diferencia respecto a su rival por 1-4 mostrando su mejor despliegue de recursos sobre el terreno de juego. A pesar de ello, Djokovic no se amedrentó y escaló peldaños hasta establecer nuevamente las tablas. Aun así, el suizo pudo salirse con la suya y sellar 4-6 el set para evitar otro tie break.

La tercera manga se iniciaba por todo lo alto, con un intercambio de 28 golpes y seria necesidad de oxígeno. Stan Wawrinka demostraba una maduración táctica considerable y desenvoltura en los intercambios con Novak Djokovic buscando los ángulos. Psicológicamente Nole no estaba bien, y buscaba con la mirada constantemente la aprobación de Boris Becker y Marian Vadja.

La agresividad que denotaba el actual número tres del mundo era impecable, imponiendo su ley nuevamente con un 5-7 y aflorando la sorpresa de un público desatado. Finalmente, acabó alzando el campeonato por primera vez en su carrera con un 3-6 definitivo.