Había una vez un pingüino tan frío, pero tan frío, qué congeló un Volcán. Un Volcán que presumía erupción pasara lo que pasara. Un Volcán que jamás dejaba de explotar y que cada quince días quemaba y quemaba a quién tuviera intenciones de apagarlo. Un Volcán cuidado por más de 45 mil almas y once Tigres que aseguraban siempre, iba a estallar. Un Volcán que presumían tenía una lava ‘Incomparable’ y que juraban que nada ni nadie la podía congelar.

Ellos se jactaban infinitamente de un pingüino, un pingüino que a su juicio era ‘pecho frío’, un pingüino que ellos mismos crearon. Pero ¡oh sorpresa! ellos jamás imaginaron que aquel pingüino tan frígido que ellos habían inventado, era el que iba a congelar totalmente su tan osado y sagrado Volcán.

El pingüino se armó de valor y juntó un gran ejército de pingüinos, después seleccionó a sus mejores once aves marinas y salió con rumbo a ese mítico Volcán inacabable del que nadie había podido salir airoso.

Cuando los pingüinos llegaron, el lugar estaba ardiendo, parecía imposible apagarlo. Entonces el pingüino mayor, ideó una gran estrategia y se las platicó momentos antes de  que comenzara la batalla con aquellos temibles Tigres que defendían a muerte su guarida, y que no iban permitir que un pingüino les venciera y apagará su fabuloso Cráter.

La batalla comenzó dura para ambos. El Tigre mayor estaba sorprendido de cómo los pingüinitos eran tan combatientes. Los once Tigres rugían, pero los once pingüinos no se achicaban y trataban poco a poco de congelar el tan añorado Volcán.

Entonces, cuando la batalla llegó a su segunda parte, y parecía que los once Tigres iban a acabar de una manera cruel con los pingüinos, inmediatamente el pingüino Leo sacó a relucir toda su frialdad y con un fuerte cabezazo congeló de una manera sorprendente el Volcán. La mayoría de las personas que presenciaban la batalla estaban atónitas y otras, en menoría, festejaban con gran júbilo el momento de la congelación, pues eran fieles admiradores de aquellos valientes pingüinos.

Finalmente la batalla terminó y el Volcán quedó como jamás había quedado. Frío, congelado, desolado. Aquellos pingüinitos eran tan fríos y tenían el pecho tan helado, que lograron arrecir en su totalidad aquel ‘Incomparable’ Volcán.

La historia pasada es una metáfora de lo ocurrido el pasado sábado en el Universitario, en donde Monterrey ganó 1 a 0 el Clásico Regiomontano con gol de Leobardo López, y así se llevó una nueva edición del Derbi contra su más acérrimo rival, los Tigres de la UANL.

PD: Que ironía que algunas personas llamen ‘pecho frío’ a otras, cuando a la hora de pelear una Semifinal o un partido por el descenso contra tú rival más odiado no puedas ganarle, o peor aún, que a la hora de pelear una Final no puedas simplemente ganarla.

Dentro de estos últimos diez años, Tigres sólo ha podido ganar una Final y nunca ha vencido en un Clásico importante a su más odiado rival. En cambio, Monterrey dentro de esta última década que pasó, tiene cinco campeonatos ganados (Tres de liga y dos de Concachampions) y en las dos Semifinales que ha jugado contra los felinos, en las dos los ha eliminado. Qué ironía que a la hora de la verdad, el ‘pecho frío’ resulte no ser realmente como algunas personas piensan, mientras que otras personas que presumen no ser así, a la hora de los partidos importantes, simplemente se achiquen y no puedan ganarlos. Entonces, con todo esto ¿quién es el ‘pecho frío’ realmente?