La tragedia y el fútbol nunca han sido elementos aislados. Este deporte, en diversos pasajes, se ha vestido de negro por sucesos dramáticos y, a lo largo de su historia, ha dejado una gran cantidad de legados truncos, ocasionados por lo único inevitable: la muerte.

De entre esos sucesos que terminan por permear hasta la posteridad, por azares del destino, el Club Guadalajara no ha sido ajeno a la tragedia y, para la tristeza e infortunio de su historia, cuenta con diversos pasajes tristes, de jugadores que hoy alimentan la lista fúnebre en el balompié nacional.

Corría el año de 1980 y Guadalajara llegaba a Estados Unidos a jugar un encuentro en Los Ángeles, California. El Rebaño se enfrentaba a un equipo muy particular, Argentinos Juniors. El Bicho, un equipo tradicionalmente conocido como gran formador de jugadores, llegaba a tierra norteamericana con la joya más grande, con su canterano más prominente y con el jugador más brillante que tuvo Argentina en su historia: Diego Armando Maradona.

En un amistoso, Pepe borró con marca personal a Maradona

Maradona llegó al partido ante Chivas con la encomienda de mostrarse como la perla del fútbol argentino y confirmar su papel de mejor jugador del continente. La gente, más allá de ir a ver al siempre popular Guadalajara, sentía ese deseo de ver el espectáculo del Diez, en lo que se vislumbraba como uno de sus últimos partidos con Argentinos, antes de ir a un club más grande. Chivas, entonces, llegaba como víctima; nadie confiaba en que el equipo mexicano pudiera con tanto talento enfrente.

El partido comenzó y la sorpresa se fue gestando. Maradona estaba siendo borrado en el campo y Guadalajara, ni remotamente, estaba siendo víctima de Argentinos. Por el contrario, daba mejores muestras de fútbol y había anulado al Pelusa con la presencia de un jugador en particular. Aquel futbolista que le hizo marca personal a Diego y que, a la postre, terminó por darle la victoria a los rojiblancos, era José Martínez González.

Aquella tarde de noviembre, Pepe, marcaba un parteaguas en su historia como profesional. A partir de ahí, con 28 años de edad, el rojiblanco empezaba a forjar un camino que parecía tener como siguiente destino Argentina. Ahí, precisamente, compartiría vestidor con Diego, luego de que éste firmara con Boca Juniors y de que Pepe se apalabrara con su directiva –supuestamente por la misma recomendación de Diego– para también convertirse en xeneize, terminando la temporada mexicana.

Con el futuro prometedor que representaba su siguiente aventura, Pepe solo tenía que cumplir con el ‘trámite’ de los últimos juegos en México y, de entre ellos, uno contra el Puebla que celebraba la fecha 17 de la Temporada 1980-1981. Para dicho partido, Chivas se dirigía a la Angelópolis haciendo su traslado en avión hasta la Ciudad de México y ahí tomando el autobús que lo llevaría por fin a su destino final. Para mala fortuna de los rojiblancos, dicho traslado fue lamentable; acomodado en los asientos de atrás, Pepe Martínez perdió la vida, a causa del choque con un tráiler.

Aquella tarde de febrero, acababa el sueño de una prometedora figura del fútbol mexicano. A partir de ahí, el dorsal 22 del Rebaño está retirado en su honor y solo es utilizado en casos de fuerza mayor. Pepe Martínez, fue una de esas estrellas truncas que, por cuestiones ajenas al fútbol, fueron privadas de la grandeza. Esta semana, celebrando una nueva historia entre Guadalajara y Puebla, es buen momento para recordar al futbolista y a la persona.

Descanse en Paz, José Martínez González.