Cuando algo está enfermo aún tiene vida. A su regreso de Nuevo León, nadie daba un peso por Pumas; el título de Tigres era un hecho. Sin embargo, el conjunto del Pedregal le regaló a sus aficionados una noche mágica que quedará en los anhales de la historia del Club Universidad. Si bien un hecho que muchas veces tiene que ver con el azar le quitó a los auriazules la octava estrella, también reafirmó la grandeza del equipo representativo de la máxima casa de estudios de México. 

Fue un gran torneo para Pumas, se logró el pase a Copa Libertadores y Concachampions. Universidad dejará las mentadas noches de Copa MX, aunque sea por un tiempo, y jugará merecidamente torneos internacionales. 

Dentro de ese magnífico semestre de los universitarios hay dos piezas angulares: Guillermo Vázquez y Antonio Sancho, quienes con un proyecto sólido alejaron a la institución de los puestos del descenso, formaron un equipo practicante imbatible en casa y se adjudicaron el liderato general. 

Nadie se acuerda de los subcampeones, pero este Pumas dejó una huella difícil de borrar. El plantel felino dejó claro en la cancha que los colores azul y oro no los puede portar cualquiera; la camiseta se respeta. 

Ahora vendrá un momento clave para los de la UNAM, pues tendrán que buscar apuntalar al equipo para jugar cuatro torneos en 2016 y la sólo participar no es una opción, tanto en Libertadores como en Conchampions tienen cuentas pendientes. Mientras tanto, auriazules, siéntanse orgullosos de vestir la camiseta de Pumas.