Desde octubre de este año, el balón ha rodado en las categorías femeninas Sub-13 y Sub-16. El camino ha durado décadas y, sin duda, es complicado. Al ser una de las pioneras del balompié en México, Andrea Rodebaugh lo sabe muy bien. Superando cientos de obstáculos, la ex-mediocampista logró ocupar un lugar en equipos de Estados Unidos, Japón y Francia, así como ser capitana de la Selección Mexicana en la Copa del Mundo de 1999.

"El fútbol femenil ha existido aquí (en México) desde la década de los 60, pero no era oficial, y su forma más común es el fútbol rápido.  Debido a la falta de organización, es difícil para las chicas encontrar un camino de alto rendimiento", declaró a FIFA.com.

Al final de su carrera futbolística, Rodebaugh consiguió su acreditación para dirigir. Después de encargarse de la Selección Femenil Sub-20, estuvo al frente de las 'Xolas' de Tijuana. Desde 2008 ha sido instructora en el máximo organismo del fútbol, trabajando año con año en proyectos en CONCACAF y CONMEBOL.

Hoy, con 49 años, ha conseguido vivir de su pasión, que nació cuando era adolescente.  “Mi generación tuvo que luchar por obtener el derecho de jugar y lo logramos", afirmó. "Actualmente, el verdadero reto es ver el fútbol femenino como un estilo de vida realista. En México hay 35 mujeres con licencia de entrenador y desconocemos su paradero, ya que no tienen muchas opciones para aprovecharla y trabajar."

Su oportunidad llegó con 'Xolas', que compiten en la 'US’s Women's Premier Soccer League' (Liga Premier de Fútbol Femenil de Estados Unidos). Obligada a mantener las prácticas a las 5:00 para no interferir con los estudios y empleos de sus dirigidas, y a cruzar la frontera para los partidos, nunca se quejó. Su objetivo estaba claro: abrirle las puertas a sus chicas.

Su presente incluye hacer frente a las complicaciones en la parte administrativa:  "Tenemos que crear espacios para mantener las oportunidades.  Las niñas tienen que ver a las mujeres como entrenadores, árbitros y administradores para obtener inspiración y convencerse de que pueden llegar a ocupar uno de esos puestos."

"En mi época de jugadora, nunca pensé en convertirme en entrenadora. Nadie me lo sugirió ya que no era una opción realista, pero me dije a mí misma, 'esto es lo que me apasiona, voy a dedicarme a ello'. Tenemos que lograr ser 'modelos a seguir' y ser vistas como algo normal. Sé que soy privilgiada por arreglármelas para vivir mi sueño."

Andrea no habría conseguido éste privilegio sin el esfuerzo, sacrificio y dedicación que tiene su trabajo día con día. Sin embargo, el camino no ha terminado, quedan muchas batallas que hay que ganar por el bien del fútbol femenil.