Hungría ha empezado con el pie derecho su andar en la Eurocopa 2016, haciéndonos recordar viejas épocas gloriosas de esta selección. Entre los años treintas y cincuentas del siglo pasado, el futbol húngaro alcanzó su máxima brillantez con la obtención de dos subcampeonatos mundiales y tres oros olímpicos. El éxito del fútbol magiar no pasó desapercibido para México, y varios directivos ofrecieron importantes sumas de dinero para atraer a jugadores de esa nación.

A principios de 1950, traídos por el Dr. Berker, llegaron al América un par de jugadores húngaros; el delantero Itzavan Kadas y el portero Iván Czintalán. El atacante debutó con la playera crema el 8 de enero de 1950, ante Veracruz, dando una asistencia para gol. Jugó 11 partidos oficiales con América, y marcó 4 goles. Por su parte, el guardameta magiar atajó en 2 partidos oficiales con los Cremas, en los que recibió 4 goles. Junto con ellos llegó otro compatriota de apellido Adams, quien no tuvo oportunidad de debutar oficialmente en el club.

¿Por qué no se quedaron más tiempo la tripleta de jugadores húngaros? Detrás del breve pasaje de estos tres magiares se cuenta una curiosa historia. Las crónicas de aquella época citan que al llegar a México encontraron alojamiento en casa de un periodista. Sin embargo la estadía no fue grata, y terminaron por pelearse con el hombre de la prensa. Llegando el pleito a ocasionar que el periodista gestara una campaña mediática en su contra, dificultando su trayectoria en el futbol mexicano. Los tres abandonaron el club a mediados de 1950.

Guantes peruanos

Otra nación que esta dando de qué hablar con su futbol en este verano es Perú. Al igual que los húngaros, el equipo inca obliga a recordar generaciones de talentosos jugadores. En América jugaron dos arqueros peruanos de excelentes cualidades, aunque la suerte no siempre los acompañó. Ellos fueron Eugenio Arenaza y Walter Ormeño.

Eugenio “Mono” Arenaza llegó al América en septiembre de 1950, tras vivir momentos de gloriosa con el campeonísimo León. Su llegada causó gran expectativa en el cuadro crema, sin embargo los resultados no fueron los esperados. Estuvo en 21 partidos oficiales bajo los postes, y solo pudo ganar 5. Sus mejores años habían pasado, por lo que pronto fue transferido al Oro.

Caso contrario fue el de Walter Ormeño, el apodado Gigante de Ébano. Tras emigrar de argentina, el arquero peruano se probó en América y convenció a los directivos capitalinos. Debutó un 15 de julio de 1959 ante Toluca, en un partido que fue suspendido por lluvia, y terminado un día después con derrota del América. A partir de ahí el arquero inca se convirtió en figura del cuadro americanista, siendo alabado por el nuevo dueño, Emilio Azcárraga Vidaurreta.

Sin embargo la carrera de Walter Ormeño en el club acabó en un abrir y cerrar de ojos. En un partido contra Toluca en noviembre de 1960 sobrevino una jugada confusa. Ormeño mantuvo durante todo el partido un pique con el delantero choricero Ramírez, quien cerca del final fingió una agresión por parte del portero peruano. El árbitro cayó en el engaño y expulsó a Ormeño, quien fúrico golpeó al juez.

Las versiones sobre el altercado son muchas, pues mientras algunos refieren un gancho al hígado por parte del jugador crema, otros mencionan solo un fuerte empujón. Lo cierto es que Ormeño fue suspendido un año por el Tribunal de Penas, por lo que dejó al equipo. Volvería una década después al club para dirigirlo por más de 60 partidos, poniendo los cimientos de una gloriosa época americanista.

Grandeza mundial

Más de 200 extranjeros provenientes de 23 naciones conforman la centenaria historia del club América. Este verano se unen al club el paraguayo Bruno Valdes, el argentino Silvio Romero y el ecuatoriano Renato Ibarra. Sobre sus espaldas recae un legado foráneo lleno de triunfos gloriosos y anécdotas maravillosas. La afición espera ansiosa ver brillar a sus nuevos refuerzos.