América fue cimentado con la promesa de hacer al equipo más ganador y por ende el villano del fútbol mexicano. La fórmula en aquel entonces consistía en contratar a jugadores de grueso calibre de origen Brasileño y Argentino combinado con lo generado en casa, esto, de acuerdo a palabras de Don Emilio Azcárraga Milmo en 1959.

Pasaron los años y llegaron nombres de ídolos nacionales de otras latitudes como Carlos Reinoso, Oscar Ruggeri, Hector Miguel Zelada, Claudio López, Iván Zamorano, Salvador Cabañas, Cristian Benítez, por mencionar algunos. Poco a poco la fórmula fue siendo relegada debido a una renovación en el club que indicaba “Humildad y ganas de trabajar”.

Hoy en día la palabra “refuerzo” no implica lo que hasta hace algunos años era un sinónimo de alegría y panorama esperanzador para los aficionados. En el nido de Coapa el término “fichaje bomba” ya puede ser tomado como un tabú, tal es así que el seguidor azulcrema ya ni siquiera se ilusiona un poco con los rumores que antes parecían muy factibles.

A estas instancias la necesidad de un refuerzo para América ya no se trata de un “capricho” de la afición o un golpe de marketing o mediático. La realidad es que los de Coapa hacen más y más visible su desgaste como equipo, prueba de ello es el último partido contra un equipo bien armado, con buena infraestructura y sobre todo identificado con su gente: Tigres.

Sin indagar mucho en lo que hacen o dejan de hacer el resto de los equipos, América pierde sin mucha resistencia en El Volcán debido a que su media cancha es sumamente escasa, tan es así que un jugador con poca actividad en el equipo felino (Lucas Zelarayán) entró más para realizar una función de recuperación que de distribución.

Para su sorpresa se encontró con una avenida que ni los contenciones ni los laterales pudieron obstruir, el jugador hizo lo que quiso, ¿por qué? Porque simplemente América tiene una fractura en media cancha. Tres años con América y José Guerrero no recupera más de dos pelotas por partido, no tiene la salida que exige un 5, William Da Silva podrá ser todo entrega, todo terreno, pero simplemente no aparece en 9 partidos de 10 jugados.

Se utiliza línea de 5 para tener mayor proyección en la salida y es lo que menos tiene hoy en día el club. América carece de un verdadero contención, un creativo y un lateral derecho, esto atacando puntualmente las falencias.

Es como les digo, ya no se trata de un capricho o un deseo. En América hay necesidad y de la peor: hay necesidad futbolística. Se encara un Mundial de Clubes y una Liga Mx sin recambios, aspecto que la planeación debería cubrir sin embargo ya sabemos la historia.

América ya no cuenta con la base triunfadora que dejó Carlos Reinoso (Paúl, Benítez, Medina, Molina), también se acabó con ese sistema que empleaba el sector izquierdo buscando centros y parece que ya ni el recambio de Arroyo es suficiente para dar vuelta a los marcadores adversos, entonces, ¿con qué se la juega América?

De nada sirve contratar 5 jugadores por temporada si 3 van a la sub 20, uno es banca permanente y el otro ve medianamente regularidad en el 11 titular. Ya no se trata de fichar “bombas”, sino de comprar bien, porque abastecerse en Torreón y Cancún no funciona.

Se puede maquillar el mal paso con un partido de Copa, con quizá dos victorias al hilo en liga y un empate. Pero lo que no se puede disimular es que América ha perdido fuerza, ya no le alcanza con jugar los partidos a puro corazón, se necesitan recambios en todas las posiciones pero desde los altos mandos, una vez más, dicen que “así está bien, con eso alcanza para entrar a la liguilla”.

Porque la realidad es que en los últimos 3 años América ganó dos pasajes a Japón, el insípido record de clasificación a liguillas continuas, pero sobre todo y tristemente: se ganó a pulso haber perdido el voto de confianza del elemento principal de todo equipo de fútbol, el aficionado.