Como cada semestre, para el Apertura 2019, Necaxa tuvo la baja de al menos un hombre importante, y pese a ser una constante, la salida de Rubén González sorprendió y cayó como balde de agua fría para la afición necaxista, pues se marchaba de la institución un jugador cuya entrega podía verse en los kilómetros que recorría y los balones que recuperaba en cada encuentro.

Bajo esas circunstancias, la directiva rojiblanca tenía el reto de cubrir no sólo uno de los puestos más importantes en el esquema de Guillermo Vázquez, el medio de contención, sino también traer a alguien que con su talento cubriera la salida de uno de los favoritos de la afición y se entendiera rápidamente con Gallegos, quien además tardaría algunas semanas en reaparecer debido a una lesión.

La temporada comenzó complicada -tres derrotas en los primeros cuatro juegos de Liga-, con Baeza mostrando destellos de habilidad, pero aún sin acoplarse, mientras que Fernando Meza era improvisado como contención en lo que Gallegos regresaba. Pero una vez que la combinación chilena pudo presentarse como titular, aportaron solidez a un equipo que ya daba señales de buen juego.

La inteligencia de Claudio para desmarcarse y generar espacios aun en el centro del campo, junto a la capacidad de recorrer metros con la pelota para finalmente entregarla al pie del compañero por parte de Luis Felipe, han hecho de Necaxa un equipo que propone, es efectivo y finalmente, líder.

Pareciera que, a pesar de venir de una liga exótica como la de Arabia Saudita, donde tuvo poca participación, los directivos hidrocálidos volvieron a dar en el blanco con otro refuerzo efectivo para los Rayos, otro chileno que se pinta de rojo y blanco pero más importante aún, la pareja ideal para Gallegos en una zona clave del terreno de juego.