Se dice que uno no elige ser mexicano, simplemente se tiene mucha suerte. Esto, claro está, es extensivo a elementos pertenecientes al patrimonio cultural nacional como la gastronomía y la historia, así como las perspectivas de vida, en comparación con otros países en desarrollo, pero de ninguna manera en los deportes, muchísimo menos en el futbol.

No se puede hablar de la suerte de ser mexicano si se tiene un torneo como la Concacaf Nations League, con rivales del nivel futbolístico como las Islas Bermudas, en donde el deporte que manda es el críquet. Tampoco se puede apelar a la buena fortuna cuando este torneo, cuyos integrantes, en su gran mayoría, nunca han asistido a una fase final de la Copa del Mundo, y, sobre todo, no se puede hablar de buenaventura y presagios felices, sabiendo que esta será la única participación de la Selección Mexicana en un torneo oficial internacional hasta Qatar 2022.

Probablemente, para las personas que apoyan al combinado tricolor, aquellas que ‘le van al México’, sí que sea una gran suerte, de la buena, tener tales circunstancias futbolísticas, porque de este modo podrá verse a México siendo campeón una vez tras otra, a reserva de lo que pudiese hacer la Selección de los Estados Unidos, pero, aunque para el palmarés y las cifras oficiales, así como las de ingresos por publicidad, esto sea un gran paliativo, el panorama que se presenta desde lo futbolístico es más bien lúgubre.

Aunque se le hayan hecho cuarenta goles a Bermudas, si no se puede ganar a Argentina ni en un juego amistoso, entonces de nada servirá ser el campeón de la confederación y levantar siempre la copa de campeón. Bajo esta lupa, vale más una botella de ron, proveniente de aquellas regiones, que la copa de la Liga de Naciones de Concacaf.

En Bermudas, con el proverbial ambiente festivo que se piensa que las Antillas tienen por antonomasia, toman las cosas con filosofía y celebraron que por lo menos pudieron anotar un gol. Evidentemente, las prioridades allá son otras y seguramente se sienten ganadores por competir solamente. Esa manera de pensar, en México es poco menos que anatema, aunque la realidad indica que, en competiciones internacionales de mayor calibre, desempeñamos el mismo papel que Bermudas esta noche.

A pesar del abultado marcador, es una victoria que tiene poco sabor por la pobreza futbolística del rival, por la pobreza del escenario, por la pobreza del marco en el que se desarrolló el juego, aunque, tomando todo ese como referencia, es necesario preguntarse: ¿está la Selección Mexicana para algo de mayor categoría? Es decir, tomando en cuenta los resultados ante escuadras con más peso, ¿no será que, efectivamente, este nivel tan bajo es justamente el que le corresponde a México? Mundiales, Confederaciones y hasta Copa América avalan que ‘El Tri’ no es un equipo que usualmente acapare reflectores, si no es por la brillantez de sus individualidades.

La verdad, como concepto, existe más allá del bien y del mal, es decir, puede ser que guste o no, pero no deja de ser la verdad. Es bien sabido que a los mexicanos no nos gusta que nos digan nuestras verdades, menos en el ámbito futbolístico, pero, si la historia y las estadísticas revelan que Concacaf es el lugar seguro para México, que es el circuito futbolístico ideal para el desarrollo de nuestro futbol, no quedaría más que aceptarlo, y mejor que sea de buena gana.

Las probabilidades de que el equipo de Gerardo Martino se alce con el campeonato de la Liga A de la Concacaf Nations League son bastante altas, pero eso no significa que esté para pelear cosas más grandes por la sencilla razón de que la confederación no da lo suficiente para ello. Si hablamos de la gran suerte que es ser mexicano, por lo menos queda el consuelo de que se juega en Norteamérica y no en Oceanía, por ejemplo, donde el nivel en lo referente al balompié es aún menor. Con todo, el camino de los seleccionados sigue siendo inmaculado, y la idea es que así siga siendo, hasta el siguiente amistoso contra alguna selección europea, Brasil o Argentina.

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