Así como las películas de Christopher Nolan que se caracterizan por tener el factor sorpresa y un giro inesperado del guión en ciertos tramos de sus películas, Regatas dio en la tecla y generó un cimbronazo implacable en la fortaleza rojinegra. ¿Las claves? Fue una en particular pero muy contundente: un duro trabajo en defensa. Los cambios de marca, las rotaciones defensivas, los doblajes constantes sobre hombres claves en el perímetro y en el juego interno del local, la sincronización, la comunicación y la concentración en el hombre y en la pelota fueron elementos vitales para que la victoria se concrete en terreno ajeno.

La razón de ser de las finales es que el mundo de la estrategia es una constante y es un comodín en los contrincantes que se ganaron el derecho de disputarla. Aquí empieza a jugar el trabajo del año, la planificación, el scouting sobre los jugadores que marcan el ritmo de juego, el foco en la táctica y en la técnica tanto colectiva como individual, el aspecto físico como la resistencia, la velocidad, los cambios de ritmo, destreza en los desmarques y un aspecto psicológico-mental que involucra la lectura de juego constante, la habilidad del movimiento para engañar al rival, aplicar diversos recursos y la adaptación a las "situaciones límites del básquetbol", lo que implica una manejo de la frustración, la concentración y el esfuerzo. Este es el escenario donde actúan los jugadores. 

El marco, el contexto y los factores externos también juegan su papel preponderante. En las gradas se percibe incertidumbre, miedo, expectativas, esperanzas, cambios constante de estado de ánimo, enojo, alegría, decepción, atención y pasión. Esa es la postal de una final que tiene un sello distintivo y de categoría al ser una serie-clásico que moviliza no solamente a las parcialidades de ambos contrincantes, sino también a toda una provincia.

Regatas hizo un trabajo incipiente en defensa y fue de menor a mayor. Gabriel Picatto decidió incluir modificaciones que marcaron serias diferencias con el primer encuentro. el exentrenador de la Unión de Formosa y Boca Juniors utilizó a sus romperedes habituales como Paolo Quinteros y Donald Sims. Luego, Picatto puso a Santiago Pepo Vidal como base y ubicó como escolta al americano, quien contó con mayores libertades para anotar puntos en el cesto contrario. Troutman fue una opción confiable desde la zona de dos puntos y sirvió para agilizar el trabajo de los aleros. La contracción a las marca que generaron Sims y Quinteros le permitieron a Fabián Ramírez Barrios y a Pablo Espinoza aportar en el ataque. En defensa, el fantasma correntino fue una pesadilla porque cortó los circuitos de goleo en el perímetro conformado por Federico Aguerre-Leonardo Mainoldi y Juan Pablo Cantero, sin embargo allí apareció un entonado Matías Lescano con triples y penetraciones. Reynaldo García estuvo bien contenido ni tampoco pudo sobrepronerse a los desafíos defensivos de Regatas. En otras palabras, San Martín le vendió cara su derrota a Regatas que tuvo que trabajar arduamente para quedarse con un juego de ensueño.

Las finales de conferencia tienen un sinfin de posibilidades para los equipos y fundamentalmente para los jugadores. El máximo botín es arribar a la máxima final de la Liga Nacional de básquet, pero debe correr mucha agua debajo del puente para llegar a la cima.

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