En cuanto un hincha de Boca escucha ese canto, recuerda dos cosas: primero a su inolvidable destinatario, el delantero brasileño Paulo Valentim. Y segundo, los goles que le marcó a River (en especial a Amadeo Carrizo), que lo transformó en ídolo total. 

A principios de la década del '60, una oleada de futbolistas brasileños llegó a la Argentina con el deseo de enriquecer el alicaído fútbol local con su famoso "fútbol espectáculo". Sin embargo, fue una prueba fallida y éstos no terminaron de darle el brillo que se buscaba a los encuentros. Valentim, en cambio, fue la excepción.

Nacido un 20 de Noviembre de 1933 en Barra do Piraí, Río de Janeiro, "Paulinho" (como lo llamaban sus familiares) arribó a Boca en 1960 de la mano de Alberto J. Armando, procedente del Botafogo y a cambio de 3.500.000 pesos. El "flechazo", dicen algunos, había comenzado en el Sudamericano del '59, en la Argentina, cuando vino con la Selección Brasileña. En el Scracht compartió equipo con figuras de la talla de Didí, Zagallo, Garrincha y el mismísimo Pelé.

"Usted hágale goles a River; del resto, olvídese", le dijo Armando. Y en su primer amistoso, le hizo dos. Instantáneamente nació su idilio con la 12.

Paulo Angelo Valentim, como atestigua su documento, debutó con la azul y oro el 15 de Mayo de 1960 en un empate sin goles ante Argentinos Juniors y pese a que ese año no fue fructífero para el club, sí lo fue para él que cumplió con creces: 11 goles en 20 partidos disputados. Además, en ese torneo se vivió un capítulo que años más tarde se transformaría en costumbre para el carioca: hacerle goles a River. En la fecha 18, Boca le ganó 3-1 a River y él se despachó con un doblete ante Amadeo Raúl Carrizo, el histórico golero "Millonario", quien a su vez, le contuvo un penal. A partir de ese momento, se volvió en el mimado de la hinchada xeneize y en una auténtica bestia negra para los de La Banda.

Explosivo, capaz de aprovechar las cortadas de Grillo o Menéndez, tenía una pegada precisa y violenta, y llegaba a posición de gol sin dificultad. Agresivo y vigoroso, se movía por todo el frente ofensivo creando espacios y ayudando a sus compañeros.

En 1961 hizo 21 tantos. Fue el goleador del campeonato del '62, con 19 gritos; en el '63 lo relegaron Ángel Rojas, Menéndez y Del Vecchio, pero al año siguiente volvió haciendo 10 goles en 6 fechas.

En 1962, ya consagrado como uno de los mejores y más respetados goleadores del país (a la altura de Luis Artime y José Sanfilippo, fenómenos romperedes de la época) tuvo su merecida recompensa. Boca cortó una sequía de 8 años sin gritar campeón y Paulo fue pieza fundamental en el logro: 19 goles en 26 presentaciones lo consagraron como la figura de aquel año y el pueblo boquense fue todo felicidad.

Los años transcurrieron y Tim Tim siguió perforando las redes de sus adversarios. Sin embargo, en 1963 el club contrata a Sanfilippo y para colmo surgió ese crack llamado Ángel Clemente Rojas. Por esto, el número de partidos de Paulo fue bajando considerablemente (no participó, por ej, de la final perdida ante el Santos de Pelé en 1964). Pero meses después, herido en su orgullo, sacó a relucir toda su calidad y colaboró con 10 goles para el segundo título local en la década.

Valentim era muy querido por los hinchas, tanto que su esposa, Hilda, era tratada como una especie de "Primera Dama" y tuviera un lugar privilegiado en la Tribuna de Honor de la Bombonera. En su estadía en el club dejó una huella imborrable y su famoso cantito se sigue oyendo hoy puertas adentro de Brandsen 805. Pero tanto amor no lo cegaba al delantero quien a fines de 1964, sabiendo que su nivel había decaído y en un acto de honestidad profesional, le pidió el pase a los dirigentes luego de disputar pocos minutos en un 3-2 ante The Strongest por Copa Libertadores. Volvió así a su tierra natal para jugar un año y medio en San Pablo para luego emigrar a México (Atlante) y hacer una diferencia económica considerable. En 1968, estuvo a punto de sacudir el mercado de pases local cuando firmó con Argentino de Quilmes, institución que en ese momento militaba en la Primera B. Aunque finalmente no llegó a jugar y a los 36 años decidió ponerle fin a su esplendorosa carrera.

Números en Boca:

115 partidos entre 1960 y 1964 (109 por torneos locales y otros 6 internacionales).
71 goles (67 por competiciones locales y 4 por copas internacionales)
2 títulos (Campeonatos de 1962 y 1964)
9 goles le hizo a Atlanta, el equipo que más lo sufrió. Además le convirtió 5 a Argentinos, Estudiantes, Ferro, Lanús y Vélez.

River, su víctima preferida

En partidos oficiales, Paulo le convirtió 10 tantos a River en 7 partidos, cifra que lo posiciona como el máximo goleador boquense en la historia de los Superclásicos. 8 de ellos fueron ante ni más ni menos que Amadeo Carrizo. En el Campeonato de 1961 y a pesar de no haber obtenido el título, fue protagonista principal de una de sus tantas jornadas plétoricas: en La Bombonera, los de La Ribera vencieron 3 a 1 al rival de toda la vida y Valentim se despachó con tres inolvidables tantos. En amistosos, marcó 3 más.

Su promedio de gol en Superclásicos es altísimo y envidiable: 1,42.