Hace pocas décadas la figura del diez era rotundamente indispensable. Si repasamos con precisión podríamos recordar grandes estrellas que han pasado por nuestro fútbol con el rol de conductor. La idea por excelencia era la de jugar para ellos, y que ellos hagan jugar al resto.
Con los años y los cambios en deporte rey, ese respeto hacia el enganche fue desapareciendo, dejando obsoletos a aquellos que ponían la pausa, que pensaban y que no jugaban con los pies, sino con la cabeza.
Edwin Cardona fue sin duda un jugador infravalorado durante su primera etapa en Boca Juniors. Su estadía en el club no fue ni mucho menos un suspenso y aun así no tuvo el protagonismo que merecía.
Hoy está al mando Miguel Ángel Russo, un hombre que entiende lo que es Boca y sabe qué papel debe tener el club en cada competición en la que participa. El rendimiento del equipo mejoró de forma notable tras su llegada, y eso es una evidencia. Más allá del campeonato nacional obtenido que tanto se necesitaba, lo idóneo pasa por analizar dicha mejora en el juego de sus dirigidos, valorando el estilo implementado, ese que tanto reclamaba el hincha xeneize.
Es una evidencia que, en ese contexto, Cardona es un jugador que encajaría totalmente. Un papel vinculado a la responsabilidad de guiar al grupo dentro de la cancha tranquilamente podría ilustrar a Edwin convirtiéndolo en pieza fundamental dentro del once titular. Uno se imagina al colombiano desarrollando la función de generar y unir las líneas del equipo, anexando a todos aquellos que formen parte de las transiciones ofensivas. Todo indica que esto es lo que el entrenador tenía en mente y por eso lo mandó a llamar. Ahora toca ver y analizar el rendimiento de un jugador en extinción, un diferente.