Volvió el handball brasileño a pedir el trono del cual, hace ocho años, fue desterrado y se sienta invicto, en un Panamericano en el que fue el soberano indiscutido. Así, nuestros imponentes vecinos levantaron por tercera vez el premio mayor y festejaron, entre cantos, selfies y sus incondicionales chapulines verdes; la obtención de una nueva medalla dorada. 
El equipo del español Jordi Rivera salió al campo con una defensa abierta con Felipe Borges adelantado, Jose Toledo y Haniel Langaron en los laterales, Lucas Candido y Joao Silva como extremos, Alexandro Pozzer en el pivot y en el arco, César De Almeida. Chile, por su parte, optó por una defensa cerrada en seis metros con Pablo Baeza y Sebastián Ceballos en los extremos; Erwin Feutchmann, Javier Frelijj y Víctor Donoso en el armado; Rodrigo Salinas en el pivot y Felipe Barrientos con la uno. 
Si bien el ataque brasileño no fue el sólido y certero como tiene mal acostumbrados a los amantes del handball, logró conseguir los goles con mayor facilidad que los trasandinos. El primer grito de festejo chileno ocurrió recién a seis minutos de comenzado el primer tiempo por un chiche de globito que Sebastián Ceballos no se pudo contener, como lo haría durante el resto del encuentro a través de roscazos que hicieron suspirar. 
Quien deberá tener un monumento con su nombre grabado es el arquero Felipe Barrientos quien, junto a todos los aplausos, se robó incontables lanzamientos brasileños que nunca llegaron a destino negándole al marcador continuar su curso. Chile, sin embargo, escaso de ideas en el juego posicional, muchas equivocaciones en los pases y bombardeado por los misiles de Leonardo Santos se fue preocupado al vestuario con el tanteador 22 a 15 abajo.
Entre faltas y sanciones, los últimos treinta minutos tensaron el aire en el estadio donde los números en el tablero se ajustaban más y más. Chile, que quería llevarse la copa pese a que las cuentas no le favorecían, continuó convirtiendo y acortando la diferencia de la mano de Esteban Salinas. Brasil, por su parte, que se endureció en la defensa y junto a Alexandro Pozzer, quien sería el goleador del encuentro; Fabio Chiuffa y el legendario Maik Dos Santos bajo los tres palos; definió el partido por 28 a 24  y se llevó todos los laureles. 
El Panamericano de Buenos Aires se tiñó de verde y amarillo e hizo entrega de tres llaves a los mejores de América para entrar al Mundial de Francia 2017. Del 11 al 29 de enero, Brasil, Chile y Argentina volverán a verse las caras entre los mejores del mundo en busca de dar el gran batacazo.