Cuenta la célebre leyenda griega que una vez existió un titán llamado Atlas, el cual fue condenado por Zeus a mantener separados el cielo y la tierra por toda la eternidad. Ese antiguo personaje, al cual la mitología le atribuye la epopeya de sostener el peso del firmamento en sus hombros, podría ser traído a la era contemporánea bajo el nombre de Juan Carlos Osorio, el ‘Gigante de la libreta’, que con el esfuerzo cotidiano y una notable dedicación ha logrado resistir la presión que supone dirigir al cuadro más exitoso de Colombia y mantener, a su vez, la ilusión intacta de redimir el rótulo de campeón en el ámbito internacional.

Quizá sea, el de esta noche, el partido más trascendente en lo que va de su proceso al mando de Atlético Nacional. Claro, ya ha enfrentado antes a Sao Paulo en su estadio, ya ha disputado llaves mata-mata ante clubes brasileros y ya ha enfrentado instancias decisivas en torneos continentales, pero esta vez, aún con todos los componentes incluidos, la situación es distinta. En un semestre marcado por la irregularidad y la búsqueda de variables para mantenerse vigente, el Verdolaga tiene la gran oportunidad de seguir avanzando en el torneo que se convirtió en el objetivo principal para final de año y que desvela a más de un integrante de la familia nacionalista, incluyéndolo a usted.

No olvido la magnitud del rival, el contexto de la contienda ni mucho menos el desgaste que representan los más de 80 partidos que el plantel ha disputado en la temporada; sin embargo, son las mismas adversidades las que me conducen a ilusionarme con un juego memorable y un marcador que instale a Nacional en la final del segundo certamen de clubes más importante de Suramérica. ''El que sueña debe trabajar por ello'', le expresó usted mismo a los medios paulistas entre semana, con una confianza y una ambición -positiva, en todo sentido- que terminó por convencerme de sus enormes intenciones.

Juegue con la ventaja, Profesor; juegue con la ventaja y vencerá. La pelota es la herramienta primordial del fútbol y eso lo han entendido siempre sus equipos. Con la pelota se domina el ritmo, se imponen condiciones y se aleja al rival de su mejor versión. Sao Paulo no es un conjunto compacto y se sostiene mucho en las individualidades. Seguramente usted lo habrá inferido en el análisis previo. Con el marcador en contra y el empuje de su gente, el local asumirá una actitud ofensiva que dejará espacios y que Nacional podrá explotar en velocidad, para así, asegurar su tiquete a la final de Copa Sudamericana, después de 12 años de ausencia.

No se imagina usted cuánto daría por encontrar una fórmula mágica, algún pergamino que incluya los ‘5 pasos para clasificarse en el Morumbí’, si es que en alguna cultura llegó a existir, pero me temo que esa receta para lograr un cupo en la última ronda depende netamente de usted, de la táctica que proponga y de la manera como sus jugadores la interpreten. De mi parte, inmerso en una hinchada de millones de seguidores que aguardan ávidos, con el anhelo de la celebración, solo podrá esperar una fe ciega, mezclada con energía positiva.

Ante todo el reconocimiento, don Juan Carlos. Con apenas dos años y medio trabajando en las filas de Nacional se ha convertido en el entrenador más laureado en la historia de la institución verdolaga y, por lejos, en el más capacitado entre el repertorio de técnicos del rentado local.

Independientemente del resultado de hoy y de lo que pueda depararle el futuro, solo tengo palabras de agradecimiento para los triunfos que ha impulsado usted en el ‘Rey de copas’ colombiano y que han devuelto al club el prestigio internacional que años atrás se había escapado. Solo espero que, al retorno de Sao Paulo en el avión, por su mente cruce únicamente alguna de las letras de salsa que tanto disfruta escuchar. Eso sí, con la sonrisa de la clasificación dibujada en su rostro.