El pasado 3 de marzo, en el estadio Atanasio Girardot, de Medellín, el árbitro Patricio Hernán Loustau, como está estipulado en el reglamento, cogió el balón con sus manos y pitó el final del partido entre Atlético Nacional y Olimpia, dejando con el empate 1-1 en la siguiente fase al equipo paraguayo.

A ver… Arranquemos a desmenuzar con pinzas lo que sucede en el equipo más veces campeón de Colombia, una situación que parece no tener fin y que, con el paso del tiempo, se está convirtiendo en algo habitual de todos los semestres y años: fracaso, léase bien y repítase sin pelos en la lengua, fracaso.

El año inmediatamente anterior, el equipo que en ese entonces dirigía Alexandre Guimarães, pasó a fase de grupos de la Copa Libertadores, luego de superar las dos fases previas, dejando en el camino a Guaraní y Libertad, ambos equipos de Paraguay, eso sí, después pasó el papelón en el grupo F, pues el equipo terminó último con cinco puntos y -3 en la diferencia de gol. Fracaso contundente.

Ahora, en la actual Copa Libertadores, como para variar, el club se quedó en la segunda fase previa del certamen, un retroceso total, porque no se clasificó ni si quiera a la fase de grupos, algo que antes era esperado y se conseguía sin inconvenientes, porque quedaba campeón en Colombia, algo que no pasa desde el 2017, cuando Reinaldo Rueda dirigió el primer semestre de ese año, dejándole la estrella 16 a la institución.

Sigamos… Desde el último gran proceso deportivo que tuvo Atlético Nacional, dirigido por Reinaldo Rueda Rivera, pasaron seis entrenadores (cuatro internacionales y dos colombianos), sin contar a los interinos, una razón más para, aunque sea, pensar en que las cosas no están bien en la parte directiva y deportiva del equipo. Y hay algo que no se está haciendo de forma adecuada.

Llegó el momento en el que quizá se toquen muchas fibras, porque es algo que se ha pisoteado y maltratado como si no tuviera valor, cuando en realidad lo tiene, el ADN verdolaga, una virtud que ha estado incluida en más de una idea de juego del director técnico de turno y que ha dado fruto, pero hoy, lamentablemente no está presente.

Y es que son varias razones por las que ha quedado en el olvido, en ocasiones es porque en pleno desarrollo de un partido, el equipo hace un pase atrás y los hinchas se impacientan, como lo dijo mi colega Juan Pablo Erazo, algo en lo que estoy de acuerdo, puesto que es un ítem que hace parte de ese famoso ADN; en otros momentos es porque a los intérpretes les cuesta trabajo ponerlo en práctica y en otras oportunidades, sencillamente es porque el resultado prima y hay que conseguirlo a como dé lugar.

Abarquemos otro tema que también debe ser mencionado: las responsabilidades. Cuando las cosas no salen como estaban estipuladas, normalmente se señala solo a los jugadores, cuando en realidad los responsables son todos, los jugadores, el cuerpo técnico y los directivos, porque, así como todos celebran y figuran los triunfos, así deben ser en el momento de asumir responsabilidades.

Finalmente, como para intentar cerrar una columna de opinión en la que toqué varios temas, es el momento de hablar sobre las contrataciones. Una vez más, sí, una vez más quedó en evidencia que la camiseta de Atlético Nacional no es para cualquier jugador. Además, como para variar, hay ciclos cumplidos, futbolistas en bajo nivel deportivo y otros que no rinden bien en la posición que se están desempeñando.

¿Urge títulos en el equipo o un proceso deportivo bien estructurado? Esa es la pregunta que en realidad deben hacerse los directivos en este momento, porque el fracaso del semestre ya sucedió, que fue la eliminación de la Copa Conmebol Libertadores. Sí, queda la posibilidad de una estrella este semestre con la Liga BetPlay 2022-I, algo que quizá funcione para maquillar un poco lo que pasó en el máximo torneo continental.