La hinchada 'verdolaga' parece haber despertado de una pesadilla. Es entendible: Nacional no ganaba por torneos internacionales desde el 26 de octubre del 2016, cuando venció 3-1 a Coritiba por Copa Sudamericana. No se trata de ganar simplemente, se trata de la forma en que se ganó: demostrando que sí se podía. Demostrando que Nacional tiene vergüenza deportiva, pundonor, carácter, hombría, cojones. Escoja usted el término que prefiera.

El partido anterior, en Argentina, había sido el completo opuesto de lo que se espera del campeón vigente de la Libertadores. A Rueda se le exigían revulsivos y los encontró. Carlos Cuesta demostró el aplomo de un Dávinson Sánchez y sentó a Francisco Nájera. Así mismo, Rodin Quiñones fue alternativa para un Jhon Édison Mosquera que parece jugar peor cada vez. ¿Equipo que gana no se toca? De eso se encargará Reinaldo Rueda, que parece haber encontrado la luz.

Volviendo a la forma: Nacional en los primeros minutos demostró carácter, a pesar del nerviosismo y el desorden. Estudiantes se apropió de la pelota y jugaba en campo rival con propiedad pero sin profundidad. A medida que Mateus Uribe empezó a asumir responsabilidades en marca, el dominio del 'Pincha' se fue evaporando. Nacional jugaba con la misma vehemencia de los 23.000 asistentes, incluso Verón fue forzado a cometer errores.

De mucho sacrificio en el fondo y una visión de juego envidiable, fue justamente Mateus Uribe el responsable de que Nacional haya goleado. Fue el socio de todos, pero principalmente fue el compañero de aventuras de Rodin Quiñones. Quien saliera chiflado e insultado hace unos días, tuvo un partido memorable: hizo lo que le dio la gana por la banda. Dos de los goles tuvieron su sello de alegría y velocidad, de picardía y de fuerza. Fútbol de barrio en su estado más puro. Lo que Nacional necesitaba para levantar cabeza.

Antes de los 20' Nacional había avisado dos veces con Quiñones y Dayro Moreno. La tercera fue la vencida: a los 35' Bocanegra llegó hasta el fondo por la banda derecha y devolvió a Mateus Uribe que acompañaba la jugada. Pudo centrar, pero decidió sacar un latigazo cruzado. Fue un desahogo: pasaron 292 largos y tediosos minutos sin gritar gol en Copa. Diez minutos después Bocanegra puso a correr a Rodin Quiñones. A puro corazón el juvenil ganó la raya y desparramó al zaguero. Pase al medio para Dayro que con frialdad elude a un rival antes de fusilar a Hilario Navarro. Nacional se iba 2-0 a los vestuarios.

Al minuto de iniciado el complemento, cuando muchos aún se estaban acomodando, Rodin Quiñones tomó la pelota y corrió unos 40 metros a toda velocidad. En la frontal del área dio el pase a Dayro Moreno que venía siguiendo la jugada. Sin ángulo suficiente para rematar, dio el pase de la muerte a Andrés Ibargüen que vino de atrás para concretar. Con el 3-0 la pregunta era una sola: ¿no se podía jugar así desde el inicio? El equipo tenía la capacidad pero, tal vez, no empleaba de la mejor manera sus herramientas. Ver a Nacional goleando con tanta superioridad era como ver revivir a Gardel.

Las cosas parecían salirse de control cuando a los 66' Bocanegra permitió un avance por su banda. Cascini se la dio a Dubarbier que "se metió hasta la cocina". Con Armani vencido, sirvió al medio para que Iritier pusiera el 3-1, aunque las repeticiones dan a entender que fue en realidad gol en contra de Farid Díaz. Tres minutos después quedó demostrada la esencia del equipo campeón: corazón y talento. Carlos Cuesta cortó lo que pudo ser el 3-2. El central sirvió a Mateus Uribe que se descolgó por el medio. El volante la abrió a su derecha para Dayro Moreno. El tolimense devolvió de taquito y Uribe fue a buscarla al espacio vacío. Pudo definir, pero vio a Macnelly a su izquierda en completa soledad. Razón tienen los que le dicen mago: no quiso reventarla como cualquier mortal. Paró la pelota, hizo pasar de largo al zaguero y con mucha sangre fría la colgó del travesaño. Golazo.

Nacional había llegado con una pesada diferencia de gol de -4. Aunque sigue al debe, la goleada lo mete al tercer lugar y le devuelve la confianza perdida. Las cuentas para el verde son sencillas: depende de sí mismo para ir a Sudamericana siendo tercero del grupo. Para meterse a octavos de final Nacional debe ganar sí o sí en Rio de Janeiro y esperar que en la fecha siguiente Botafogo empate o pierda ante Estudiantes. En caso de que el 'Fogão' pierda, Nacional puede clasificar incluso empatando ante Barcelona. Las matemáticas le siguen dando vida a Nacional y el equipo ya demostró que cuando quiere puede.