Típico partido de pretemporada el acontecido la madrugada pasada en el Wells Fargo Center de Philadelphia entre los Sixers y los Timberwolves. Ambos equipos adolecieron de la intensidad requerida en un encuentro NBA, dando pie a altos marcadores propiciados por las nulas defensas. Además, la cantidad de tiros de campo fue escandalosa. Valgan como ejemplo los 50 tiros intentados por Minnesota en la primera mitad o los 100 de Philadelphia a la conclusión del encuentro. La falta de intensidad del encuentro propició la entrada en pista de jugadores menos habituales. De hecho, en la segunda parte prácticamente solo comparecieron los "marginados" en la rotación de ambas franquicias.

El partido arrancó de manera demoledora par los de Minneapolis. A pesar del excesivo número de pérdidas y a la precipitación en la que en ocasiones caían los de Adelman, rápidamente se pusieron por encima en el marcador. El principal artífice fue Kevin Love, quien aprovechando la superioridad interior y las penetraciones constantes de los exteriores de su equipo, acudió con insultante asiduidad a la zona de tiro exterior, con gran acierto por otra parte. Este recurso fue repetido por Minnesota durante estos primeros compases aprovechando al máximo las brillantes muñecas de Martin y el mencionado Love. Sin embargo, Philadelphia se mantuvo en el marcador gracias al trabajo de James Anderson, sorprendente anotador para los Sixers en este partido.

En el segundo cuarto comienza el festival de Barea, quién activa pronto el modo "mini-Jordan". Su bárbaro cuarto acaba con 15 puntos en apenas 8 minutos, lo cual habla de su potencial ofensivo cuando tiene su noche. Volviendo al partido, Minnesota aumentó progresivamente la distancia en el marcador debido a la inspiración del puertorriqueño y al dominio del rebote en ambos lados de la cancha. De esta forma consiguieron múltiples puntos en segundas oportunidades tras previo rebote ofensivo.

Por otro lado, los Sixers, equipo más físico que técnico, encontraron serias dificultades para anotar, incurriendo en numerosas ocasiones en falta ofensiva. Minnesota durante estos minutos fue el único que imprimió algo de intensidad. Fue el único momento del partido que hubo algo parecido a defensa, cuya consecuencia directa fue la frecuencia con la que Philadephia tuvo que acudir a la línea de personal. Finalmente, el partido se fue al descanso con 64 a 50 para los Wolves y con él acabó la comparecencia de Love, quien se marchó con 19 puntos y 4 de 6 en triples.

Segunda parte de rotaciones

En la segunda parte no volveríamos a ver al quinteto de los Wolves ni a sus principales suplentes, mientras que Philadelphia si concedió minutos a todos, entre ellos al nefasto, como en toda la pretemporada, Evan Turner (acabó con 2 de 15 en tiros de campo). El tercer cuarto más que un duelo entre Sixers y Wolves parecía una combate cuerpo a cuerpo entre Barea y James Anderson, el único reseñable por Philadelphia. Tras unos buenos minutos del menudo base, Adelman lo sentó con 22 puntos en su haber.

Durante este tercer periodo el marcador osciló con pequeños parciales una vez de unos otra vez de otros, pero sin bajar la diferencia a menos de 9 puntos. Más que juego en equipo, la sensación era que los jugadores menos habituales, además de mostrar sus cuantiosas carencias, pretendían lucirse y reivindicarse individualmente. Lo más reseñable fue el escandaloso número de tapones de los Sixers, 10, que habría firmado el mismísimo Ibaka. Los últimos minutos del cuarto fueron un despropósito para los 76'ers, que Minnesota aprovechó para acercarse ya a los 100 tantos (96), empañando unos pocos minutos en los que verdaderamente pudieron competir, más por demérito de los Wolves que por superioridad manifiesta.

El último cuarto se resumía en lo siguiente: festival de pérdidas, fallos, robos, canastas imposibles de fallar, mates increíbles sin oposición y minutos para las oscuras profundidades de la rotación. Apenas algunos destellos de calidad alumbraban el triste panorama, sobre todo los triples de los Wolves, quienes acabaron con 15. Al final hasta el respetable se contagió del “cachondeo” de final de partido, signo inequívoco de que saben el año que les espera. Sólo Noel puede aportar algo de ilusión a Philadelphia, equipo joven, inexperto, falto de calidad y hecho a base de descartes de otras franquicias.

(Foto: philly.com)