Y lo que parecía ser la noche consagratoria de Russell Westbrook, finalmente se tiñó de rojo Houston. En un partido que les resultó esquivo durante gran parte del desarrollo, los Rockets apretaron el acelerador en el cuarto final e impusieron su condición de equipo ante la incontrolable estrella, para mudar la serie a Oklahoma con una marca de 2-0 a favor. 

Es que es imposible explicar la derrota del Thunder sin mencionar una y otra vez a Westbrook, vital como siempre y como nunca. El encuentro comenzó con una metáfora de lo que sería el trámite inicial para los Rockets. Una jugada en la que dispararon al aro en tres ocasiones sin poder concretar. Los dirigidos por Mike Dantoni nunca resignaron su inspiración y sudor. Pero cuando Mr Triple-Doble se encontraba en estado de gracia parecía que sólo era posible darse la vuelta y pensar en lo que viene. Basta con decir que Westbrook anotó, en la primera mitad, la misma cantidad de puntos que había marcado en el juego previo: 22. Eso, más estadísticas como sus diez rebotes y 13 asistencias y ser parte de 44 de los 68 puntos de Oklahoma en ese lapso lo convertían en el fundamento necesario para argumentar una victoria que jamás llegó. Ni pulverizar el récord de triple-doble con más puntos en una postemporada (51) fue suficiente. El baloncesto es un deporte en equipo. Y por más espectacular que sea, uno no puede tirar solo del carro y llevarse puesto al tercero de la Conferencia Oeste. 

El tercer cuarto dio indicios de la remontada. James Harden, que hasta ese momento sólo había hecho valer su virtuosismo desde la línea de libres (anotó 18 de sus 35 puntos), se reconcilió con el aro desde el perímetro. Fue con un profundo triple en el final del parcial que puso 86-89 a su equipo. Los doce minutos finales desnudaron las falencias del Thunder y revalidaron el arsenal de Rockets. En el primero, un solitario Westbrook comenzó a fallar. Su impresionante actuación lo llevo a confiar más en él que en todo su equipó. Por el contrario, Houston tomó por primera vez la delantera en el resultado, a pesar de sentar a Harden gran parte del cuarto. No obstante, fue La Barba quien clavó la daga en el corazón de Oklahoma, aún latente por las ansias en su estrella de imponerse ante todo. 

Mañana se verán las caras en el Chesapeake Arena, con la serie a cuestas para los nuevos locales. Esta derrota es el mayor ejemplo que pueden tener el Thunder de su equivocada concepción. El equipo debe impulsar a un líder que casi todo lo puede y no al revés. No entenderlo en Playoffs significa irse a casa temprano.