Probablemente, cualquier persona, aunque no siga la mejor liga de basket del planeta, sabe lo que significa MVP, y a lo que corresponde el galardón. Pero, ¿por qué no pararse a pensar en su significado? Las siglas señalan al jugador más valioso, pero eso no quiere decir que el premio va dirigido al mejor jugador. Es más, no debería ser así, a no ser que el mejor haya sido, además, el más valioso.

Las finales de 2015. Lebron James jugó absolutamente todos los partidos con tanta garra que no dejó de apretar los dientes, obsesionado con el Larry O’Brien. Con las lesiones de Love e Irving no le quedó otra que demostrar por qué es el mejor jugador del planeta. Pero, el trofeo Bill Russell de MVP de las finales fue entregado a Andre Iguodala.  Determinante en la defensa a The King, y con la sangre fría que escaseaba en el resto de jugadores de la Bahía en los tiros decisivos, Iggy llevó a los Warriors a la victoria, sin ser, estarán de acuerdo, ni siquiera el tercer mejor jugador de su equipo. No el mejor, pero el más valioso.

Andre Iguodala | Foto: NBA.com
Andre Iguodala | Foto: NBA.com

En el caso del MVP de la regular season, en los últimos años se ha visto como el premio era entregado al mejor jugador del equipo con más victorias, o al mejor jugador de la liga. Sería ridículo poner en duda la calidad del Lebron de los cuatro MVPs; discutir que Steve Nash era absolutamente increíble con un balón en las manos; etc. El caso es que, semánticamente, si un premio se entrega al mejor, y no al más valioso, se produce una contradicción.

Un ejemplo de esto se produjo en la temporada 2006, ¿Quién era más valioso para su equipo, Steve Nash o Kobe Bryant? Para contextualizar, el canadiense hizo un temporadón, con unas medias de 18.8 puntos, 4.2 rebotes y 10.5 asistencias. Todo ello acompañado de un eFG del 58%. A nivel de equipo, el balance fue de 54-28, con los Suns subidos al trono de la liga como equipo que más anotaba (108.4 ppp) y segundo en rating ofensivo (111.5).

Algo más al Oeste, un todavía joven Kobe Bryant se veía prácticamente solo en una plantilla en la que solo Lamar Odom, Luke Walton, Sasha Vujacic y, en aquel entonces, un rookie llamado Andrew Bynum, le acompañarían 3 años después en la consecución de un anillo. Entre los jugadores que se acaban de mencionar, la media de puntos a lo largo de la temporada fue de 24.9 puntos, lo que dejaba prácticamente en un solar anotador a La Mamba. Como consecuencia, los promedios del de Philadelphia se dispararon: 35.4 puntos por noche, con un eFG del 49.1%. Brutal para alguien que tira 27 veces por noche a canasta. Esa temporada fue la del tubo hasta el aro (como diría Fran Fermoso): un partido de 81 puntos, otro de 62, 4 de 50 o más, 21 noches por encima de los 40 y 29 veces superando la treintena. Todo ello para colocar a los Lakers sextos en la clasificación, con un balance de 45-37. Independientemente del gusto personal de cada uno, es indiscutible que el valor de Kobe era mayor que el de Nash en unos Suns en el que 6 jugadores estaban por encima de los 10 puntos por partido.

Con estos ejemplos en mente, surge una pregunta: ¿qué pasará esta temporada? ¿Quién será el MVP? Ninguno de los 5 mejores jugadores del curso lo está poniendo fácil:

Media de los cinco jugadores a día diez de febrero de 2017

  Puntos Rebotes Asistencias Robos Tapones eFG%
Lebron James 25.9 7.9 8.8 1.4 0.6 58.6
Kevin Durant 25.7 8.4 4.9 1.2 1.7 59.3
Isaiah Thomas 29.8 2.7 6.4 0.8 0.1 54.8
Russell Westbrook 30.9 10.5 10.2 1.5 0.4 46.5
James Harden 28.9 8.2 11.4 1.5 0.5 52.1

Lebron James sigue siendo el  rey. En pretemporada se pudo intuir como, después de destrozar a los Warriors del record, era incluso mejor, sobre todo desde detrás de la línea de 3 puntos. No fueron visiones, como demuestra su porcentaje de tiro efectivo. Con el primer puesto del este, está más que dentro de las apuestas por el premio.

Kevin Durant está siendo un martillo pilón en anotación en su primer año lejos de Oklahoma, pero además ha subido el nivel defensivo en la pintura de los Warriors, promediando 1.7 tapones. Lo que le coloca en segunda posición en este apartado, tan solo por detrás de un prometedor Antetokounmpo.  

Isaiah Thomas es una estrella. Si alguien en Boston tenía dudas de ello, tras 48 partidos jugados hasta la fecha, están totalmente disipadas. No es el mejor en ninguno de los apartados de la tabla, pero con un promedio de 10.7 puntos en el último cuarto (arrebatando, en caso de mantenerlo hasta el final de la temporada, el record de 9.5 a Kobe), mantiene primeros en el Atlántico a unos Celtics ilusionados de nuevo.

Russell Westbrook no para, y nadie lo para. Promediando Triple-Doble, siendo máximo anotador de la liga, tercero en asistencias, y decimosegundo en rebotes (primero en jugadores que no son Center), va a por todas. Mantiene a su equipo en puestos de playoff, aun con un promedio de 42.5 puntos por partido de sus 3 compañeros más importantes (Oladipo, Kanter y Adams).

James Harden tiene el sistema que siempre ha querido. En Houston juegan a meter mucho y mucho de tres, y a defender poco. Y la barba está tan a gusto, que aun jugando de base, es capaz de meter 28.9 puntos por noche, con unos porcentajes dignos de un tirador de catch and shoot. No contento con lo individual, alza a los Rockets al tercer puesto del oeste, solo detrás de los Warriors del 2K y los automatizados Spurs.

Hay que animarse a pensar más allá de la preferencia personal, y preguntarte sobre quién merece más el premio: el que debe colocar su equipo a la espalda para poder estar en Playoffs; o el que ha sido el mejor jugador dentro de un equipo con varias estrellas que se coloca en lo alto de la clasificación. Quizá es hora de que el término MVP se tome al pie de la letra, y se decida en función de su significado.