De los treinta y dos títulos ligueros que lucen en las vitrinas del Ámsterdam Arena, un total de veinticuatro han llegado a lo largo de los últimos cincuenta y seis años. Desde la creación de la Eredivisie el dominio del fútbol holandés por parte del Ajax ha sido incontestable. De hecho los ajacieden pueden presumir de haber abierto su palmarés. Y también de, actualmente, cerrarlo. Un dominio incontestable. Sin embargo existe una pequeña espinita clavada en el orgullo amsterdamer. A pesar de esta abrumadora superioridad nunca han logrado llevarse de una tacada más de tres campeonatos. Este hecho no supondría mayor problema si esa marca no la hubiera batido y superado el PSV Eindhoven. Y no sólo una vez. Los de la Philips se llevaron cuatro títulos de manera consecutiva de 1985 a 1989. Y repitieron de 2004 a 2008.

Y es que dominar una competición durante tanto tiempo es realmente difícil. De hecho a lo largo de su historia, el Ajax, únicamente ha optado a alcanzar esta racha dos veces. Y otras tantas ha fracasado. La primera de ellas fue en la temporada 68/69. Por aquel entonces Rinus Michels comenzaba a agrandar su leyenda. En sus tres primeras campañas al frente de los ajacieden había logrado convertirlos en campeones de la Eredivisie. La cuarta no debía ser una excepción. Para tal causa contaba con grupo de jovencísimos jugadores liderados por Johan Cruyff. Era el germen del equipo que revolucionó el fútbol con sus tres Copas de Europa seguidas a comienzos de los setenta. Sin embargo el Feyenoord tenía mucho que decir para aquella edición del torneo. Los de Rotterdam se tuvieron que conformar con ser segundos los tres años anteriores. Y decidieron que ya era suficiente. Con Rinus Israël como buque insignia, Ove Kindvall en su mejor momento y un incipiente Ruud Geels, De Kuip se convirtió en un fortín que nadie pudo asaltar ese curso. Tres derrotas a domicilio no fueron óbice para que se llevaran el título y dejaran sin su cuarto entorchado consecutivo a los amsterdamers.

Tres décadas de espera

Casi treinta años después se repitió la función. Aunque con algún actor diferente. En la temporada 96/97 fue el PSV Eindhoven el que aguó la fiesta a otro histórico Ajax. Louis van Gaal había torneado con su mano de hierro una antológica hornada de jugadores que habían devuelto la Copa de Europa a Ámsterdam después de veinticinco años. También habían conseguido lo que nunca antes nadie pudo lograr, terminar una campaña con cero derrotas. Aunque esa es otra historia. Ese equipo ajacied en el que destacaban Marc Overmars, Jari Litmanen, Edwin van der Sar, Patrick Kluivert y Frank de Boer no pudo hacer nada por impedir que los de la Philips truncasen su racha. De hecho ese curso fue bastante dramático para los amsterdamers, que vieron cómo a su finalización quedaba completamente desmantelado un bloque que solo pudo terminar el torneo en cuarta posición. Y quedándose de nuevo sin récord.

Algo menos de dos décadas ha tardado el Ajax en optar, de nuevo, a igualar el registro de títulos ligueros consecutivos. Y eso que hace tres años nadie hubiese apostado un euro porque este equipo, el de Frank de Boer, pero ahora como técnico, pudiera pasar a la historia de ninguna manera. Cuando se convirtió en entrenador ajacied las cosas no iban nada bien por el Arena. Martin Jol había dimitido justo antes del parón invernal de 2010 para volver al trabajo tras las vacaciones en Craven Cottage. Era el último preparador de una lista de infausto recuerdo en la ciudad de los canales. Una plétora que incluía a Ronald Koeman, Henk Ten Cate o Marco van Basten, entre otros, y que no había podido impedir una sequía de seis temporadas sin conseguir la Eredivisie. Desde la fundación de la liga bajo su actual formato nunca había pasado más de un lustro sin que el título de campeón terminara en Ámsterdam.

Lo que encontró a su llegada

El panorama era desolador. Sobre todo porque no se percibía ningún viso de mejoría. Además el nuevo entrenador era casi un novato en los banquillos. Su única experiencia previa había sido dirigir al Jong Ajax y haber formado parte del staff técnico de la selección holandesa. Sin embargo el cambio de aires funcionó desde el principio. Los dos primeros partidos de Frank de Boer se saldaron con victoria. Eran los dos inmediatamente anteriores al descanso invernal. Durante este receso la directiva anuló la interinidad de de Boer confirmándolo en el cargo hasta final de campaña. Todo un acierto.

Aunque en el primer choque tras la reanudación de la competición se perdió en Utrecht, la buena noticia para de Boer es que desde ese momento los ajacieden encadenaron siete encuentros consecutivos sin conocer la derrota. Un tropiezo en La Haya seguido de cinco triunfales victorias, hicieron que se llegara a la última jornada a un solo punto del líder, el Twente. El azar quiso el rival de aquel decisivo partido fuera precisamente el conjunto de Enschede. Los tukkers eran el vigente campeón y habían estado peleando con el PSV por la primera posición durante toda la temporada. Cuando en el tramo final los de Eindhoven se desinflaron, no vacilaron y aprovecharon su oportunidad para encaramarse a lo más alto de la tabla. Pese a ello la ventaja de jugar en el Arena fue decisiva.

Doble celebración

Era 15 de mayo. De nuevo el destino, siempre tan recurrente, quiso que coincidiera con el cumpleaños de Frank. Tras medio curso a cargo del equipo había llegado su gran momento. Con Theo Janssen orquestando el equipo y Siem de Jong como goleador, el Twente no puso la oposición que requería el encuentro y terminó sucumbiendo 3-1. De Boer había obrado el milagro. La Eredivisie regresaba a Ámsterdam tras seis interminables años. La que hacía el título liguero número treinta del club. Aquella noche se durmió poco en la capital de los Países Bajos.

Ante el imprevisto éxito se decidió continuar, en la temporada 11/12, con la fórmula que tan buen resultado había dado. Pero pronto la felicidad se tornó en preocupación cuando se comprobó que cumplida la primera mitad del campeonato, para la jornada 20, se ocupaba la sexta plaza. Pero el equipo volvió a reaccionar. Comenzó a normalizar lo de sus remontadas. Aunque con una pizca menos de dramatismo que en la anterior ocasión. Aunque no mucho menos. Desde ese instante ocho victorias consecutivas posicionaron al Ajax en el liderato. Para no soltarlo más amén de salir ganador en el resto de choques hasta la finalización de la campaña. Frank llevaba dos de dos posibles.

Con el mismo buen espíritu comenzó la temporada pasada, la 12/13. El inicio de curso tampoco fue demasiado bueno en esta ocasión y en la jornada undécima se veía lejos la cabeza de la tabla desde la quinta posición. Una derrota ante el un alegre y sorprendente Vitesse, después de múltiples empates en el arranque, había llevado a aquella incómoda situación. Pero como no hay dos sin tres, la escalada de posiciones comenzó. Quince jornadas después, se alcanzó el liderato tras aprovechar un tropiezo del PSV en casa del Heerenveen. Y ya no se soltó en todo el año. Con dos únicas derrotas a lo largo de todo el curso, la otra en la vuelta ante los de Gelredome, el Ajax y Frank de Boer reeditaron título. Pleno.

El último peldaño

Si el Ajax de Frank de Boer nos está acostumbrando a sus remontadas es también porque comienza a ser tradicional sus malos inicios de temporada. Ésta no ha sido una excepción. En este caso ya se ha alcanzado el liderato. Fue justo antes del parón invernal. Para la decimoctava jornada. Como el año anterior, de nuevo la reacción se produjo tras la disputa de la undécima jornada. Tras perder. Ante el Vitesse. Y en el Arena. Los astros volvieron a alinearse y desde entonces los ajacieden, en Eredivisie, sólo han conocido la victoria. Ahora por delante quedan quince jornadas y cuarenta y cinco puntos en juego. Todo eso es lo que separa a Frank de Boer de la leyenda. Y bien los precedentes parece que las tiene todas consigo.

Pero no únicamente hay que fiarse de precedentes. Todo lo que está por venir resulta incierto. Por lo tanto hay que dar opción a la duda. Sin embargo, en esta ocasión, los hechos también acompañan a Frank. El Ajax ha recuperado su mejor versión. Esa en la que Viktor Fischer, Kolbeinn Sightórsson y Davy Klassen juegan como saben. Y es que ese es uno de los grandes méritos de de Boer. Su capacidad para reinventar año tras año una plantilla de la que salen sus mejores jugadores. Los remiendos que ha ido introduciendo desde su llegada no han desentonado en exceso. Las salidas de gente como Christian Eriksen o Toby Alderweireld, por tratarse de los últimos casos, han sido cubiertas. Incluso ha logrado Kenneth Vermeer, en otra sabia decisión, abandone la titularidad bajo palos. De esta manera, contra todo pronóstico y con una idea futbolística con la impronta indeleble del Ajax, de Boer puede lograr algo que otras leyendas del banquillo ajacied no pudieron conseguir. Sólo el tiempo dirá si la historia del fútbol holandés le incluye entre sus páginas.