Duelo de gladiadores. Un choque de estilos. De proporciones épicas. De genios. De figuras. De campeones. De entrenadores. Un nuevo clásico magnificado por dos leyendas de los banquillos. Inglaterra se paralizó desde las 17:30, porque Manchester City y Liverpool volvían a protagonizar el enfrentamiento por excelencia. Los citizens, discutidos en la Premier, salían con sus mejores hombres. El 4-3-3 por bandera con Ederson, Walker, Ruben Días, Laporte, Cancelo, Rodri, Gundogan, De Bruyne, Ferran, Gabriel Jesús y Sterling. Klopp no osaba especular, por lo que se cargó de valentía y colocó a sus cuatro artilleros en punta en lugar de atreverse a sentar a alguno. Allison, Alexander-Arnold, Gomez, Matip, Robertson, Wijnaldum, Henderson, Firmino, Jota, Mane, Salah serían los hombres elegidos para salir de inicio al verde del Etihad Stadium.

El respeto quedó en los prolegómenos

El silencio copaba las gradas y se extendió con el homenaje a los caídos en las Guerras Mundiales. Una corona de flores fue portada por cada técnico en un ejercicio de respeto señorial que desembocó en el inicio del espectáculo. La primera actuación a punto estuvo de protagonizarla Firmino a los 40 segundos cuando Arnold le encontró a la espalda de la zaga con un pase bombeado. No logró rematar tras deshacerse de Ederson, pero el aviso ya estaba ahí. Probó la respuesta el City, imprimiendo la misma intensidad con la que su rival se había plantado en el escenario.

El Liverpool defendía con un 4-3-3, con un Diogo Jota como interior diestro apoyando en labores defensivas. En ataque, carrusel de efectivos, como Klopp tiene acostumbrado al espectador. Mané buscó los focos por medio de su habitual eslalon hasta que Walker se cruzó en su camino, derribándolo dentro del área. Penalti ipso facto. Salah fusilaba desde los 11 metros para poner el 0-1. El Ctiy intentaba responder, pero los reds se afanaban para evitar que se acomodaran sobre su jardín. La presión, robo y rápida salida eran el ABC del Liverpool. La D era el balón por alto a la espalda de la zaga. Cada toque de Mané ponía en alerta a Ruben Días y Ederson, que permanecían expectantes ante la aparición de las fieras enemigas.

Salah ejecutando la pena máxima que supuso el 0-1 / FOTO: PremierLeague
Salah ejecutando la pena máxima que supuso el 0-1 / FOTO: PremierLeague

 

Sin respiro

El transcurso de los minutos permitió al City engrandecerse, postulándose en campo rival con la pelota en sus dominios. Sterling tuvo la primera ocasión en el ecuador de la primera mitad, cuando recogió un centro de De Bruyne y probó superar a Allison en lugar de conectar con Gabriel. Se agigantó el arquero para negar el gol al británico. Seis minutos después, un genio se sacó el conejo de la chistera. Una rápida transición dejó el balón en los pies del belga, que encontró a Gabriel Jesús de espaldas a puerta. El brasileño con alma de 9, con el traje de claqué, se zafó de Arnold con el tacón derecho y puntilleó con el izquierdo. El 1-1 pasaba a gobernar el Etihad.

Gabriel Jesús poniendo las tablas / FOTO: Premier League
Gabriel Jesús poniendo las tablas / FOTO: Premier League

 

Rápidamente, De Bruyne aprovechó el show para expulsar un potente chut de su diestra que salió desviado. Pero aquí ninguno se arrugaba, y Diogo respondió con un disparo mordido ante Ederson. Otro centro del capitán skyblue fue “parado” por Joe Gómez con su brazo. El VAR salió a la palestra para llamar al colegiado al monitor. Penalti. Redoble de tambores para De Bruyne. Erró el belga la oportunidad para agarrar del partido. Los aplausos no imperaron en la pista, pero los de Manchester no decayeron y continuaron con una apoteósica presión que sacó algo del circo al Liverpool. Mané volvió a meter a los suyos en la función. Una genialidad suya, apareciendo entre bastidores, puso en serios apuros a Ederson, cuando, tras detener el zarpazo de Arnold, tuvo que blocar el balón en boca de gol se escapó de sus manos.

El descanso firmó la tregua. El segundo acto arrancó con el mismísimo ejercicio de equilibrio en el alambre. Si uno actuaba, el otro buscaba superarle. Choque de egos donde Gabriel tuvo una acción en la que su movimiento de cuello le dejó en evidencia. Centró Cancelo al corazón del área, y sin oposición alguna, cabeceó fuera del arco de Allison. Hizo difícil lo fácil, y fácil lo difícil, cuando minutos después, se revolvió sobre sí mismo, bailó junto a Matip y Henderson con el arte de un equilibrista, y la dejó a un De Bruyne que disparó por encima del travesaño.

Diogo Jota aparecía con posibilidades de armar la pierna en los aposentos de Ederson, y aunque cazaba todas, no cazó ninguna al mismo tiempo. Le faltó contundencia para poner en el disparadero a un Ederson que constató su seguridad en todo momento. Cuando el destino del Liverpool peor pintaba, Klopp retiró a Firmino a falta de media hora para contar con el sacrificio defensivo de un pequeño forzudo como Shaquiri.

Diogo Jota contra la muralla portuguesa / FOTO: PremierLeague
Diogo Jota contra la muralla portuguesa / FOTO: PremierLeague

 

El físico no acompañó al espectáculo

La influencia de Ferran parece destinada para los noches europeas, pues el español se retiró del campo sin hacer acto de presencia. Bernardo le sustituiría cuando Arnold cayó al suelo lesionado, siendo el hombre multiusos quien haría su labor. James Milner salía contra su ex equipo a defender a un malabarista como Sterling. No sufrió el veterano combatiente, que contuvo el desborde de su compatriota. En el otro extremo, Cancelo anuló a Salah con una jerarquía digna de un experimentado, y no de un novato como él en la izquierda.  Le sobró pulmón para apagar al egipcio y ser un comodín en ataque. El MVP del partido.

El ritmo decayó con los primeros síntomas de cansancio. El desborde se fraguó y el exigente ejercicio de presión desembocó en ataques sin la chispa necesaria para imponerse al de enfrente. El miedo a perder y la falta de aliento claudicaron sobre el triunfo, y la igualdad pasó a imperar los últimos minutos. Tablas en el Etihad Stadium entre Liverpool y Manchester City tras firmar una primera mitad deslumbrante.

Los de Guardiola echaron en falta la contundencia en el área enemiga y el equilibrio que Rodri aún sigue sin desplegar en la medianía. Fue sobrepasado en cada acción. La segunda mitad pidió a gritos el desparpajo de Foden, pero la perla británica se quedó en el banquillo mientras sus compañeros desfallecían cada vez que probaban la arrancada. 

FOTO: Manchester City
FOTO: Manchester City

El aguacero no rompió al Liverpool, sino que fue el propio Klopp con su experimento. El alemán buscó hacer estallar los entresijos del rival, pero la bomba cayó en su propio tejado. Los cuatro delanteros, a pesar de bregar con sus mandamientos, fragmentaron el centro del campo y lo regalaron al City. Generó poco el Liverpool, que vivió demasiado lejos del escenario principal. La desbordante electricidad inicial desfondó a dos gigantes que demostraron porqué se han repartido la Premier estos años

El Liverpool cae al tercer puesto, dejando una estampa que recuerda a aquella mágica campaña de Ranieri. El Leicester vuelve a liderar la competición en solitario, a un punto de los reds, que aventajan al Manchester City en 5, aunque con un partido menos para los citizens.