Las expectativas sobre Inglaterra son tan elevadas como la virtuosidad que caracteriza a su ataque. Los 20 primeros minutos ejemplificaron el potencial que es capaz de alcanzar la Selección, zarandeando a una subcampeona del mundo que pende de Luka Modric para sobrevivir. El capitán neutralizó el asedio con su singular manejo del tempo hasta que de nuevo Croacia cayó en el planteamiento inglés, alejado de cualquier tipo de excentricidad. Kalvin-Phillips actuó como puñal y Sterling como cazador para sumar tres puntos que les permiten gobernar el grupo D. La autoridad y la responsabilidad que acarrea el talento fueron respondidas bajo el sello de Southgate, limitado y efectivo, pero así se vislumbra a esta Inglaterra, que ya ha dado el primer golpe.
Propone Inglaterra, Modric iguala
Antes de que rodase el balón, Southgate ya había despertado las críticas por la composición del once al prescindir de dos laterales izquierdos por Trippier y de futbolistas de la casta de Grealish, Sancho o Rashford. Zlatko Dalić salía con el once esperado, colocando cinco cambios respecto al equipo que salió subcampeón del mundo en 2018 (Livakovic, Caleta-Car, Gvardiol, Kovacic y Kramaric).
Empezó achicando agua Croacia frente al bombardeo británico. El primer frente lo abrió Foden dibujando un disparo al palo largo de Livakovic; el segundo, Kalvin Phillips, voleando al centro del arco croata. La estrategia estaba diseñada sobre el talento ocupacional del cuarteto atacante, entregados en la presión, la marca, la generación y liberados por el carácter combativo de Phillips y Rice. Croacia se hundía en su campo, encerrada y ahogada hasta que Inglaterra dejó de tensar la cuerda.
En el desasosiego surgió Modric para empujar a los suyos en su eterna batalla contra el tiempo. El madridista exhibió cómo el cansancio y el fútbol son inagotables cuando se enfunda la ajedrezada. Fue motor y Croacia la pausa necesaria para ir bajando pulsaciones al partido hasta llegar al descanso con la balanza equilibrada.
Sterling resuelve en la trivialidad
La absorción y escapatoria de Modric de la presión permitió que los reinicios de Inglaterra no pasasen por Mount, sino por Mings y Stones, cambiando por completo el escenario. La basculación croata dejó a una Inglaterra redundante y pesada en la circulación, hasta que Kalvin Phillips irrumpió como desestabilizador. Walker le encontró entre líneas, en un territorio inhóspito para Inglaterra en el segundo tiempo, y el centrocampista del Leeds United atacó el espacio para conectar con Sterling. El extremo rompió, recogió y aniquiló cuando el minuto 56 alumbraba Wembley y el juego británico más incertidumbre despertaba.
El gol reactivó por momentos a los Three Lions, en su movilidad y su dinamismo, por el vínculo que Mount, Sterling y Foden instituían. Kane estuvo cerca de sacar petróleo de una de esas sinergias en un centro de Mount en el que terminó golpeando su costilla con el palo. El golpe bloqueó el ideario croata, y la posición de Modric, más próxima a la base, les dejó sin determinación en el último tercio. Dalić agitó el árbol dando entrada a Vlasic, Brekalo, Petkovic y Pasalic, variando sin acierto al 4-2-3-1.
Southgate contestó protegiéndose, dando entrada a Rashford y limpiando la espectacularidad por la austeridad. El vértigo que le suscitaba el empate sacó también a Kane, reforzando el centro del campo con la inteligencia y premura de Bellingham. Los últimos minutos se sucedieron con Croacia tratando de encontrar a Pickford más por imposición del contexto que por argumento. Inglaterra venció a su 'gran rival' de grupo, luciendo en tramos, siendo sobria en otros y bloqueando cualquier tentativa ofensiva croata.