El fútbol modesto gallego vive los días más turbios de su historia. Varios técnicos del Ministerio de Trabajo se han personado en la sede de los equipos de la Tercera División para realizar inspecciones en las que solicitaban información sobre las cuentas y los trabajadores de las entidades. 

Las reclamaciones de Trabajo se basan en que todas las personas que formen parte de la entidad coticen a la Seguridad Social. Pero la realidad de los clubes es totalmente distinta, ya que si sobreviven es gracias al arduo labor de los colaboradores y voluntarios, que despachan las bebidas en las cantinas del club, trabajan en la taquilla o ayudan al equipo como utilleros por amor al fútbol.

El presidente de la Asociación de Clubes Galegos de Fútbol (ACGF), Ángel Garrido, manifestó su deseo para mantener una reunión con la Federación Galega de Fútbol para intentar buscar la mejor de las soluciones posibles. Según Garrido, esta pasa por potenciar una fórmula de regulación para el fútbol aficionado, que no implique asegurar a todos los trabajadores, ya que se pondría en peligro la supervivencia de equipos modestos como la UD Barbadás, el Bergantiños CF o, el ya inspeccionado, Rácing Vilalbés, que apenas disponen de presupuesto para hacer frente a los pagos a la plantilla.

Pero desde la Federación Galega de Fútbol, tal y como declaró su presidente, José García Liñares, solamente se puede "ofrecer asesoramiento a todos los clubes que lo necesiten", así como aseguró que "sabía que iba a suceder, porque empezaron en Cataluña hace tres o cuatro meses".

Por lo tanto, la única esperanza que les queda a los equipos modestos para poder seguir con la pasión que los fundó un día, el fútbol, recae en un posible acuerdo entre Federación y Xunta para impulsar  una nueva normativa que regule la actividad de las entidades sin ahogarlas. Y el sentimiento para seguir adelante es unánime entre las directivas gallegas, que expresaron su intención de hacer un esfuerzo para regularizar su situación, ya que una aplicación estricta de la normativa vigene podría situarlos al borde de la desaparición.

Solamente hay unos pocos equipos que se salvan del miedo y las nefastas consecuencias que podrían traer estas inspecciones. Es el caso del Pontevedra CF o el Rácing de Ferrol (así como los filiales de Dépor y Celta) ya que, al haber militado en Segunda División B y Segunda División, cuentan con un organigrama profesionalizado. 

Esta negro presente, con un, a priori, turbio futuro por delante salvo milagro, deja en el aire una cuestión que está en la cabeza de varios dirigentes gallegos, ¿por qué se atosiga a los humildes equipos de fútbol aficionado mientras existe una "amnistía" con la elevada deuda de muchos de los clubes de la Primera División?.

VAVEL Logo
Sobre el autor
Iago Fandiño Bonome
Periodista licenciado por la USC. A Coruña.