Cuando en el verano de 2010 José Mourinho se interesó por la contratación de un espigado chico que pegaba patadas al balón en el Benfica, muchos se echaron las manos a la cabeza cuando se hicieron públicas las cifras del montante total por el cual Ángel Di María dejaba el equipo de las Águilas y pasaba a enfundarse la zamarra del Real Madrid. 30 millones de euros tuvieron la culpa, y el desconocimiento de muchos de las cualidades del zurdo argentino ponían en tela de juicio su valor para el faraónico proyecto que estaba montando Florentino Pérez tras su triunfal vuelta a la directiva blanca el curso anterior.

Pronto, Di María se destapó como el jugador que permitía a la maquinaria madridista funcionar a la perfección, con un sacrificio en defensa que se antojaba necesario para compensar el imponente potencial ofensivo del que disponía el equipo, y llegando, cuando el cuero se encontraba en la vanguardia, para acompañar a los hombres de arriba y surtirles de balones, cuando no buscaba el hueco en el arco rival para clavar un zurdazo en su red.

Jugador clave en los esquemas de Mourinho

Hasta el final del ciclo de José Mourinho como primer entrenador del Real Madrid, la titularidad de Di María, siempre que la salud se lo permitía, de forma especial en los partidos importantes, estaba fuera de toda duda. Con menor acierto y continuidad en su juego según pasaban los partidos, y por ende, los años, no ha vuelto a recuperar el magnífico nivel mostrado durante su primera campaña en el club, si bien, ha dejado siempre muestras de total implicación y sacrificio, siendo pieza fundamental en los últimos enfrentamiento ante el Barcelona, involucrándose con Arbeloa en la contención, por el carril diestro, de las acometidas blaugranas.

Y no únicamente en la parcela defensiva se pueden decir cosas positivas del 'Fideo', puesto que su garra y capacidad de sacrificio le convierten en una de las primeras armas a la hora de ejecutar una presión arriba, que gracias a su velocidad de piernas lleva a cabo con diligencia, complicándole en ocasiones la salida de balón a los centrales, ocasionando, como en la Supercopa de España ante el propio Barça con Valdés de testigo de excepción, el beneficio del gol para su equipo.

Año de vaivenes para Di María

El curso que finalizó en junio fue sin duda, uno de los más raros para el Madrid. El espectacular comienzo, con la consecución del título de la Supercopa ante el Barcelona en el Santiago Bernabéu, con la necesaria participación de Di María en el partido de ida, hacía presagiar que la anterior campaña (La Liga de los Récords) había sido únicamente el principio de una época de dominio merengue. El robo de Ángel a Valdés y posterior tanto de éste, vital cuando el encuentro del Camp Nou tocaba a su fin con un 3-1 en contra de los intereses blancos, era el mejor pistoletazo de salida para el internacional albiceleste.

La consecución del título liguero en la temporada 2011-2012, con récord de goles y puntos incluida, había dejado un regusto amargo para Di María, puesto que las continuas lesiones le privaron de continuidad, y su juego nunca se llegó a desarrollar cómo a él le hubiera gustado. Si bien, cuando terminó por coger confianza y continuidad, no supo llegar al punto demostrado en su primera campaña. En el nuevo curso, el natural de Rosario partía más fuerte que nadie, con una pretemporada a un ritmo tremendo, y un primer mes de septiembre que dejaba boquiabiertos a todos, esperanzados en recuperar al talento argentino para la causa.

Pero nuevamente la falta de continuidad le pasó factura. A pesar de no desarrollar nunca todo su potencial, su inclusión en las alineaciones titulares era una constante para un José Mourinho que confiaba en la calidad de su jugador, en el que veía las cualidades y el despliegue físico que necesitaba. Las habladurías al respecto de su renovación y el bajón de juego desde entonces dañaron la confianza de un Di María que según pasaba la temporada se veía más incapaz de acallar las voces que le señalaban como un jugador acomodado tras la ampliación de su vínculo y el aumento de sus emolumentos anuales.

En la recta final del curso, fue, junto a Cristiano Ronaldo, el hombre más destacado de cada encuentro. Su gran partido ante el Atlético de Madrid, en el Vicente Calderón, le confirmaban como alguien de quién fiarse cuando la temporada tocaba a su fin. Suyos fueron los pases que desaprovecharon Higuaín primero, y Cristiano después, en el fatídico pero emocionante partido de vuelta de las semifinales de Champions.

Di María fue clave en los enfrentamientos ante el Barça

La pérdida de la posibilidad de sumar un título por la vía europea se unió a la desaparición, demasiado pronto, de las oportunidades de reconquistar el campeonato doméstico, que terminó de rematar la derrota ante el Atlético en la final de Copa para obtener una temporada con un desgaste muy grande a nivel personal entre aficionados, cuerpo técnico y jugadores, lo que ensombreció en gran medida la aparente resurrección tardía de Di María.

Empezando de cero en el nuevo sistema

De cara al futuro, el presente es la parte más importante de la carrera del 'Fideo' ahora mismo. Con el cambio de entrenador y aparentemente, de sistema de juego, Di María debe volver a encontrar su lugar en el campo. Si en el 4-2-3-1 que presentaba Mourinho se desenvolvía en la línea de tres mediapuntas por el carril diestro, la apuesta por fortalecer el centro del campo con un trío de jugadores que mantiene Ancelotti le sitúan algo más retrasado en el terreno de juego, habiéndose situado, durante la pretemporada, en la medular como interior.

Si nos atenemos por lo visto en pretemporada, las opciones más plausibles de que Di María entre con continuidad en el once pasan porque el sistema de juego que mantenía el Madrid la pasada campaña varíe lo menos posible. La llegada, no obstante, de Gareth Bale, puede modificar todo lo anterior, puesto que si el galés desembarca en Concha Espina, muchos señalan directamente al 'Fideo' como una de las opciones más reales de abandonar el equipo, incluyéndole en algunas quinielas como moneda de cambio en la operación con el Tottenham.

La falta de hueco por la calidad de los rivales puede ser un problema para el argentino

Sean o no ciertos los rumores sobre el fichaje del potente zurdo, la incorporación de Isco si es una realidad, que puede afectar a la cuota de minutos del argentino. El talento del español está fuera de toda duda, y con unos Özil, Benzema y Cristiano Ronaldo que parecen inamovibles de los esquemas, al menos de inicio, de Ancelotti, las oportunidades de hacerse con un hueco en el once se complican.

Y no solo tiene por rivales a nombres tan ilustres como los anteriores mencionados, puesto que en una supuesta línea de tres en la medular, con dos interiores escoltando a un hombre de corte más defensivo, surgen los nombres de Khedira, Modric, Xabi Alonso o el recién llegado Illarramendi como alternativas más recurrentes, con un outsider que esta destapándose esta pretemporada, como Casemiro, con ganas de ponérselo difícil a un Ancelotti que cuenta con una de las plantillas más completas y potentes del panorama futbolístico. El albiceleste tendrá que ganarse, a base de ganas, efectividad y sobre todo, continuidad, su puesto en el equipo.