"Trabajar para el futuro, pensar en el futuro. Si miras a la plantilla, dice claramente que se piensa en el futuro. Pero en un club de esta dimensión hay que conseguir resultados, hay que ganar y es lo que hemos intentado hacer en estos dos años que pasaron y lo que vamos a intentar continuar haciendo los próximos cuatro". Así de contundente se mostraba un exultante Mourinho justo un año antes de la amarga despedida, después de que Florentino Pérez prolongase la relación contractual entre el técnico luso y la entidad madridista hasta 2016. El portugués le ponía de esta forma la guinda perfecta a una temporada, cuyo balance general se saldaba con una nota positiva, en la confirmación de la tendencia generada por él mismo en sus anteriores equipos, en los que las segundas campañas siempre superaron a las primeras. El Real Madrid no fue una excepción.

Atrás quedaba la temporada de debut de Mourinho al frente del conjunto blanco, un primer año en el que la ilusión volvió a convertirse en la bandera del madridismo; habiendo alzado una Copa del Rey ante el eterno rival tras 18 años de sequía en la competición del K.O, habiendo rubricado una segunda plaza en el campeonato nacional de Liga tras un Barcelona implacable y después de haber sucumbido ante el conjunto azulgrana en las semifinales de una Champions League que no había visto a los blancos más allá de los octavos de final desde hacía seis temporadas, la segunda campaña de la 'era Mourinho' se presentaba en un horizonte de grandes esperanzas para la afición blanca.
No obstante, el arranque de esta pareció inicialmente un suma y sigue en el que la ceniza que dejaba tras de sí el abrasador fuego de los 'clásicos' -madridistas y azulgranas se habían encontrado en todas las competiciones- prendía de nuevo en un virulento incendio con motivo de la Supercopa de España. El empate a 2 cosechado en Madrid, convertía el choque de vuelta en un interrogante cuyo desenlace se encargarí de confirmar si la vicoria de los blancos en la final de Copa había sido un espejismo o si por el contrario, los de Mourinho empezaban a amenazar seriamente el trono del conjunto azulgrana.

Sin embargo, lejos de esclarecer el dominio futbolístico del panorama español, el encuentro de vuelta en el que el Barcelona se imponía por un ajustado 2-3 no serviría sino para desatar la tormenta: Mourinho en estado puro. La tangana final en la banda acabaría desembocando en el famoso dedo que el técnico luso metía en el ojo de Tito Vilanova, que respondía con un empujón. Cruces de declaraciones, acusaciones y el estallido de una tensión que la sucesión de encuentros entre unos y otros en la primera temporada de Mourinho -cinco en total- empezaron a generar.


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El Madrid pone en marcha la maquinaria
Un inicio dubitativo en el campeonato nacional, sin embargo, se encargaría de aplacar los ánimos en Chamartín, donde se las prometían muy felices tras las goleadas ante Zaragoza en La Romareda (0-6) y Getafe en el Bernabéu (4-2). La derrota ante el Levante (1-0) en el Ciutat de València y el posterior empate a 0 en El Sardinero, situaron a los blancos en la séptima posición de la tabla -circunstancial a esas alturas del campeonato- y sirvieron también para despertar los fantasmas que recordaban que en esos estadios es donde se ganan y se pierden ligas. Alertados por esta circunstancia, el Madrid puso en marcha una máquina imparable de fútbol y goles que se convertiría en u sello de identidad durante el resto de competición: Rayo Vallecano (6-2), Espanyol (0-4), Betis (4-1), Málaga (0-4), Villarreal (3-0) y Real Sociedad, de forma más ajustada (0-1) se convertían en la víctimas de un equipo que se encaramaba por fin al liderato de una clasificación que ya nunca abandonaría. No obstante, lejos de conformarse, los de Mourinho continuaron con su marcha 'vikinga' en pos de asentar la primera posición de la tabla. Osasuna (7-1), Valencia (2-3), Atlético de Madrid (4-1) y Sporting de Gijón (0-3) sucumbieron también ante un poderío que nadie parecía capaz de detener. Hasta que llegaron ellos.

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Desde su hegemónico trono, el FC Barcelona se había convertido en uno de los grandes desafíos de Mourinho, una de las razones que habían propiciado la llegada del portugués al banquillo madridista, algo que ya pudo sufrir en sus propias carnes el de Setúbal en su primera campaña como madridista, en la que los de Guardiola le habían infligido sendos correctivos al conjunto blanco: 5-0 en el estreno de Mourinho en un clásico liguero, 1-1 en el choque de vuelta en el Santiago Bernabéu, 1-3 en el encuenro de ida de las semifinales de la Champions League y un peleado pero insuficiente 2-2 en la vuelta en el Camp Nou, a la postre, setencia europea de los blancos, que sin embargo, habían logrado repetir el alcance de unas semifinales en la Liga de Campeones por segundo año consecutivo después de sus seis temporadas de maldición en forma de octavos.

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La final de Copa del Rey que el Madrid había ganado sobre el Barcelona en la primera temporada de Mourinho al frente del banquillo blanco, se convertía en la única gran referencia positiva que los 'merengues' tenían para vencer a su eterno rival. No obstante, los azulgrana le recordaron a los blancos que aún había mucho trabajo por hacer y el encuentro en tierras madrileñas se saldaaba con un 1-3, segunda derrota de la temporada en Liga. Lejos de perderse bajo la superioridad culé, los de Mourinho reflotaron de nuevo con todo su arsenal hasta completar una primera vuelta brillante: Sevilla (2-6), Granada (1-5), Mallorca (1-2) y la jornada número 1 convertida en la 20, con motivo de la huelga de jugadores que la AFE convocó en el inicio de la temporada y que retrasó una semana el arranque de la competición liguera.
Golpe defintitivo en el Camp Nou
La segunda vuelta, empezaba de forma muy similar a la primera aunque en este caso, las dudas tardaron más en emerger. Los triunfos ante el Zaragoza (3-1), Getafe (0-1), Levante (4-2), Racing (4-0), Espanyol (5-0) y Betis (2-3) pusieron un punto de inflexión en una situación de contrastes: si la derrota en la cuarta jornada -tercera oficialmente- ante el Levante había servido para que los de Mourinho ocupasen su posición más baja en la clasificación -séptimos- a 5 puntos del líder, el Betis, el triunfo ante el mismo equipo serviría para establecer la mayor distancia entre una cima que esta vez ocupaban los blancos y su más inmediato perseguidor, el FC Barcelona, con 10 puntos de diferencia. Sin embargo, en esta ocasión sería un serio y aguerrido Málaga el que frenaría al líder, arañando un empate del Bernabéu en el último minuto con un gol de falta directa que serviría para establecer el definitivo empate a 1. Situación calcada a la que se produciría una semana más tarde frente al Villarreal, reduciendo de 10 a 6 la diferencia existente entre primero y segundo, que aún habían de medirse, esta vez, en territorio culé.

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Los posteriores triunfos por 5-1 ante la Real Sociedad en el Bernabéu y 1-5 contra Osasuna en el Reyno de Navarra se convertían en perfectos preparativos para un nuevo clásico liguero, en el que los de Pep tratarían de asestarle a los blancos el golpe definitivo a las dudas generadas pr el decrecimiento de un colchón que, semanas atrás se preumía suficiente. Para este hecho, además, los azulgrana contarían con la ayuda de un Valencia que empataba a 0 en el Bernabéu, reduciendo todavía más el maergn del líder, que se quedaba ya en 4 puntos. Los triunfos ante el Atlético de Madrid (1-4) y Sporting de Gijón (3-1) sí se convertían en perfectas antesalas para el duelo determinante de cara al título de Liga.
21 de abril de 2012. Camp Nou. Trigésimo cuarta jornada de Liga. Con la derrota de la primera vuelta aún en la retina, los 'merengues' afrontaban un encuentro vital en el que muy pocos apostaban por ellos. Sin embargo, los de Mourinho sabían que en esta ocasión y a 4 puntos de diferencia, el título pasaba por dar un golpe de autoridad en el terreno más hostil posible. Los tantos de Khedira y Cristiano -este último tras el empate de Alexis- servían para decantar la indecisa balanza de la Liga en favor de los 'merengues', que ampliaban su particular colchón a 7 puntos de difícil alcance, habida cuenta de que restaban sólo cuatro jornadas -las 3 finales más la 20 de retraso-. Jornadas que el Madrid cerraría de la misma forma que abrió: goleandoy ganando. 3-0 al Sevilla y 0-3 en San Mamés, estadio en el que la historia le regabala al Madrid la oportunidad de convertirse en el último campeón de Liga sobre su emblemático césped y a su vez, único equipo en entonar allí un alirón al margen del propio Athletic. Por último, 1-2 en Granada y 4-1 frente al Mallorca en una noche mágica de celebración: título de campeón de Liga en una Liga de récord: 100 puntos y 121 goles a favor.

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La revancha del Barça en Copa
Si bien el FC Barcelona se había erigido en la gran 'bestia negra' del Real Madrid, en la primera temporada de la 'era Mourinho', curiosamente esta se saldaría con la conquista de la Copa del Rey 18 años después ante el eterno rival. Un disputado encuentro que en la prórroga, vería convertido el minuto 102 en un instante mágico para el madridismo. Lo que depararía la siguiente edición, tendría poco que ver.
En consonancia con la abrumadora marcha del Madrid en Liga, la competición del K.O no desentonaría en absoluto y los blancos vencían y convencían con su 'once secundario' ante la Ponferrradina, que sucumbía en su estadio con un contundente 1-7 en favor de los blancos. Algo más disputado estaría el encuentro de vuelta en el que los de Mourinho certificarían el pase a octavos mediante el 2-0 anotado por Callejón y Cristiano Ronaldo. En la próxima fase esperaba el Málaga. El conjunto de Manuel Pellegrini no le pondría las cosas nada fáciles a los blancos, que llegaban al partido tras la polémica suscitada por las declaraciones de Mourinho, afirmando que nunca entrenaría a un equipo como el malacitano. El 3-2 en la ida, jugada en el Bernabéu, dejaría todo abierto de cara a una vuelta que prometía emociones fuertes. Todo discurriría con normalidad en La Rosaleda y gracias a un ajustado 0-1 (gol de Benzema), los 'merengues' confirmarían una dinámica repetitiva en las temporadas “mourinhistas”: encontrarse con el FC Barcelona en su camino hacia los títulos.
Se habían cruzado los dos conjuntos en la final de la anterior campaña y lo hicieron de nuevo en los cuartos de final de la 2011/12. Con ansias de revancha tras el título conquistado por los de Mourinho, los barcelonistas arrancaron un nuevo triunfo del Santiago Bernabéu, que estaba empezando a convertirse en un territorio en absoluto hostil para ellos. La gesta de remontar en el Camp Nou quedó en una lucha tan encomiable como estéril, pues el empate a 2 terminó por apear de la competición a los blancos en favor de un Barcelona que acabaría proclamándose campeón.
Otra vez a las puertas de Europa
La misma contundencia que el Real Madrid había paseado en el campeonato nacional de Liga e incluso más, caracterizó a los blancos durante los primeros pasos de su andadura en Europa. Con la eliminación a manos del FC Barcelona en la anterior campaña aún en la retina, los de Mourinho acometían su segundo intento en la búsqueda de la ansiada décima. Una marcha triunfal llevó al equipo a liderar la fase de grupos por delante del Ajax de Amsterdam, Dinamo de Zagreb y el que había sido la 'bestia negra' de los blancos en Europa en los años previos a la llegada e Mourinho, el Olympique de Lyon. El Madrid saldó con seis triunfos la primera fase del campeonato y quedaba emparejado con el CSKA Moscú.

El primer encuentro de los octavos de final no se presentaba sencillo, pues el peligro del rival ruso se aliaba con el frío que heló al Madrid en el minuto 93 cuando los blancos recibían el gol del empate (Wernbloom); un resultado que, a priori, no se recibió con alarma en el seno del equipo. La vuelta en casa y la superioridad blanca representaba todo lo necesario para que los de Mouirnho pudieran rematar el pase a cuartos, algo que efectivamente se certificaría en el Bernabéu tras el 4-1 de la vuelta. Y allí esperaba ya el Apoel de Nicosia, que vio pronto su destino en Europa tras medirse a los madridistas en tierras chipriotas. El 0-3 cosechado en el GSP Stadium se presentaba como la antesala perfecta para regresar a las semifinales. Para eso, sin embargo, restaba un partido de vuelta, que lejos de las expectativas ofreció un espectáculo futbolístico y de goles (5-2) para sentenciar el pase blanco.

Y por segundo año consecutivo, las semifinales ante un rival históricamente complicado: el Bayern de Múnich. No parecía excesivamente negativo el resultado obtenido en el Allianz Arena, un 2-1 que inicialmente dejaba la eliminatoria abierta y en este caso, al Madrid le confería el factor casa para tratar de cerrar la última fase, previa a la gran final con un resultado positivo. El partido no pudo empezar de mejor manera y tras colocarse 2-0, el Bernabéu soñaba con una nueva final. Hasta que apareció Robben para anotar el tanto que igualaba la eliminatoria y llevar el partido hasta la agónica prórroga; una prórroga que no modificó nada durante sus 30 minutos de duración y que hizo desembocar el choque en la injusta lotería de los penaltis. Allí, la mala fortuna se cebó con los blancos, que de botas de Cristiano Ronaldo, Kaká y Sergio Ramos, enviaban tres disparos errados, suficientes para que los fallo de Kroos y Lahm no adquiriesen mayor gravedad y acabasen enviando al conjunto alemán a la final que disputarían y perderían en su estadio ante el Chelsea inglés.

Crónica de un proyecto ambicioso
Llegaba en 2010 al Real Madrid con la vitola de mejor entrenador del mundo. Su mejor aval: lo logrado en equipos tan variopintos y diferentes como Oporto, Chelsea e Inter de Milan. Con una temporada de margen en la que Mourinho había logrado alzarse con una Copa del Rey frente al FC Barcelona, el portugués ya se mostraba consciente de la dificultad que iba a suponerle estar al frente del conjunto blanco.
José Mouirnho: "Entrenar al Madrid es y será el trabajo más difícil de mi carrera"
Había empezado a conocer la fuerte presión que envolvía al club, propiciada en parte por la sempiterna exigencia, algo que de algún modo respondía a las palabras que en su día pronunciase Florentino Pérez: “El Real Madrid está condenado a la excelencia”. Hombre de grandes retos y fuertes desafíos, el luso ratificó, por activa y por pasiva sus ganas de continuar en el conjunto blanco en la labranza de una carrera de la que sentir orgullo con la perspectiva que confiere el tiempo.
"No me voy, seguro segurísimo"
"Estoy orgulloso de ser el entrenador del Real Madrid; no me quiero ir"
"Entrenar al Madrid es algo inolvidable y fantástico que me está haciendo mejor profesional"
"Soy feliz; este es el reto perfecto"
Tal era el convencimiento de José Mourinho en su estancia en el conjunto blanco, que el técnico sorprendía a propios y extraños con el anuncio oficial del club en el que se comunicaba la ampliación de contrato por dos temporadas más , algo llamativo en un entrenador caracterizado por sus cortas estancias en los clubes a los que entrenó y en la continua búsqueda de nuevos desafíos.
No es de extrañar, sin embargo, que el luso apostase firmemente por su continudad en Chamartín, pues los problemas que acabaron estallando con el capitán del conjunto blanco -entre otros- y que a la postre han influido en la marcha del técnico, no existían por aquel entonces. Es más, en la dorada temporada de la liga de los récords, el propio Iker Casillas no mostraba reparos en reconocer públicamente la importancia de la figura del entrenador en el proyecto:
"Mourinho es parte importante de este proyecto"
"Veo a Mourinho más ambicioso y eso se contagia"
Tampoco Sergio Ramos, con quien han existido diferencias de igual manera, escatimaba a la hora de elogiar las virtudes de Mourinho como entrenador, dejando claro, sin embargo, que nunca ha tenido problemas para decir lo que pensaba, tanto si el técnico era alguien del carácter del portugués como si lo era de la serenidad de Vicente Del Bosque.
Tal era por aquel entonces la sinergia entre jugadores y entrenador, cuanto menos de cara a una imagen pública, que el técnico expresaba con sorpresa la continua motivación de un grupo con un brillante futuro ante él:
"No deja de sorprenderme la motivación de estos jugadores"
"Este Real Madrid tiene equipo para los próximos diez años"
"Seremos mejor equipo que la temporada pasada"
"El Madrid es un proyecto extraordinario"
El convencimiento en lo que Mourinho podía aportar al equipo, además, no era algo que estuviera sólo en la mente de su gran valedor, Florentino Pérez, cuya relación con el técnico luso ha sido siempre perfecta , sino que eran varios los valores del club los que abogaban por la idoneidad de un entrenador como el de Setúbal:
Unanimidad en el seno del Real Madrid con la figura de José Mourinho
Incluso la exigente afición del Santiago Bernabéu, que ya le había demostrado al luso que el su beneplácito era una recompensa de difícil alcance, se convertía en objeto de halago de un entrenador poco dado al elogio porque sí. No obstante, como si de un presagio se tratase, Mourino repetía en diversas ocasiones que de su boca no saldría la promesa de algo que, de forma completa, no estuviera en sus manos pero sí la máxima entrega y el mayor sacrificio
Jose Mourinho: "Puedo prometer trabajo pero no títulos"
El luso pondrá punto y final a su estancia en el Real Madrid un año más tarde, con la conquista de una Supercopa que en su momento calificó como "el torneo más importante del verano y el menos importante de la temporada". Y es que el trofeo más importante del verano no es suficiente en un club donde el camino es tan importante como la propio conquista. Mourinho reconocería al término de la campaña 2012/13 que había sido su peor temporada, como también admitiría un año antes que el campeonato liguero desarrollado con el Madrid era el mejor de su carrera, un campeonato que concluía en una justa corona de campeón de Liga para el portugués; título que no pudo revalidar y que precedió a una campaña que en poco aportaría a su gran objetivo:
José Mourinho: "Cuando me retire espero estar orgulloso de mi carrera"
De sus tres años de estancia en el Real Madrid, a buen seguro José Mourinho se llevará aprendidas valiosas lecciones; las que enseña la contundencia de un triunfo como el de la campaña 2011/12 y también las dificultades de otra como la que estaría por llegar. No obstante, si algo ha podido enseñar al de Setúbal es la propia leyenda madridista, personificada hoy en la persona de Alfredo Di Stéfano; el argentino supo lo que es brillar desde los terrenos de juego pero también supo lo que es sucumbir en el banquillo 'merengue', por lo que la carta abierta que el presidente de honor del Real Madrid le escribía al portugués en octubre de 2012 no debería caer en saco roto para José Mourinho:
"Hasta pronto, Mou, cuando quiera continuamos. Se despide un gaucho-español al que nombraron Presidente de Honor del Real Madrid. Gracias, infinitas". -Alfredo Di Stéfano-
Foto Camp Nou: lainformacion.com
Foto Mourinho aplaudiendo: teamtalk.com