El 2013 se pierde en el horizonte de Valladolid con un sabor de boca amargo. Un partido ante el Espanyol que ha dejado ver lo que es el equipo de Juan Ignacio Martínez en esta temporada 2013-14: una defensa débil, un equipo que no sabe construir jugadas y un ataque que solo Javi Guerra sabe embocar con claridad.

Volvió Óscar a un once inicial después de su última aparición en el mismo en la jornada cuatro contra el Elche. Una lesión que se convirtió en un mal sueño recurrente para el mediapunta salmantino, que por suerte parece que ya ha dejado atrás. Por lo demás, Martínez sacó lo que parece el mejor equipo titular que ahora se puede poner en liza, y visto lo visto no es suficiente. Ni mucho menos.

La intensidad local en los primeros minutos desbordó al Valladolid

El encuentro no pudo empezar peor para los intereses visitantes con un penalti de Rueda que deja ver el bajón de nivel del ‘6’ pucelano. El central se confunde en un despeje, el balón le cae a Stuani y Rueda hace una ingenua entrada a destiempo que le puso la decisión muy fácil a Mateu Lahoz. Sergio García lo transformó de manera contundente e hizo imposible la estirada de Mariño. Los cuatro primeros minutos ya dejaban ver a un Valladolid encerrado ante la insistencia perica.

Los primeros minutos antes del gol ya dejaban ver lo que quería el Espanyol que fuera el partido. Una intensa presión muy arriba de los blanquiazules que no permitió una salida clara del balón al Real Valladolid. Los cuatro hombres de arriba del equipo catalán combinaban con mucho criterio y siempre haciendo daño a la retaguardia castellana. A medida que el reloj avanzaba el Valladolid robaba más balones cerca del área rival, lo que hacia que su peligro fuera aumentando en los mejores minutos de equipo de Martínez. 20 minutos que más adelante se mostraron como una ilusión.

Lo catalanes no hacían un juego muy vistoso pero creaban mucho peligro con los balones largos que siempre acababan en pies de jugadores locales. El poderío por alto de los pericos hizo sufrir al Valladolid en todo el encuentro. A pesar del peligro local, el Valladolid se desperezó y aumentó su presión en las primeras líneas, mostrándose como un equipo mas compacto.

Cuando la primera parte entraba en su recta final con aun todo por decidir y un Valladolid que se mostraba mucho más amable de lo que en un principio pareció, es cuando llegó el segundo gol local. Stuani estaba llevando mucho peligro por banda derecha y buscando el centro. Así llegó su primer gol, tras un robo cerca del área de Mariño que el uruguayo hace valer con una buena definición tras pase de Sergio García. De nuevo la presión intensa en la salida del balón le dio sus frutos al equipo de Aguirre.

Estos primeros cuarenta y cinco minutos bien pudieron haber acabado con un gol visitante tras un fallo de Óscar cuando se plantó en solitario ante Casilla. El mediapunta fue en esta primera parte el estandarte de las pocas combinaciones en ataque que mostraron los albivioletas, pero en esta jugada se vio como su inactividad continuada y el fallo en la toma de decisiones hizo que el portero tarraconense pudiera mantener su portería a cero por el momento. La primera parte terminó con la sensación de que el Valladolid se llevaba demasiado castigo tras entrar frio en el partido, lo que le costó dos goles por sendas perdidas cercanas al área de Mariño.

Dos goles que maquillan la mala imagen

En la segunda mitad el equipo de Martínez volvió a salir instalado en la inopia. Así, en el primer minuto Sergio García ya pudo hacer el tercero en un remate que buscaba la escuadra izquierda de Mariño pero que se fue desviado. El Espanyol buscó matar el partido definitivamente a las primeras de cambio de la segunda parte pero no acabó de ver puerta.

Las llegadas rápidas locales en contrataques muy peligrosos era la tónica general en la segunda mitad en la que el Valladolid no apareció hasta que ya estaba todo perdido. Estas salidas veloces estaban auspiciadas por el gran partido que hicieron los dos mediocentros pericos, David López y Víctor Sánchez, que no cesaron ni un minuto en su empeño de robar y distribuir. Estos ganaron claramente la partida a la pareja formada por Rubio y Rossi, que no acaban de funcionar bien ni en construcción ni en contención.

David López y Víctor Sánchez comieron la moral a la medular pucelana en todo momento

Con el Valladolid muy desaparecido en ataque en la segunda mitad debido a la incapacidad de encontrar conexiones entre las líneas, el gol perico que cerrara definitivamente el encuentro estaba al caer. Y así fue mediado el segundo tiempo con un gol del antes mentado Víctor Sánchez, al que Aguirre ha convertido en un mediocentro lleno de virtudes. El gol llegó de la misma manera que los dos anteriores: con una recuperación del Espanyol en la frontal del área de Mariño. Esto atora a los mediocentros albivioletas y, ante la incapacidad de darle criterio al sentido del juego, pierden el cuero en zona de alto riesgo.

Y dos minutos después llegó el cuarto; segundo en la cuenta particular de Stuani. El ariete uruguayo remató de manera perfecta un servicio desde la banda derecha. El Valladolid era una comparsa. La defensa hoy decidió no salir a jugar; las pérdidas de Rubio y Rossi fueron constantes; las bandas formadas por Bergdich y Omar, que entró en la primera parte por el lesionado Ebert, tenían una incidencia nula. Los únicos que se mostraban más acertados y en sintonía eran Óscar y Guerra, muy solos todo el partido.

En los últimos quince minutos del partido el Valladolid se aprovechó de la relajación local tras hacer los deberes antes de tiempo. Dicha disminución de la intensidad local permitió a los castellanos hacer dos goles para maquillar el resultado, pero que fueron una respuesta a destiempo que cayó en saco roto. Guerra consiguió sumar su undécimo gol de la temporada con el enésimo remate de cabeza tras centro de Óscar; y Víctor Pérez convirtió el segundo en el minuto 44 tras una falta en la frontal que desvió Javi López.

El Valladolid termina 2013 con otra derrota más y con una imagen de equipo abocado al descenso si el nivel de los jugadores no crece con el año nuevo. Falta de intensidad, pegada casi nula si no fuera por Javi Guerra o falta de buenos constructores de juego son algunos de los males que tiene el equipo de Martínez. Por no hablar de la incapacidad que tienen los extremos formados por Bergdich y Omar no solo para desbordar al rival, sino simplemente para sumar algo que pueda ser de provecho para el equipo. El mercado invernal y las ilusiones renovadas son las bazas que tendrá el Valladolid para salir del pozo.

Fotos: Terra.

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Sobre el autor
Sergio Soto
Dando los últimos pasos en la licenciatura de Periodismo. Música y cine son mi brújula y alimento diario. Blanco y violeta son mis colores. Pienso, luego insisto.