Con 363 partidos a sus espaldas, Marcos Senna anunció el pasado 12 de junio que abandonaba el Villarreal CF después de estar 11 años vinculado a la entidad amarilla. A lo largo de esas once campañas, el hispanobrasileño fue subcampeón de Liga (2007/08), ganó dos Copas Intertoto (2003 y 2004), estuvo presente en las dos semifinales de la Copa de la UEFA/Europa League que el club ha disputado (2003/04 y 2010/11) y fue testigo de cómo Juan Román Riquelme erraba el penalti que hubiera podido llevar al Villarreal a toda una final de Liga de Campeones (2005/06). Además, se coronó campeón de Europa con España en 2008 después de conseguir la doble nacionalidad.

No obstante, fue la temporada en la que finalizaba contrato la más amarga posible para el club (2011/12). El Villarreal descendió a la Liga Adelante ante la estupefacción de todos en la última jornada. Muchos decidieron bajarse del barco y no pasar un año por el ‘infierno’ de la Segunda División, pero Senna no quería dejar al equipo en una situación peor a la que se lo encontró a su llegada en 2002. Por ello, renovó un año más su contrato con el propósito de devolverlo a la máxima categoría del fútbol español. Y así lo hizo.

El compromiso de un capitán

Pese a que empezó su andadura en Segunda División con buen pie, el 2013 no pudo empezar de peor forma para los intereses amarillos. Tras perder 1-3 ante el Barcelona B y ofrecer una pobre imagen en la jornada siguiente ante el Almería (1-1), Julio Velázquez fue destituido como técnico del Villarreal. Marcelino, que ya tenía experiencia en ascensos tal como había demostrado en Zaragoza, tomó el relevo del salmantino y se convirtió en el entrenador de la nave amarilla.

Sin embargo, en su primer partido al frente del ‘submarino’ no pudo correr peor suerte. El equipo salió vapuleado de su visita al Alfredo Di Stéfano, donde el Real Madrid Castilla le endosó una sonrojante manita (5-0). El Villarreal había tocado fondo. Décimo en la clasificación y con el objetivo más lejos que nunca, Marcelino se encomendó al liderazgo y la veteranía de Senna para reconducir la situación y tratar de reflotar un submarino que iba a la deriva.

El capitán se echó el equipo a las espaldas y, poco a poco, el Villarreal fue enderezando el rumbo. Gracias al sello de fútbol atractivo y vistoso que implantó Marcelino, y la rápida adaptación de los refuerzos del mercado de invierno, el equipo castellonense comenzó a carburar y ya nadie le pudo frenar en su carrera hacia el ascenso.

Desde que cayera goleado contra el Castilla –jornada 22-, el Villarreal encadenó una sucesión de 13 victorias y 6 empates, empañada sólo por un tropiezo en casa ante el líder, un estelar Elche. Esta espectacular racha hizo que el equipo se jugara en la última jornada del campeonato el codiciado ascenso en su estadio. Un punto ante el Almería era suficiente para lograr el sueño de volver a Primera. Todo parecía escrito. El final feliz del cuento se acercaba después de tanto sufrimiento. La luz brillaba más resplandeciente que nunca al final del túnel.

La afición se volcó con el equipo tal como requería la ocasión. El pueblo de Villarreal respiraba el aroma del ascenso y El Madrigal lucía un ambiente perfectamente equiparable al de las inolvidables noches europeas. Todo estaba listo para la celebración. Tan sólo faltaba que el equipo cumpliera su parte para dar por terminado el objetivo. Y los jugadores no fallaron.

El gol de Jonathan Pereira desató la locura. El júbilo se adueñó de la afición y comenzó a festejar por todo lo alto el retorno a la élite. El capitán ya podía respirar tranquilo. El Villarreal había vuelto a Primera División. Misión cumplida.

Llegó el momento de la despedida

Tras cumplir con lo prometido y conducir al Villarreal a la máxima categoría del fútbol español de nuevo, Marcos Senna compareció el pasado 12 de junio ante la puerta a la que le da nombre –antigua puerta 19- para despedirse del club de sus amores. En un emotivo acto acompañado por el presidente, centenares de aficionados no pararon de vitorear el nombre de su capitán para agradecer todo lo que el hispanobrasileño había dado al club.

Atrás quedaban 11 años de dedicación, entrega y, sobre todo, amor a unos colores. Llegó al Villarreal en 2002 procedente del São Caetano siendo todo un desconocido, y lo abandonaba convertido en un verdadero símbolo para la afición. Marcos Senna decía adiós a la etapa más esplendorosa de su carrera deportiva para embarcarse en una nueva aventura: el New York Cosmos de la MLS (Major League Soccer).

Un merecido baño de masas

El 13 de noviembre, cinco meses después de anunciar su marcha de la entidad amarilla, Marcos Senna volvió a enfundarse la camiseta del Villarreal. Pero esta vez, a diferencia de las 363 anteriores, no había nada en juego. Se trataba de un partido homenaje para que la afición pudiera despedirse de su capitán como se merecía.

El partido, que enfrentaba al Villarreal y al actual equipo del hispanobrasileño, el New York Cosmos, acabó con un tres a cero a favor de los ‘groguets’ (Perbet, Juanto y Uche), pero el resultado era lo de menos. Lo importante era que Senna sintiese el calor de los suyos en señal de gratitud por los 11 años de lealtad al club. De esta forma, el capitán volvía a casa, emocionado y feliz.

Foto: Ángel Sánchez (Diario As)

Aunque el jugador ‘exgroguet’ siempre asegura que “no merece tanto cariño” ya que simplemente “intentaba hacer su trabajo lo mejor posible”, El Madrigal nunca olvidará a un jugador que lo dejó todo por el Villarreal y que por méritos propios se ha convertido en una de las figuras más importantes de la historia del club.