El fútbol volvía a ser lo de siempre. Mismo horario, mismas posibilidades. El FC Barcelona no quería mirar al Calderón. Dependían de sí mismos y eso era suficiente motivo como para salir a comerse el mundo. El Elche, con una afición entregada a sus jugadores, debía sumar para mantenerse un año más en Primera División.

Martino apostó por un once sin Xavi para dar entrada a Cesc y a dos extremos. Un planteamiento que acabó provocando los mismos problemas de siempre: centros sin rematador. Por su parte, el Elche jugó con dos líneas muy bien ordenadas que desactivaron al Barça.

Intensidad máxima con ocasiones para ambos bandos

Quedaban 180 minutos de Liga. 180 minutos en los que había que vaciarse. No habían excusas. Elche y FC Barcelona salieron a por todas. Los locales fueron más conservadores a la hora de colocar la línea defensiva. Con una línea de cuatro atrás bien asegurada con una de cinco en el medio, los de Fran Escribá aguantaron como pudieron las embestidas culés. La unificación de horarios pareció venirle bien a los de Martino. Con Guardiola, la unificación de horarios siempre traía buenos resultados.

El Barça dominó con y sin balón. Lo había perdido durante todo el año pero hoy le recuperó en los primeros minutos. El Elche estaba ahogado. Aun así, la primera ocasión fue local tras una falta lateral. A partir de ahí, el dominio volvió a ser visitante. Andrés Iniesta iba a tener en sus botas el 0-1 pero la fortuna no estuvo de su lado. El centrocampista voleó un buen centro de Cesc que acabó estrellándose en el larguero. El Barça se quedó con la miel en los labios.

Con el trallazo de Iniesta en la cabeza, los minutos pasaron sin grandes ocasiones. Los blaugrana lo intentaban una y otra vez pero unas veces por falta de acierto y otras por acierto de la defensa local, el gol no llegaba. Y eso fue dándole vida a un Elche que poco a poco iba ganando terreno. El Martínez Valero se había convertido en un fortín. Pero los genios aparecen para ganar las batallas más difíciles. Messi disparó una falta lateral que se coló entre seis jugadores pero Manu Herrera sacó una mano providencial. Milagrosa.

Muralla ilicitana

Una y otra vez. Los de Martino lo intentaban pero no podían. El Elche conseguía lo que quería: los blaugrana sólo marcarían si es con una genialidad. Siempre uno contra uno. Y claro, cuando las individualidades no están en su mejor momento, las ocasiones tardan en llegar. El Elche no fallaba y la muralla se hacía impenetrable. Alexis y Cesc, en el punto de mira de la afición, mostraron su cara más trabajadora a pesar de no estar del todo precisos en ataque. Los locales no pierden en casa desde el 20 de diciembre y eso no es casualidad.

La suerte no aparecía ni se esperaba

Los de Martino han vivido mil y un capítulos turbulentos en esta Liga. La suerte no ha estado de su parte en muchos de ellos. Eso sí, en muchos no la mereció. En Elche, tampoco estuvo aunque esta vez se buscaba con insistencia. La primera ocasión de la segunda parte iba a ser para Leo Messi que tras controlar un balón largo regateó a Lombán para quedarse ante Manu. El guardameta local achicó todos los espacios posibles y consiguió rechazar la ocasión más clara para el argentino.

Como suele ser habitual, el Barça empezó a desesperarse. El caos y el descontrol se apoderó del centro del campo. El Elche, muy ordenado todo el partido, lo aprovechó para asustar a los culés. Carles Gil fue el más activo en unas contras que pudieron ser letales.

A falta de 25 minutos, estalló la Liga. El Málaga marcaba en el Calderón y eso era una noticia más que positiva para los blaugrana. Un gol del Barça y una victoria del Málaga le dejaba la Liga en bandeja a los culés ya que podían permitirse empatar en la última jornada. Los jugadores, más presionados que nunca, buscaban la llave para abrir la muralla local. Los centros se sucedían pero ninguno llegaba a buen puerto.

15 minutos finales de locura

El Atlético empató y eso desató a los culés. Partidos por la mitad, las ocasiones llegaban a base de centros que no encontraban ningún rematados. El Elche, impecable en defensa, buscaba salir a la contra creando mucho peligro. La entrada de Boakye fue clave para destrozar más de una vez la defensa visitante que se salvó en alguna ocasión.

A falta de diez minutos, el Barça se volcó en busca de un gol. La primera ocasión iba a ser para Adriano que probó uno de sus habituales disparos con la derecha. Con rosca y el interior, su disparo se marchó rozando el palo izquierdo de la portería de Manu.

El FC Barcelona seguía insistiendo pero el equipo no podía. Ni Messi, ni Iniesta, ni Xavi. Nadie podía. Los minutos pasaban y el Elche aguantaba a la perfección un resultado que le daba la salvación matemática. Con lesiones y pérdidas de tiempo, el partido se diluyó como un azucarillo. El FC Barcelona sigue vivo aunque hoy jugó con fuego.

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