El FC Barcelona se plantó en el Martínez Valero con un equipo formado por muchos jóvenes y los menos habituales con el asiduo 4-3-3 blaugrana. Por su parte, los locales se repartieron en el terreno de juego con un 4-4-2. Los ilicitanos salieron con más ganas y un mayor empuje al campo. Rafinha se convirtió en el jugador clave de los azulgranas, que lo buscaron en la primera parte tanto en estático como a la contra. Rafinha ejerció de faro. Era el encargado de dirigir y coordinar al equipo, acompañado por unos muy buenos Sergi Roberto y Gumbau.

La mayor parte de los ataques pasaban por sus botas. Muy participativo Montoya en los primeros 45'. Subiendo constantemente, al igual que Adriano. Dieron mayor profundidad al conjunto azulgrana y de los pies de ambos salieron algunas de las mejores oportunidades.

Los extremos azulgranas recibían muy abiertos, lo que permitía que los interiores aprovecharan el espacio dejado por estos para entrar desde segunda línea. Un Barcelona más vertical de lo que nos tiene más acostumbrados. Más cercano a la idea de Luis Enrique que la vista en algunos tramos de la temporada. Eso sí, con más participación de los centrocampistas que fueron los mejores azulgranas del encuentro. Medios y delanteros siempre con la portería en la cabeza. El gol de Sergi Roberto, es un claro ejemplo. Extremos abiertos, el punta tirando el desmarque hacia fuera para liberar espacio en la zona central.

Rafinha fue el director del juego azulgrana

A pesar del resultado, los ilicitanos salieron con el mismo planteamiento que en la primera mitad. Fueron de más a menos. Empezaron el partido poniendo problemas a la zaga azulgrana, pero su posición cada vez más retrasada en el campo impidió que en los minutos finales los de Escribá se acercarán a la portería de un Ter Stegen que no deja de sorprender. El alemán, un central más de los azulgranas gracias a sus excepcionales características que le permiten estar en el campo muy adelantado. No es el único. La defensa azulgrana estuvo muy arriba y permitió verse a un equipo más unido y menos roto. Algo que facilitó las rápidas recuperaciones de balón de los azulgranas y que a su vez permitieron ataques más directos.

Con la presencia de Adama en el campo, Luis Enrique buscó un mayor uno contra uno contra los laterales ilicitanos. A pesar de que ello no provocó ninguna jugada que acabará en gol, el enorme talento del de Hospitalet si puso en apuros en más de una ocasión a su par y a los centrales que salieron a la ayuda. Con la entrada de Halilovic el equipo empezó a combinar más en ataque.

El Barça más vertical llevado por los dos interiores pasa a ser un Barça más horizontal con la entrada de Douglas y Halilovic. El brasileño tuvo menos participación en campo rival que Montoya y el equipo lo notó. Aún así, dio una magnifíca asistencia para el cuarto tanto azulgrana. El equipo en los últimos 15 minutos tuvo por completo el ritmo del partido y se dedicó a mantener la posesión. Se vio el Barça más combinativo. La presencia de Halilovic permitió ello al equipo  y buscar más asociaciones entre delanteros y centrocampistas.