El horario, ese viernes por la tarde que se ha sacado de la manga la LFP para tener contentas a las televisiones, no parecía el más adecuado para disfrutar en condiciones del fútbol. El clima, con lluvia constante y en ocasiones muy intensa, tampoco contribuía a que el ambiente fuera el mejor. Pero Vallecas es un lugar tan especial que, incluso con estos condicionantes, consigue que se viva un buen espectáculo. De echar el balón a rodar se encargaron el equipo local, el Rayo Vallecano, y el Deportivo de La Coruña, ambos con urgencias por escapar de la parte baja de la clasificación.

A los Bukaneros, el sector más radical de la afición local, se les vio ya desde antes de comenzar el encuentro un poco más apagados que de costumbre. De hecho, fueron desalojados como tales del estadio hace algunas semanas, y tienen prohibido exhibir símbolos con su nombre. Por eso, a modo de ingeniosa protesta, casi todos lucían indumentaria de color naranja chillón: ahora son los "butaneros".

No son pocos, sin embargo, los aficionados en otras zonas del estadio que les apoyan, como dan a entender las numerosas pancartas a su favor que se podían ver por toda la grada.

En todo caso, si hubo un nombre propio en el encuentro, ese fue el de Wilfred. El que fuera guardameta del Rayo durante los años '90, fallecido recientemente, fue homenajeado desde todos los sectores del club. La plantilla saltó al césped portando una pancarta enorme en la que se recordaba su figura.

Para la foto oficial, además, los jugadores (que lucían brazalete negro) posaron con una de las camisetas que llegó a usar el portero durante su etapa en activo.

El presidente, Raúl Martín Presa, colocó a modo de ofrenda un ramo de flores junto a una de las porterías del campo.

Varios miembros de la familia Agbonavbare, invitados por el club y venidos expresamente de Nigeria, estuvieron presentes en el campo.

Y por supuesto, antes de comenzar a jugar, se guardó un minuto de silencio...

...que en realidad no fue tal, porque los gritos de "¡Willy, Willy!" que se oían desde la grada eran atronadores. No es para menos: Vallecas había perdido no sólo al que fue portero del club durante seis años, sino a uno de los jugadores más queridos y admirados de los últimos tiempos en todo el fútbol español.

Ya con el balón en movimiento, los primeros minutos no tuvieron un dominador claro. Se luchaba en todo el campo, con dominio alterno de unos y otros.

El Deportivo lo intentaba, pero la defensa rayista se mostraba muy fiable. Zé Castro estaba particularmente seguro.

Sin embargo, muy pronto llegó el primer gol blanquiazul, como consecuencia de una falta en la frontal del área que lanzó Cavaleiro...

...con tan buena fortuna que la pelota cayó a pies de Celso Borges. El debutante costarricense estuvo atento para poner el 0-1.

El golpe fue duro para los madrileños, que durante algunos instantes se vieron superados. El balón se movía cerca del área de Toño. Aquí vemos a Oriol Riera intentando superar a Tito.

No obstante, el veterano guardameta alicantino solventaba con eficacia los nuevos acercamientos de los gallegos.

Además, enseguida llegó un gol de Bueno que devolvía la igualdad al marcador.

Los minutos avanzaban sin mayores incidencias. La lucha era grande en todas las parcelas del campo, pero no se traducía en nuevas ocasiones de gol.

Momento curioso: ante la presión de Baptistão, el portero deportivista Fabricio tuvo que salir jugando la pelota con sus pies varios metros fuera de su área.

Las mayores fuentes de peligro, como es habitual, venían de las jugadas a balón parado, especialmente de saques de esquina.

En uno a favor del Dépor, Álex Bergantiños pudo marcar el segundo, pero no consiguió que le saliera un buen remate.

Los franjirrojos también tenían oportunidades, pero les faltaba precisión. Aquino y Cavaleiro ven desde lejos un cabezazo de Abdoulaye demasiado alto.

En el segundo tiempo, a corto plazo, no se vieron muchos cambios. Los dos contendientes seguían mostrándose muy intensos en la presión, llegando a cometer numerosas faltas.

En una de ellas llegó el, posiblemente, momento más polémico del partido, porque el balón cayó a pies de Kakuta, quien lo envió al fondo de la red...

...pero Prieto Iglesias anuló el tanto, a instancias de su juez de línea, que vio a Trashorras en posición de fuera de juego y consideró que estaba participando en la jugada.

Parecía que los ánimos se iban a empezar a caldear, por lo que el árbitro tuvo que acercarse a la zona de banquillos a pedir que cesaran las protestas.

Enseguida comenzó el habitual carrusel de cambios. Uno de los que ingresaron en el terreno de juego fue el delantero Manucho; Paco Jémez pretendía aprovechar sus 1,87 metros de estatura para ganar balones por alto. El angoleño fue muy aplaudido cuando entró en el campo.

Intentarlo, lo intentó, no cabe duda. Aunque no tuviera demasiado éxito.

Parecía que el Rayo había tomado el mando del partido cuando llegó el 1-2, fruto de un penalti cometido por Abdoulaye, al derribar de forma ingenua a Sidnei. El colegiado no tuvo dudas.

Se encargó de lanzarlo el propio Borges, que demostró que no se le da nada mal: enganó por completo a Toño.

El Rayo se volcó en ataque en busca de la nueva igualada. Estuvo especialmente incisivo el joven Adrián Embarba, que había salido en sustitución del mexicano Aquino y no paraba de desbordar por el costado izquierdo del ataque vallecano.

Pero no había manera. Para la decepción de los jugadores rayistas, como Bueno, el portero Fabricio se había convertido en un muro infranqueable.

Ni siquiera Toño, que subió a última hora a rematar un córner, fue capaz de batirle.

Mala noticia para los gallegos con el partido a punto de acabar: Sidnei se lesionó y hubo de ser sustituido.

A toda prisa, el Rayo intentaba que las frecuentes interrupciones del tramo final del partido no fueran demasiado largas, para intentar rascar algún segundo en el que fabricar jugadas de ataque.

No hubo manera. Con el pitido final, el Deportivo se retiró a los vestuarios satisfecho por la victoria...

...el Rayo, hundido por el mal resultado pero siempre agradecido a su afición...

...y el árbitro, muy criticado y escoltado por la Policía.

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