San Mamés es la 'Catedral del fútbol' por partidos como este. El Athletic - Valencia tuvo de todo... menos juego. Eso sí el césped rojiblanco respiró fútbol del de antaño. El de dos equipos que destilan el 'bronco y copero'. Ocasiones, goles polémicos, expulsiones, tanganas y hasta una partida táctica entre Ernesto Valverde y Nuno Espírito Santo. Lo que queda claro es que el empate no le sirve a ninguno de los dos. Los locales se van con la sensación de que pudieron vencer. Antes del gol che y después en el habitual empuje final de San Mamés. Y los valencianistas se vuelven a casa con decepción. Saben que no jugaron bien, pero que las decisiones arbitrales pudieron privarle de dos puntos. La Champions se pone en Euskera para los valencianos.

Los últimos treinta minutos fueron magníficos para los espectadores. No para los entrenadores. Un partido que enloqueció. Una efervescencia que dejó dos tantos, un expulsado y miles de emociones a flor de piel. El Valencia, pese a no jugar un gran partido, se adelantó en una jugada picaresca. Digna del Lazarillo de Tormes. De Paul finalizaba una gran jugada en el corazón del rectángulo de los sueños. A partir de ahí Rodrigo pudo sentenciar. El hispano brasileño sigue gafado. Y es que falló -Iraizoz también merece el reconocimiento - hasta tres ocasiones claras. Y el que perdona lo paga. O eso se dice en el contexto futbolístico. Aunque no a tan elevado precio. Dos puntos y uno de los pilares del equipo expulsado. Teixeira Vitienes jugó un papel fundamental en el desenlace del choque. El cántabro decidió expulsar a Nicolas Otamendi en una acción con San José. El argentino se retiraba sorprendido por la decisión. Más tarde Aduriz descorchó la botella de la ilusión en la grada. Tras una jugada desafortunada de Orban, Aduriz, en posición ilegal, recogía un balón muerto en boca de gol para transformarlo en el 1-1 final.

Una espina clavada en el orgullo de Nuno

El técnico luso terminó el partido de Mestalla cabreado consigo mismo. Su homólogo le ganó la partida táctica. Secó a un Valencia enrachado en casa. De hecho el Athletic es uno de los únicos tres equipos que han robado puntos del coliseo blanquinegro. Esta debía res la revancha. Una espina clavada en el orgullo de Nuno.

La partida de ajedrez estaba condicionada por las ausencias en ambos cuadros. Bajas importantes. En los locales Muniain y su grave lesión de rodilla había caído como un jarro de agua fría. Justo cuando el pequeño media volvía a recordar a aquel pequeño jugador que enamoró temporadas atrás. Mientras los visitantes llegaban sin dos piezas clave en la sala de máquinas. Enzo Pérez y Daniel Parejo. El argentino por lesión y el capitán por sanción. Además de la lesión de Gayà, suplido por un agridulce Orban.

Lo cierto es que el ‘Txingurri’ volvió a mojarle la oreja al entrenador valencianista. Al menos en el aspecto táctico. Los valencianos adolecieron de nuevo de un organizador. Y esta vez con más inri. Ya que si Parejo no estaba brillando en las últimas fechas, hoy directamente no estaba en la medular.

Dominar no asegura ganar

Negar que el Athletic dominio durante sesenta minutos es faltar a la verdad. Aunque fue un dominio en forma de montaña rusa. De menos a más y de más a menos. Alves y Otamendi diluyeron las dos chances claras del conjunto local. Primero fueron envíos largos desde los laterales. Otamendi y Mustafi tuvieron que ponerse el mono de trabajo. De nuevo despejaron el esférico una y otra vez como frente al Villarreal. Saturados.

El cansancio dejó paso a dos cosas. Primero que Williams pudiera percutir a la espalda de Orban. De ahí lo de ‘agridulce’. Ya que el argentino acabó sucumbiendo a las acometidas de su par. Y la otra la levedad de la presión visitante en la salida de balón rival. Aduriz se erigió como un auténtico coloso sobre la zaga del Valencia. Sobreexcitado. Y eso mismo provocó que marrara un mayor número de ocasiones. Luego se desquitó con un gol sobre la bocina para devolver un punto merecido a los suyos.