Cuando uno se enfrenta a una situación nueva no es fácil. Los nervios afloran y el miedo a fallar incrementa; quiere que todo salga a la perfección y que los demás y uno mismo acaben satisfecho con lo sucedido. El fútbol no se libra de esta particular batalla cuando los jugadores se estrenan en un nueva equipo, una nueva competición o cuando vuelven a vestirse de corto tras una lesión que le ha apartado de los terrenos de juego.

Esta última situación es la que vive Ibai Gómez desde hace unos meses en el Athletic. El jugador de Santutxu dista mucho de aquel joven que saltó desde el Bilbao Athletic a mediados de la temporada 2010-2011. Después de que Joaquín Caparrós lo subiera al primer equipo, se pensaba que ya había extremo izquierdo en el club rojiblanco. No obstante, su debut contra el Zaragoza en octubre de 2010 no fue el soñado. El futbolista sufrió una luxación de rótula que lo tuvo varios meses en el dique seco.

Ibai mostraba sus cualidades que hacían tambalear las defensas rivales

Tras esos meses de recuperación, le llegó la época dorada con Marcelo Bielsa. Rápido, presionando, con un golpeo exquisito tanto en jugadas a balón parado como en velocidad, asistencias y goles hacían del vízcaino un pilar fundamental del once titular del Athletic.

El técnico argentino le dio su confianza e Ibai lo supo aprovechar y explotar. Sus goles o asistencias como la que le llegó a Fernando Llorente para que marcara el gol contra el Sporting de Lisboa y que metía al Athletic en una final de la Europa League tantos años después aún permanecen en la memoria de los aficionados.

La lesión que lo cambió

Parecía que el de Santutxu se había recuperado bien de la lesión y que volvía a tambalear a las defensas rivales. Sus cualidades quedaron patentes con Marcelo Bielsa y también con Ernesto Valverde cuando el actual técnico ocupó de nuevo el banquillo de San Mamés.

Aunque Ibai perdió esa titularidad en detrimento de Iker Muniain, el entrenador de Viandar de la Vera lo utilizaba como revulsivo. El vizcaíno salía desde el banquillo en la segunda parte y podía cambiar la imagen de un Athletic al que le costaba sacar los partidos adelante. Parecía que en ese nuevo rol asignado Ibai Gómez se movía como pez en el agua.

En esa situación también se podía atisbar un futuro al de Santutxu, todo iba sobre ruedas, pero todo cambió de la noche a la mañana, como esa estrella que pierde su magia. Tras jugar el último partido contra el Espanyol en San Mamés y que el Athletic perdió por 1-2, Ibai se lesionó en un entrenamiento en Lezama. Tal y como rezaba el parte médico, el extremo presentaba "una rotura en el músculo bíceps femoral de su pierna derecha". Asimismo, se confirmó que "dicha lesión muscular es de carácter moderado o grado II, y conlleva un periodo de baja aproximado de seis a ocho semanas".

La paciencia se agota

Parecía que iban a ser sólo dos o tres meses los que Ibai Gómez estaría fuera de los terrenos de juego, pero ya va camino de cumplir dos años. Es cierto que desde que se recuperara de la lesión, se ha vestido de corto, pero no es el Ibai de antaño. Parece que la lesión le desprendió de esa magia que proyectaba en los diferentes estadios y parece que ha perdido algunas cualidades.

Aunque estrase en los planes de Valverde poco a poco, y que parecía que se pudiera aprovechar, por decirlo de alguna manera, de las lesiones de Iker Muniain e Iñaki Williams, el de Santutxu no le ha sabido sacar partido. Parece que le falta intensidad, que no pelea el balón tanto como se le exige y que no acompaña a sus compañeros cuando realizan la presión. En defensa también ha perdido ese brío y ya sus centros y saques de faltan no llevan el peligro de antaño.

Parece que Ibai ha bajado varias marchas, que ya no es tan incisivo como cuando tuvo sus meses gloriosos y la paciencia de los aficionados empieza a agotarse. Ibai parece desaparecido, sin dar su mejor versión, por lo que tendrá que hacer algo, dar ese salto que se espera antes de que lleguen Iker Muniain, Williams y la mejor versión de Sabin Merino y le quiten el puesto.